A La Virgen María siempre nos la representan, tocada la cabeza con un velo, símbolo de maternidad y de pureza. Y un velo llevaban las vestales romanas. Los mahometanos han conservado esta tradición antigua de las viejas civilizaciones, más que como gesto de sumisión, como propalan algunos imbéciles, como reconocimiento de una realidad sagrada y del papel de la mujer que da la vida. Estéticamente, las mujeres veladas están más hermosas y sugerentes. En España corrompida y desmantelada han reaccionada con ira ante la polémica de esa alumna de Pozuelo, a la que su padre le ha dicho que vaya a clase luciendo el pañuelo. En la edad media el yihab morisco se llamaba griñón y también almaizar. Nada tengo contra esta sagrada tradición. La falsía está en la forma, el tratar de imponerlo. Pero las descocadas mujeres de occidente – yo se lo recomiendo a doña Bibi, estaría más mona- se han revuelto cual lagartijas. España ya no cree en la modestia. Conocí a mis abuelas luciendo ese pañuelo negro y las mozas ortodoxas están guapísimas cuando acuden a la iglesia con el velo de blonda y de encajes. Ahora bien, lo que irrita es por ejemplo que en Marruecos se persiga a los cristianos y se les expulse del pais meramente por practicar la religión del crucificado o que el patriarca de Constantinopla- la segunda cabeza visible del cristianismo, si no es que es la primera- se quejara hace poco en una entrevista de que los cristianos griegos no puedan abrir seminarios, que Santa Sofía esté cerrada a los cristianos. En aquel país el turco los ortodoxos sólo pueden decir misa en algunas iglesias una vez al año. Esto es irritante, mucho más grave que la polémica del velito, que ojalá llevasen las monjas católicas, a las que al mudar el hábito el Vaticano II les ha dado una facha horrible y además se les cae el pelo. Bien analizadas las cosas simplemente el yihab es poco higiénico. Allá cada cual. Lo terrible del tema es que los sarracenos quieren venir aquí a imponer sus costumbres y ahí tenemos al obispo de Sigüenza, que a mi me parece que es tonto, a pesar de ser asturiano, que dice que los inmigrantes no han venido a invadirnos. Yo no sé si han venido a invadirnos pero quieren imponernos sus usos y sus costumbres en esta España corrupta, sin líderes, sin dirigentes y sin obispos. Monseñor, cierre usté el pico para que no vayamos a tener que pensar que usted es un obispo libelático. Aunque yo más bien diría que un auténtico gilipollas.
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miércoles, 28 de abril de 2010
domingo, 25 de abril de 2010
SI JOSE ANTONIO VOLVIERA
Canto el cara al sol esponjado en mis tristezas cara al sol con la camisa nueva que tú bordaste rojo ayer me Hallarrá la muerte si me llega y no te vuelvo a ver. Formaré junto a mis compañeros que hacen guardia junto a los luceros y están presentes en nuestro afán si te dicen que caí me fui al puesto que tengo allí. Volverán banderas victoriosas al paso alegre de la paz y traerán bordados cinco rosas las flechas de mi haz. Volverá a reír la primavera que por tierra aire y mar nos llega. Arriba escuadras a vencer que en España empieza a amanecer. Idealistas incorregibles, creíamos en la mujer, en la patria en la bandera y mira tú como se está poniendo esto pero nos siguen temiendo y la prueba es que nos silencia. Los vaticinios de José Antonio se cumplieron y otra vez por mor del estatuto prostituto peligra la unidad de España: Vasconia, Cataluña, Galicia al desgajase en nacionalidades aparte se asfixiará España. Ayer en Alonso Martínez había mucho más maderos y policías que manifestantes. La sombra de José Antonio que buen caballera, si volviera yo sería su escudero que dijo Dámaso de Garcilasso nos arropaba en cierta manera. Los falangistas somos pobres y desvalidos, los verdaderos, no tenemos dinero, ni ropones mediáticos, ni editoriales ni micrófonos, nada no tenemos nada mas que el escupitajo y el vilipendio de los frentepopulistas que por cierto ahora no proceden de Moscú, son los bolcheviques de Washington, los de siempre con sus retahílas pero no hemos perdido nuestra vocación de servicio y de martirio tampoco, camaradas. Tampoco el sentido del humor como aquel falangista llamado a fusilar en la cárcel de san Antón que contestó al verdugo muy jacarandoso con todo y chupándomela o el propio José Antonio que dio lecciones magistrales de superioridad humana y de impasibilidad ante la muerte jugando al fútbol con los rojos- él no era antinada, ninguna palabra de odio en sus labios incluso para sus enemigos políticos ¿por qué? Porque amaba a España y este capitulo incluía conocer a los españoles. Bueno pues aquel 13 de marzo fatídico de 1936 en que Azaña – el cual le había enviado un propio dos horas antes conminándole a que abandonara Madrid, en el fondo el alcalaino admiraba al fundador de falange y el amaba y perdonaba a Azaña, mejor una España roja que una España rota- jugaba al fútbol en el equipo del penal ubicado en Moncloa de delantero centro. Le hicieron una entrevista.
-me hubiera gustado jugar de extremo izquierdo pero ¿que dirían los del debate?
Y es que sus peores enemigos los tuvo en las derechas, en los monárquicos que derribaron a su padre, en los mediopensionistas de Lerroux, todo un prócer y un abusador sexual, tenía un ford y en los viajes echaba las cortinillas, el auto le servía de nido de amor para pasarse a las secretarias por la piedra. De Gil Robles que en los mítines hacia la bombilla con su cara de pera. Estos son mis poderes… menudos poderes. Del neutro y masonazo Portela valladares, todos los prohombres del bienio melancólico que tanto recuerdan a los políticos de ahora de esta España zapatera y cicatera. Esos cipayos trincones como el Bono ojos saltones, el felipón millonario sin cartera, los meapilas de Rouco- los falangistas defendemos siempre a la iglesia y a la cultura cristiana pero nos horrorizan los líos de sacristía- y de la COPE acaso porque para nosotros el vaticano no es mas que una potencia extranjera enemiga de nuestros intereses. Regresa el puterío en este mundo de absolutos globales y putiferios. Otra cosa que nos caracteriza es dar siempre la cara. No vivimos amagados ni agazapados en la cloaca y en la tronera Y ahora que tanto se habla de memoria historia y de sus muertos. Nosotros pusimos nuestros muertos caídos por amor a España. Voy a citar los que cayeron poco antes de las idus de abril de 1936.
Manuel Conde Cida tiroteado y abatido en las calles de Orense.
- José Alcázar humilde obrero de la construcción con el carne de Falange abatido en el puente de Vallecas al grito de muera España.
- Moisés Nímbela del mismo gremio y abatido en Cáceres en idénticas circunstancias.
- en Vigo muere Luis collazo disparado por la espalda por un pistolero.
- víctor Álvarez Ajuria apuñalado en La Felguera, Asturias.
- Aznalcollar Sevilla dos miembros de falange fueron atacados de arma blanca por mineros, cuando estaban en el Suelo les remataron con un revolver.
La lista era enorme, te mataban por llevar corbata, o si te peinabas de una manera o de otra, te aplicaban la ley de fugas como ocurrió a dos estudiantes en plena calle Sagasta José Olano orive y enrique Valdosel se encontraron con un piquete que les cacheara, redijeron seguir pero no bien anduvieron diez pasos les descerrajaron todo un peine de de una Luger. Estos muertos que son innumerables carecen del derecho a tener una memoria histórica o no entran en lista del juez garzón. La caótica situación de la España de ahora con casi millones de cesantes y la corrupción de tipos tan canallas como bono y su escuadra se parece a aquella del estraperlo. Les cuento lo del estraperlo, dos judíos vieneses Strauss y Perlowith vinieron a España y consiguieron del gobierno Lerroux una concesión para el montaje de maquinas tragaperras y de ruletas rusas que habían sido manipuladas buen negocio, se descubrió el papel pero el bueno del señor Lerroux que estaba en la pomada y contaba con el apoyo de la masonería se fue de rositas lo insacularon en una votación de fichas negras y fichas blancas, salieron las blancas que lo exculpaban. Bien se llenaban los bolsillos aquellos padres de la patria en la España laica. Laica judaica que ha vuelto por donde solía tal vez con más ímpetu. El bolchevique ya no esta en Rusia sino en Wall Street pero este ni fue un error de bulto, sino un lapsus calami en sus vaticinios de nuestro líder que hizo un análisis de lo que es capitalismo en sus tres vertientes el industrial, el agrario y el financiero y la clavó. Este ultimo según José Antonio era el más pernicioso porque no crea riqueza. Es el escudo tras el que se amaga la bestia sin rostro. Y en esas estamos, camaradas, la especulación es la causa de la crisis de 2010, casi lo mismo que la del 36. Onesimo sin embargo que era quizás más periodista y menos poeta que José Antonio lo dijo a las claras: los enemigos de España, los judíos. José Antonio, tan limpio, tan cristiano, tan caballero español jamás mojó su pluma en el tintero del odio como hacen los judíos de hoy contra España, la tal róala. Entonces las iglesias eran quemadas como la de los jesuitas de san Luis en la calle montera o profanadas como en busto de la Bureba que se llevaron el sagrario y titaron las hostias y el copón al pilón o en un piuelo de león donde llegó el tío de la vara y un cura que decía misa lo dobló de un garrotazo. En Bejar transformaron la iglesia en pista de baile. Pero ya digo todos estos atropellos y esos rostros anónimos todo guerreo falangista es siempre anónimo- que montan guardia junto a los luceros no están en la lista de Garzón, que es laico laico judaico y le otorga todos los parabienes la mafia judía del New York Times.
domingo, 25 de abril de 2010
Canto el cara al sol esponjado en mis tristezas cara al sol con la camisa nueva que tú bordaste rojo ayer me Hallarrá la muerte si me llega y no te vuelvo a ver. Formaré junto a mis compañeros que hacen guardia junto a los luceros y están presentes en nuestro afán si te dicen que caí me fui al puesto que tengo allí. Volverán banderas victoriosas al paso alegre de la paz y traerán bordados cinco rosas las flechas de mi haz. Volverá a reír la primavera que por tierra aire y mar nos llega. Arriba escuadras a vencer que en España empieza a amanecer. Idealistas incorregibles, creíamos en la mujer, en la patria en la bandera y mira tú como se está poniendo esto pero nos siguen temiendo y la prueba es que nos silencia. Los vaticinios de José Antonio se cumplieron y otra vez por mor del estatuto prostituto peligra la unidad de España: Vasconia, Cataluña, Galicia al desgajase en nacionalidades aparte se asfixiará España. Ayer en Alonso Martínez había mucho más maderos y policías que manifestantes. La sombra de José Antonio que buen caballera, si volviera yo sería su escudero que dijo Dámaso de Garcilasso nos arropaba en cierta manera. Los falangistas somos pobres y desvalidos, los verdaderos, no tenemos dinero, ni ropones mediáticos, ni editoriales ni micrófonos, nada no tenemos nada mas que el escupitajo y el vilipendio de los frentepopulistas que por cierto ahora no proceden de Moscú, son los bolcheviques de Washington, los de siempre con sus retahílas pero no hemos perdido nuestra vocación de servicio y de martirio tampoco, camaradas. Tampoco el sentido del humor como aquel falangista llamado a fusilar en la cárcel de san Antón que contestó al verdugo muy jacarandoso con todo y chupándomela o el propio José Antonio que dio lecciones magistrales de superioridad humana y de impasibilidad ante la muerte jugando al fútbol con los rojos- él no era antinada, ninguna palabra de odio en sus labios incluso para sus enemigos políticos ¿por qué? Porque amaba a España y este capitulo incluía conocer a los españoles. Bueno pues aquel 13 de marzo fatídico de 1936 en que Azaña – el cual le había enviado un propio dos horas antes conminándole a que abandonara Madrid, en el fondo el alcalaino admiraba al fundador de falange y el amaba y perdonaba a Azaña, mejor una España roja que una España rota- jugaba al fútbol en el equipo del penal ubicado en Moncloa de delantero centro. Le hicieron una entrevista.
-me hubiera gustado jugar de extremo izquierdo pero ¿que dirían los del debate?
Y es que sus peores enemigos los tuvo en las derechas, en los monárquicos que derribaron a su padre, en los mediopensionistas de Lerroux, todo un prócer y un abusador sexual, tenía un ford y en los viajes echaba las cortinillas, el auto le servía de nido de amor para pasarse a las secretarias por la piedra. De Gil Robles que en los mítines hacia la bombilla con su cara de pera. Estos son mis poderes… menudos poderes. Del neutro y masonazo Portela valladares, todos los prohombres del bienio melancólico que tanto recuerdan a los políticos de ahora de esta España zapatera y cicatera. Esos cipayos trincones como el Bono ojos saltones, el felipón millonario sin cartera, los meapilas de Rouco- los falangistas defendemos siempre a la iglesia y a la cultura cristiana pero nos horrorizan los líos de sacristía- y de la COPE acaso porque para nosotros el vaticano no es mas que una potencia extranjera enemiga de nuestros intereses. Regresa el puterío en este mundo de absolutos globales y putiferios. Otra cosa que nos caracteriza es dar siempre la cara. No vivimos amagados ni agazapados en la cloaca y en la tronera Y ahora que tanto se habla de memoria historia y de sus muertos. Nosotros pusimos nuestros muertos caídos por amor a España. Voy a citar los que cayeron poco antes de las idus de abril de 1936.
Manuel Conde Cida tiroteado y abatido en las calles de Orense.
- José Alcázar humilde obrero de la construcción con el carne de Falange abatido en el puente de Vallecas al grito de muera España.
- Moisés Nímbela del mismo gremio y abatido en Cáceres en idénticas circunstancias.
- en Vigo muere Luis collazo disparado por la espalda por un pistolero.
- víctor Álvarez Ajuria apuñalado en La Felguera, Asturias.
- Aznalcollar Sevilla dos miembros de falange fueron atacados de arma blanca por mineros, cuando estaban en el Suelo les remataron con un revolver.
La lista era enorme, te mataban por llevar corbata, o si te peinabas de una manera o de otra, te aplicaban la ley de fugas como ocurrió a dos estudiantes en plena calle Sagasta José Olano orive y enrique Valdosel se encontraron con un piquete que les cacheara, redijeron seguir pero no bien anduvieron diez pasos les descerrajaron todo un peine de de una Luger. Estos muertos que son innumerables carecen del derecho a tener una memoria histórica o no entran en lista del juez garzón. La caótica situación de la España de ahora con casi millones de cesantes y la corrupción de tipos tan canallas como bono y su escuadra se parece a aquella del estraperlo. Les cuento lo del estraperlo, dos judíos vieneses Strauss y Perlowith vinieron a España y consiguieron del gobierno Lerroux una concesión para el montaje de maquinas tragaperras y de ruletas rusas que habían sido manipuladas buen negocio, se descubrió el papel pero el bueno del señor Lerroux que estaba en la pomada y contaba con el apoyo de la masonería se fue de rositas lo insacularon en una votación de fichas negras y fichas blancas, salieron las blancas que lo exculpaban. Bien se llenaban los bolsillos aquellos padres de la patria en la España laica. Laica judaica que ha vuelto por donde solía tal vez con más ímpetu. El bolchevique ya no esta en Rusia sino en Wall Street pero este ni fue un error de bulto, sino un lapsus calami en sus vaticinios de nuestro líder que hizo un análisis de lo que es capitalismo en sus tres vertientes el industrial, el agrario y el financiero y la clavó. Este ultimo según José Antonio era el más pernicioso porque no crea riqueza. Es el escudo tras el que se amaga la bestia sin rostro. Y en esas estamos, camaradas, la especulación es la causa de la crisis de 2010, casi lo mismo que la del 36. Onesimo sin embargo que era quizás más periodista y menos poeta que José Antonio lo dijo a las claras: los enemigos de España, los judíos. José Antonio, tan limpio, tan cristiano, tan caballero español jamás mojó su pluma en el tintero del odio como hacen los judíos de hoy contra España, la tal róala. Entonces las iglesias eran quemadas como la de los jesuitas de san Luis en la calle montera o profanadas como en busto de la Bureba que se llevaron el sagrario y titaron las hostias y el copón al pilón o en un piuelo de león donde llegó el tío de la vara y un cura que decía misa lo dobló de un garrotazo. En Bejar transformaron la iglesia en pista de baile. Pero ya digo todos estos atropellos y esos rostros anónimos todo guerreo falangista es siempre anónimo- que montan guardia junto a los luceros no están en la lista de Garzón, que es laico laico judaico y le otorga todos los parabienes la mafia judía del New York Times.
domingo, 25 de abril de 2010
martes, 20 de abril de 2010
MALOS TRATOS Y VEJAMENES EN SEMINARNIOS Y CONVENTOS
LA IGLESIA CULPABLE
El padre Eguillor o la sombra del maligno
Por aquellos días leíamos la “Vida sale al encuentro” o las “Alabanzas a María” de san Alfonso maría de liborio pero yo tenía en mi camarilla que ojeaba a hurtadillas con una linterna por la noche los cuentos de canterbury y la colmena, los cuales estaban prohibidos.
Una gran novela –oh magia divina de la literatura- de José Luís Castillo Puche – “En Camino” me ha retrotraído a aquella mañana del primero de octubre de 1959 en que subí por primera vez la Cardosa comillense. El padre Heras junto con otros dos maestrillos, el gallego Boada y un leonés, había salido a esperarnos a Torrelavega en un autobús; cargamos nuestros baúles y nuestro colchones en la baca y enfilamos la tortuosa carretera que bordea la costa por Santillána del Mar. Mis primeras impresiones fueron sensoriales: el olor a algas y a mar y el olor a cucho. Era mi primer viaje en tren y la primera vez que veía la mar. Ya estábamos en el norte.
Tomamos, el día antes, el correo de Santander en Segovia a las diez de la noche. Éramos siete u ocho. No recuerdo sus rostros pero no se me olvida un nombre el de Roque de Miguel y otro que se llamaba Blanco, ambos hijos de militares. En Valladolid subiría el que luego se convertiría en cura famoso por su enfrentamiento con Rouco, el padre Bermúdez de Castro. En la estación de esta localidad adonde el convoy se presentó a las dos de la mañana- los trenes eran muy lentos en aquella época y el Correo de Santander tardaba doce horas en alcanzar su destino- no se me olvida el padre de Enrique que lucía las estrellas de coronel de aviación. Tampoco se me olvida aquella odisea en un vagón de tercera, el camarote atestado, con dos policías secretas que hacían una conducción carcelaria, una señora gorda que olía a sebo y un campesino de camisa azul palentino que se pasó todo el viaje hablándonos de la guerra. En Palencia subió uno que se llamaba Castrillo y al que yo admiraría mucho a aquel tallo que sería el abanderado del curso, casi dos metros de tío, porque era un forzudo y jugaba muy bien al frontón dándole a la pelota a sobaquillo. La sequedad de Castilla se transformó en frescura y recuerdo la entrada en Reynosa. Gasté los últimos ahorros que me diera mi madre en la compra de unas ricas mantecadas. El padre Heras y los maestrillos nos trataron con mucho afecto y el padre Heras, sobre todo, que a mi me recordaba al cura de Ars y venía a despertarse muchas noches para que me levantara a orinar, fue el justo de Israel que compensó todos los sufrimientos, humillaciones, cabronadas de toda índole que padecí en aquel solitario caserón donde mis sentidos y mi alma se abrieron a la vida en medio de una recia vocación y de amor a Cristo. El verdugo era un vasco que se llamaba el padre Eguillor y era nuestro perfecto de estudios. En mi primera entrevista lo primero que me espetó por toda salutación, muy basto era aquel cura con los ojos encendidos y el pelo de escarpia:
-Tú no tienes nivel para estar en un seminario de elite. Te nos has “colao”.
Recibir de esa forma a un muchacho que quiere ser cura con quince años me impresionó profundamente y me llenó el alma de dudas y fue un activo de las inseguridades que he tenido de por vida. Creo que aquel verdugo con sotana y el pelo en escarpia, orgulloso y sádico inculcó en mí el anhelo de demostrarle que no llevaba razón.
Yo era bueno en redacción y composición, aunque Eguillor me cateó en latín, pero inepto para las matemáticas, la Física y la Química. En el griego adelanté mucho en las clases del padre Mayor, otro hombre de Dios y del padre Penagos un santanderino que hablaba muy deprisa y al que apenas se le entendía. En literatura teníamos al padre Martino, el cual había estado tantos años en Alemania que creo que se le había olvidado el castellano. Otra eminencia del cuadro de profesores era el padre Rábago el cual nos daría una conferencia de su experiencia como traductor en el sequito de Franco que fue a recibir a Eisenhower en su gira triunfal a Madrid el año 58. Los del grupo de propagandistas entre los que se encontraba un periodista que se llamaba Pérez Lozano nos daban charlas en el paraninfo.
Se decían cosas portentosas del padre Nieto un especialista en mística del que se creía que había obrado algún milagro. Era sin embargo un hombre muy feo que tenía una cabeza casi monstruoso que daba un poco de miedo. El padre Prieto a cuya escolanía tuve el orgullo de pertenecer fue una de las eminencias en Música. Aquel curso el seminario estaba abarrotado. Éramos mil quinientos alumnos. Las diócesis con una representación más numerosa eran las de Vitoria y las de Santiago de Compostela. Tampoco se quedaba atrás Pamplona ni Deusto, el otro seminario nodriza.
Aquella misma tarde nada más llegar empezaron los ejercicios espirituales que daba un jesuita especialista al que llamaban fray Mocho con una cara lunar como un pandero y los pelos en punta. Bajamos a la capilla, se apagaron todas las luces y en el presbiterio sentado sobre una mesa a la luz de una vela y esgrimiendo una calavera empezó a dar voces:
-Hijitos míos, sabéis lo que dice esta calavera, lo que tú eres yo fui y como me ves te verás.
Jo, ya empezamos. Se hizo un silencio sepulcral, se escuchaban algunos sollozos sordos, contenidos. Porque fray Mocho en su imitación a Hamlet lo hacía fenomenal. ¿Dónde me he metido? Había sido un verano maravilloso, cargado de ilusiones y de expectativas; mi solicitud para entrar en Comillas tardaría en llegar y no me fue comunicada hasta pocos días antes. Por lo visto los padres habrían estado deshojando la margarita ya que mis notas de Segovia no eran lo suficientemente brillantes. Comprendí entones el varapalo que me dio y el feo que me hizo el prefecto Eguillor nada más entrar “te nos has colao”. Tú no eres de los nuestros, no perteneces a este lugar. Traté de coger la marcha pero permanecí la mayor parte de aquel partido en offside.
¿Por qué no daría yo la talla? Acababa de darme de bruces a boca con esa crueldad casi inhumana del catolicismo que nada tiene que ver con el sentimiento cristiano de amor, caridad, compasión hacia los demás y darle importancia demasiada a cosas que no la tienen. Espabila, Antonio, me dije.
-Tienes que despabilar.
Y creo que espabilé. Apareció un profundo sentido crítico en mi personalidad. Desde entonces no soporto a los tontos ni a los hipócritas que van de santurrones por la vida. Y se exacerbó en mí el mismo sentido de rebeldía del cual hacen galas los Cuatro Evangelios. La naturaleza exuberante del paisaje que rodeaba a los tamarindos de la Cardosa, los bramidos del mar en aquella galerna del año 60 en la cual tantos marineros cantábricos perecieron, los partidos del fútbol en el campo del Stella Maris, las peleas entre seminaristas seculares y los novicios del Máximo, las excursiones a aquellas aldeas que tenían nombres dignos de Pereda como Ruiloba, determinaron una visión de las cosas desde un prisma artístico, aquel curso supe que no tendría otro remedio que dedicarme a la literatura.. El cura de Ruiloba era un hombre gordo como un botijo que bajaba a vernos algunos jueves, se le veía descender por la cuesta de la calella portando un paraguas inmenso, hecho todo un brazo de mar. Recuerdo el claustro del Mayor lleno de retratos de los obispos que cursaron los estudios en aquel centro que eran prácticamente todos los españoles. Comillas era un seminario de elite. Recuerdo el lujo de la escalera noble labrada por Gaudí de la puerta principal adornada de mosaicos bizantinos. Y que recogieron toda la riqueza de aquel buen Marqués que se hizo rico con sus navieras a causa de la guerra de Cuba. La construcción de aquel centro comillense, por cierto, le arruinó. Están mismamente en mi memoria los baños en Oyambre, playa dilatada, muy abierta y peligrosísima, donde todos los años había alguno que se ahogaba y a mi casi me pasa. El agua me arrastraba a la ría. Me encomendé a la Virgen y que mandó al padre Heras. ¡Dios le bendiga! Él no sólo me salvó de morir ahogado en las negras aguas de la ría una tarde de mayo, también fue la recompensa a tantos sufrimientos y al tercer grado continuo del Verdugo. Eguillor por lo visto venía de tirocinio de Palencia donde como maestro de novicios para probar la vocación de los aspirantes les sometía a verdaderas torturas psicológicas o lo que los jesuitas denominan el capelo. Como consecuencia de aquellos malos tratos me hice bastante introvertido e inseguro. Vejámenes sexuales nunca los hubo y si los hubo para mí no tienen ninguna importancia. A unos les echaron por irse al baile a san Vicente de la Barquera. Y el protagonista de en Camino aprovecha una visita al medico para irse de putas. El gran incendio de la bahía de Santander le pilla dentro de un prostíbulo. Impresionante escena para una de las mejores novelas y mejor escritas sobre la mala educación sentimental en aquellos seminarios de postguerra hoy vacíos.
Asimismo, Castillo Puche cuenta en otro de sus libros – la experiencia en el seminario marcó su psicología y su carrera periodística, en cierto modo seguí sus pasos porque él tambien fue corresponsal en Nueva York- cómo un diacono el día mismo en que va a ser consagrado presbítero se vuelve loco. Se miraba a las manos. En el canto de la zurda le había salido callos de tanto masturbarse y se encuentra impuro e indigno de que esas manos toquen el cuerpo del Señor en la primera misa. Fuerte, eh, pero fue fuerte, muy fuerte todo aquello y teníamos tan pocos años.
Eguillor el 13 de mayo de 1960 me llamó a su celda para anunciarme que al siguiente curso no volviera. Me pasé una semana tumbado en el camastro llorando. Como mi padre no podía venir a por mí a causa de los gastos del viaje se acordó que permaneciera hasta el final de curso. Durante unas semanas me arrastré por los pasillos. Los compañeros no me ajuntaban. Mira a ese le han echado y las miradas en el refectorio se clavaban en ti como dardos. Aquellos curas podían ser muy santos, muy castos, pero no tenían ni zorra idea de cómo se trata a un ser humano, máxime cuando éste era un niño. En cuna edad critica cuando el alma y el cuerpo se están formando como una masilla. Pero tuve coraje. La salida se hizo un 11 de julio. Ahora se cumple medio siglo de la mañana que arribé a Getafe. Mi padre vino a recibirme en un camión del ejército. Madrid estaba acordonado por la policía pues había llegado en visita oficial el presidente Onganía. Sentí que no tenía vocación pero ante el disgusto de mi madre que casi se muere. Me mandaron al pueblo un par de meses hasta que a mis progenitores se les pasase el disgusto. De modo que, en resolución, opté por regresar al seminario de Segovia el curso siguiente. Sin embargo, tras aquella experiencia dolorosa presumí que iba a empezar la desbandada. Las torturas, los baticores, las infamias no son para contados y en esta vida todo se paga. Todos estos casos de pederastia son a lo mejor el castigo que envía el Señor para que la iglesia jerárquica se arrepienta y enmiende sus formas. En Comillas muchos abandonaron o se metieron a movimientos como la ETA. Sin embargo, uno de los que alcanzaron las gradas del sacerdocio fue el periodista ilustre de Antena 3 Antonio Pelayo, corresponsal en el Vaticano, y de Valladolid, que no sé si llegó a secularizarse. Pérez Bedoya al que recuerdo con afecto es hoy uno de los mejores críticos religiosos del diario El País. Los jesuitas lo despreciaban porque su padre era socialista. Aquellos reverendos padres sólo tenían ojos para los hijos de los capitalistas vascos.
El asunto comillensis lo he dado de lado en mi novela “Nabos en adviento. El seminario vacío. La puerta cerrada”. Ahora le doy gracias a Dios por haber sobrevivido a la hecatombe. Mi fe sigue incólume, tanto como mi rebeldía a la vista de que el Vaticano II ha destruido la parte más noble de la Iglesia dejando incólumes muchos de sus antiguos vicios. Aquellas torturas y escrúpulos sexuales, aquellos sermones con la calavera en la mano, hoy me hacen reír pero entonces hubo mucho a los que marcaron. Tambien los eclesiásticos cometieron muchos pecados y no vale el arrepentimiento ni la atrición, ni la contrición, ni justificaciones baratas como eso de que las iglesia es eterno y que las fuerzas del infierno etc.. Su victimismo actual no les exonera de la culpa. Ahora pueden sentirse víctimas pero entonces eran verdugos como aquel maldito Padre Eguillor. Todavía se me aparece como un ángel exterminador en mis pesadillas. Tú no vales para nada. Te has colao. Eres un inútil. Dios y el tiempo acaban siempre haciendo justicia y poniendo a cada uno en su lugar.
Sería buena una restitución o una reparación del daño a los ofendidos. Yo sobreviví a Eguillor. Bendito sea Dios. No hay mal que mil años dure.
Miércoles, 21 de abril de 2010
El padre Eguillor o la sombra del maligno
Por aquellos días leíamos la “Vida sale al encuentro” o las “Alabanzas a María” de san Alfonso maría de liborio pero yo tenía en mi camarilla que ojeaba a hurtadillas con una linterna por la noche los cuentos de canterbury y la colmena, los cuales estaban prohibidos.
Una gran novela –oh magia divina de la literatura- de José Luís Castillo Puche – “En Camino” me ha retrotraído a aquella mañana del primero de octubre de 1959 en que subí por primera vez la Cardosa comillense. El padre Heras junto con otros dos maestrillos, el gallego Boada y un leonés, había salido a esperarnos a Torrelavega en un autobús; cargamos nuestros baúles y nuestro colchones en la baca y enfilamos la tortuosa carretera que bordea la costa por Santillána del Mar. Mis primeras impresiones fueron sensoriales: el olor a algas y a mar y el olor a cucho. Era mi primer viaje en tren y la primera vez que veía la mar. Ya estábamos en el norte.
Tomamos, el día antes, el correo de Santander en Segovia a las diez de la noche. Éramos siete u ocho. No recuerdo sus rostros pero no se me olvida un nombre el de Roque de Miguel y otro que se llamaba Blanco, ambos hijos de militares. En Valladolid subiría el que luego se convertiría en cura famoso por su enfrentamiento con Rouco, el padre Bermúdez de Castro. En la estación de esta localidad adonde el convoy se presentó a las dos de la mañana- los trenes eran muy lentos en aquella época y el Correo de Santander tardaba doce horas en alcanzar su destino- no se me olvida el padre de Enrique que lucía las estrellas de coronel de aviación. Tampoco se me olvida aquella odisea en un vagón de tercera, el camarote atestado, con dos policías secretas que hacían una conducción carcelaria, una señora gorda que olía a sebo y un campesino de camisa azul palentino que se pasó todo el viaje hablándonos de la guerra. En Palencia subió uno que se llamaba Castrillo y al que yo admiraría mucho a aquel tallo que sería el abanderado del curso, casi dos metros de tío, porque era un forzudo y jugaba muy bien al frontón dándole a la pelota a sobaquillo. La sequedad de Castilla se transformó en frescura y recuerdo la entrada en Reynosa. Gasté los últimos ahorros que me diera mi madre en la compra de unas ricas mantecadas. El padre Heras y los maestrillos nos trataron con mucho afecto y el padre Heras, sobre todo, que a mi me recordaba al cura de Ars y venía a despertarse muchas noches para que me levantara a orinar, fue el justo de Israel que compensó todos los sufrimientos, humillaciones, cabronadas de toda índole que padecí en aquel solitario caserón donde mis sentidos y mi alma se abrieron a la vida en medio de una recia vocación y de amor a Cristo. El verdugo era un vasco que se llamaba el padre Eguillor y era nuestro perfecto de estudios. En mi primera entrevista lo primero que me espetó por toda salutación, muy basto era aquel cura con los ojos encendidos y el pelo de escarpia:
-Tú no tienes nivel para estar en un seminario de elite. Te nos has “colao”.
Recibir de esa forma a un muchacho que quiere ser cura con quince años me impresionó profundamente y me llenó el alma de dudas y fue un activo de las inseguridades que he tenido de por vida. Creo que aquel verdugo con sotana y el pelo en escarpia, orgulloso y sádico inculcó en mí el anhelo de demostrarle que no llevaba razón.
Yo era bueno en redacción y composición, aunque Eguillor me cateó en latín, pero inepto para las matemáticas, la Física y la Química. En el griego adelanté mucho en las clases del padre Mayor, otro hombre de Dios y del padre Penagos un santanderino que hablaba muy deprisa y al que apenas se le entendía. En literatura teníamos al padre Martino, el cual había estado tantos años en Alemania que creo que se le había olvidado el castellano. Otra eminencia del cuadro de profesores era el padre Rábago el cual nos daría una conferencia de su experiencia como traductor en el sequito de Franco que fue a recibir a Eisenhower en su gira triunfal a Madrid el año 58. Los del grupo de propagandistas entre los que se encontraba un periodista que se llamaba Pérez Lozano nos daban charlas en el paraninfo.
Se decían cosas portentosas del padre Nieto un especialista en mística del que se creía que había obrado algún milagro. Era sin embargo un hombre muy feo que tenía una cabeza casi monstruoso que daba un poco de miedo. El padre Prieto a cuya escolanía tuve el orgullo de pertenecer fue una de las eminencias en Música. Aquel curso el seminario estaba abarrotado. Éramos mil quinientos alumnos. Las diócesis con una representación más numerosa eran las de Vitoria y las de Santiago de Compostela. Tampoco se quedaba atrás Pamplona ni Deusto, el otro seminario nodriza.
Aquella misma tarde nada más llegar empezaron los ejercicios espirituales que daba un jesuita especialista al que llamaban fray Mocho con una cara lunar como un pandero y los pelos en punta. Bajamos a la capilla, se apagaron todas las luces y en el presbiterio sentado sobre una mesa a la luz de una vela y esgrimiendo una calavera empezó a dar voces:
-Hijitos míos, sabéis lo que dice esta calavera, lo que tú eres yo fui y como me ves te verás.
Jo, ya empezamos. Se hizo un silencio sepulcral, se escuchaban algunos sollozos sordos, contenidos. Porque fray Mocho en su imitación a Hamlet lo hacía fenomenal. ¿Dónde me he metido? Había sido un verano maravilloso, cargado de ilusiones y de expectativas; mi solicitud para entrar en Comillas tardaría en llegar y no me fue comunicada hasta pocos días antes. Por lo visto los padres habrían estado deshojando la margarita ya que mis notas de Segovia no eran lo suficientemente brillantes. Comprendí entones el varapalo que me dio y el feo que me hizo el prefecto Eguillor nada más entrar “te nos has colao”. Tú no eres de los nuestros, no perteneces a este lugar. Traté de coger la marcha pero permanecí la mayor parte de aquel partido en offside.
¿Por qué no daría yo la talla? Acababa de darme de bruces a boca con esa crueldad casi inhumana del catolicismo que nada tiene que ver con el sentimiento cristiano de amor, caridad, compasión hacia los demás y darle importancia demasiada a cosas que no la tienen. Espabila, Antonio, me dije.
-Tienes que despabilar.
Y creo que espabilé. Apareció un profundo sentido crítico en mi personalidad. Desde entonces no soporto a los tontos ni a los hipócritas que van de santurrones por la vida. Y se exacerbó en mí el mismo sentido de rebeldía del cual hacen galas los Cuatro Evangelios. La naturaleza exuberante del paisaje que rodeaba a los tamarindos de la Cardosa, los bramidos del mar en aquella galerna del año 60 en la cual tantos marineros cantábricos perecieron, los partidos del fútbol en el campo del Stella Maris, las peleas entre seminaristas seculares y los novicios del Máximo, las excursiones a aquellas aldeas que tenían nombres dignos de Pereda como Ruiloba, determinaron una visión de las cosas desde un prisma artístico, aquel curso supe que no tendría otro remedio que dedicarme a la literatura.. El cura de Ruiloba era un hombre gordo como un botijo que bajaba a vernos algunos jueves, se le veía descender por la cuesta de la calella portando un paraguas inmenso, hecho todo un brazo de mar. Recuerdo el claustro del Mayor lleno de retratos de los obispos que cursaron los estudios en aquel centro que eran prácticamente todos los españoles. Comillas era un seminario de elite. Recuerdo el lujo de la escalera noble labrada por Gaudí de la puerta principal adornada de mosaicos bizantinos. Y que recogieron toda la riqueza de aquel buen Marqués que se hizo rico con sus navieras a causa de la guerra de Cuba. La construcción de aquel centro comillense, por cierto, le arruinó. Están mismamente en mi memoria los baños en Oyambre, playa dilatada, muy abierta y peligrosísima, donde todos los años había alguno que se ahogaba y a mi casi me pasa. El agua me arrastraba a la ría. Me encomendé a la Virgen y que mandó al padre Heras. ¡Dios le bendiga! Él no sólo me salvó de morir ahogado en las negras aguas de la ría una tarde de mayo, también fue la recompensa a tantos sufrimientos y al tercer grado continuo del Verdugo. Eguillor por lo visto venía de tirocinio de Palencia donde como maestro de novicios para probar la vocación de los aspirantes les sometía a verdaderas torturas psicológicas o lo que los jesuitas denominan el capelo. Como consecuencia de aquellos malos tratos me hice bastante introvertido e inseguro. Vejámenes sexuales nunca los hubo y si los hubo para mí no tienen ninguna importancia. A unos les echaron por irse al baile a san Vicente de la Barquera. Y el protagonista de en Camino aprovecha una visita al medico para irse de putas. El gran incendio de la bahía de Santander le pilla dentro de un prostíbulo. Impresionante escena para una de las mejores novelas y mejor escritas sobre la mala educación sentimental en aquellos seminarios de postguerra hoy vacíos.
Asimismo, Castillo Puche cuenta en otro de sus libros – la experiencia en el seminario marcó su psicología y su carrera periodística, en cierto modo seguí sus pasos porque él tambien fue corresponsal en Nueva York- cómo un diacono el día mismo en que va a ser consagrado presbítero se vuelve loco. Se miraba a las manos. En el canto de la zurda le había salido callos de tanto masturbarse y se encuentra impuro e indigno de que esas manos toquen el cuerpo del Señor en la primera misa. Fuerte, eh, pero fue fuerte, muy fuerte todo aquello y teníamos tan pocos años.
Eguillor el 13 de mayo de 1960 me llamó a su celda para anunciarme que al siguiente curso no volviera. Me pasé una semana tumbado en el camastro llorando. Como mi padre no podía venir a por mí a causa de los gastos del viaje se acordó que permaneciera hasta el final de curso. Durante unas semanas me arrastré por los pasillos. Los compañeros no me ajuntaban. Mira a ese le han echado y las miradas en el refectorio se clavaban en ti como dardos. Aquellos curas podían ser muy santos, muy castos, pero no tenían ni zorra idea de cómo se trata a un ser humano, máxime cuando éste era un niño. En cuna edad critica cuando el alma y el cuerpo se están formando como una masilla. Pero tuve coraje. La salida se hizo un 11 de julio. Ahora se cumple medio siglo de la mañana que arribé a Getafe. Mi padre vino a recibirme en un camión del ejército. Madrid estaba acordonado por la policía pues había llegado en visita oficial el presidente Onganía. Sentí que no tenía vocación pero ante el disgusto de mi madre que casi se muere. Me mandaron al pueblo un par de meses hasta que a mis progenitores se les pasase el disgusto. De modo que, en resolución, opté por regresar al seminario de Segovia el curso siguiente. Sin embargo, tras aquella experiencia dolorosa presumí que iba a empezar la desbandada. Las torturas, los baticores, las infamias no son para contados y en esta vida todo se paga. Todos estos casos de pederastia son a lo mejor el castigo que envía el Señor para que la iglesia jerárquica se arrepienta y enmiende sus formas. En Comillas muchos abandonaron o se metieron a movimientos como la ETA. Sin embargo, uno de los que alcanzaron las gradas del sacerdocio fue el periodista ilustre de Antena 3 Antonio Pelayo, corresponsal en el Vaticano, y de Valladolid, que no sé si llegó a secularizarse. Pérez Bedoya al que recuerdo con afecto es hoy uno de los mejores críticos religiosos del diario El País. Los jesuitas lo despreciaban porque su padre era socialista. Aquellos reverendos padres sólo tenían ojos para los hijos de los capitalistas vascos.
El asunto comillensis lo he dado de lado en mi novela “Nabos en adviento. El seminario vacío. La puerta cerrada”. Ahora le doy gracias a Dios por haber sobrevivido a la hecatombe. Mi fe sigue incólume, tanto como mi rebeldía a la vista de que el Vaticano II ha destruido la parte más noble de la Iglesia dejando incólumes muchos de sus antiguos vicios. Aquellas torturas y escrúpulos sexuales, aquellos sermones con la calavera en la mano, hoy me hacen reír pero entonces hubo mucho a los que marcaron. Tambien los eclesiásticos cometieron muchos pecados y no vale el arrepentimiento ni la atrición, ni la contrición, ni justificaciones baratas como eso de que las iglesia es eterno y que las fuerzas del infierno etc.. Su victimismo actual no les exonera de la culpa. Ahora pueden sentirse víctimas pero entonces eran verdugos como aquel maldito Padre Eguillor. Todavía se me aparece como un ángel exterminador en mis pesadillas. Tú no vales para nada. Te has colao. Eres un inútil. Dios y el tiempo acaban siempre haciendo justicia y poniendo a cada uno en su lugar.
Sería buena una restitución o una reparación del daño a los ofendidos. Yo sobreviví a Eguillor. Bendito sea Dios. No hay mal que mil años dure.
Miércoles, 21 de abril de 2010
lunes, 19 de abril de 2010
MICER FRANCISCO IMPERIAL Y LA POESÍA LITÚRGICA DEL SIGLO XV.
Por antonioparragalindo.
domingo, 18 de abril de 2010
“divino Apolo, a ti me encomiendo, ayúdame con tu sapiencia. Que en este sueño de escribir atiendo” Así comienza el “Decir de las siete virtudes” un poema alegórico, con muchas claves y que por su frescura recuerda esos dípticos de la pintura de los pequeños alemanes que enmarcan paisajes bucólicos e inocentes de la edad media… “en un florido prado dó un rosal enflora”, con sus vírgenes lactantes, los ropajes principescos o los ángeles rubios que pinta como nadie Fra Angélico.
Actualmente, una época donde se niega la palabra y hasta son capaces de sacar la pistola, ciertos críticos adocenados, cuando hay un verbo que no los suena o tienen que mirar en el diccionario un vocablo, convendría enfrascarse en la lectura de estos artistas de la palabra, para conjurar ciertos fantasmas y demonios familiares. La ramplonería y la vulgaridad se quiere que habiten entre nosotros.
Esta inversión de las calidades lexicografitas y semánticas es una táctica de dominación a cargo de las fuerzas invisibles que tienen miedo a la palabra y en rebelión contra el axioma inexorable de in principio erat Verbum.
El hecho es que este genovés que llegó a Almirante de Castilla y que dedica el poema aludido al nacimiento del rey don Juan II en Toro hijo de la inglesa Catalina de Lancaster en 1404, casada con Juan I, discípulo del Dante ha sido uno de los poetas más estudiados por los hispanólogos.
Su poesía oculta no pocos arcanos y secretos de la mentalidad del mester de clerecía porque no era un autor de masas sino de elites.. Por ejemplo a través de Imperial se no tiene noticia de las conmociones contra los usureros que se suceden una tras otra en motines populares tanto en Castilla como en Andalucía. La bestia yudearra, a su decir, es una sanguijuela himplada de odio y de desesperación. El quincento es el siglo de la alegoría. El símbolo.
La lectura oculta, disfraza el sentido implícito o lo que e oculta detrás de una estrofa o de un verso. Francisco imperial anuncia en sus versos que el nuevo rey de castilla aunque favorecedor de las artes y de los poetas deparará desasido y en manos de validos sus reinos lo que redundará en el descontento de sus súbditos, el hambre, la pobreza, la injusticia, el bandolerismo de los que haría responsable al alto clero y a los rabinos. El reinado de este monarca concluye con una guerra con Portugal que derivaría en civil entre los secuaces de Isabel la Católica y la Beltraneja.
Asimismo, deja caer un aserto que cobra relieve en la actualidad pues dice que el fin del mundo no vendrá por la obcecación de mahoma sino por la ideología fanática de los de moisés que apoyarán al anticristo. Barajemos mensajeros y analicemos el trobar clus de este vate italo- provenzal. De su barajadura se podrán obtener en forma de acertijo las adivinaciones por una iglesia prevaricadora y una nobleza despiadada en la que se anuncia no sólo el fin del mundo sino la destrucción de las cristiandades por otro Judas.
Sus versos recuerdan la riqueza de los camafeos cuajados de pedrería y broslados de seda de las viejas casullas. De vez en cuando invoca a la madona (en latin, en castellano, en árabe y en inglés) oh mother of God, help… salve regina.. saha bici alhanina alquabila mora (a ti invoque piadosa la gente mora). Desde luego se trata de un texto difícil, plagado de recursos retóricos (efodos, mozdobres, poliptoton, exposiciones, extrapolaciones, repeticiones) muy trabajado siguiendo los consejos del pulido constante de los versos, según recordaba Horacio, limae labor et mora.
La literatura ha de tomarse su tiempo y a veces ha de presentarse al lector en medio de velos de oscuridad como las vestales. Pues cuanto menos enseñas, más sugieres. Los antiguos utilizaban una serie de recursos retóricos, hoy desaparecidos, que incentivan la importancia de la literatura oral y que convertían al arte literario en el primero de todas las bellas artes. Otra característica es la relación que tenía el arte poético medieval con la liturgia cristiana grecolatina. Imperial en este largo poema dedicado al natalicio del rey de castilla sigue la estructura de a mesa de pascua con su introito, su doxología, su epiclesía, su eucaristía y su eulogía, de la misa del Sábado de Gloria el novilunio de primavera cuando el sol está en Aries y que ya para los romanos tenía características sagradas. El racional de William Durandus, un cisterciense inglés que estudia la fecha de la fijación de la pascua cristiana y explica todos los cantos y lecciones de ese día, se basa en todo el ceremonial muzárabe al respecto y es el que sigue el poeta genovés, que escribe en castellano, para ensalzar el natalicio de Juan II.
Por antonioparragalindo.
domingo, 18 de abril de 2010
“divino Apolo, a ti me encomiendo, ayúdame con tu sapiencia. Que en este sueño de escribir atiendo” Así comienza el “Decir de las siete virtudes” un poema alegórico, con muchas claves y que por su frescura recuerda esos dípticos de la pintura de los pequeños alemanes que enmarcan paisajes bucólicos e inocentes de la edad media… “en un florido prado dó un rosal enflora”, con sus vírgenes lactantes, los ropajes principescos o los ángeles rubios que pinta como nadie Fra Angélico.
Actualmente, una época donde se niega la palabra y hasta son capaces de sacar la pistola, ciertos críticos adocenados, cuando hay un verbo que no los suena o tienen que mirar en el diccionario un vocablo, convendría enfrascarse en la lectura de estos artistas de la palabra, para conjurar ciertos fantasmas y demonios familiares. La ramplonería y la vulgaridad se quiere que habiten entre nosotros.
Esta inversión de las calidades lexicografitas y semánticas es una táctica de dominación a cargo de las fuerzas invisibles que tienen miedo a la palabra y en rebelión contra el axioma inexorable de in principio erat Verbum.
El hecho es que este genovés que llegó a Almirante de Castilla y que dedica el poema aludido al nacimiento del rey don Juan II en Toro hijo de la inglesa Catalina de Lancaster en 1404, casada con Juan I, discípulo del Dante ha sido uno de los poetas más estudiados por los hispanólogos.
Su poesía oculta no pocos arcanos y secretos de la mentalidad del mester de clerecía porque no era un autor de masas sino de elites.. Por ejemplo a través de Imperial se no tiene noticia de las conmociones contra los usureros que se suceden una tras otra en motines populares tanto en Castilla como en Andalucía. La bestia yudearra, a su decir, es una sanguijuela himplada de odio y de desesperación. El quincento es el siglo de la alegoría. El símbolo.
La lectura oculta, disfraza el sentido implícito o lo que e oculta detrás de una estrofa o de un verso. Francisco imperial anuncia en sus versos que el nuevo rey de castilla aunque favorecedor de las artes y de los poetas deparará desasido y en manos de validos sus reinos lo que redundará en el descontento de sus súbditos, el hambre, la pobreza, la injusticia, el bandolerismo de los que haría responsable al alto clero y a los rabinos. El reinado de este monarca concluye con una guerra con Portugal que derivaría en civil entre los secuaces de Isabel la Católica y la Beltraneja.
Asimismo, deja caer un aserto que cobra relieve en la actualidad pues dice que el fin del mundo no vendrá por la obcecación de mahoma sino por la ideología fanática de los de moisés que apoyarán al anticristo. Barajemos mensajeros y analicemos el trobar clus de este vate italo- provenzal. De su barajadura se podrán obtener en forma de acertijo las adivinaciones por una iglesia prevaricadora y una nobleza despiadada en la que se anuncia no sólo el fin del mundo sino la destrucción de las cristiandades por otro Judas.
Sus versos recuerdan la riqueza de los camafeos cuajados de pedrería y broslados de seda de las viejas casullas. De vez en cuando invoca a la madona (en latin, en castellano, en árabe y en inglés) oh mother of God, help… salve regina.. saha bici alhanina alquabila mora (a ti invoque piadosa la gente mora). Desde luego se trata de un texto difícil, plagado de recursos retóricos (efodos, mozdobres, poliptoton, exposiciones, extrapolaciones, repeticiones) muy trabajado siguiendo los consejos del pulido constante de los versos, según recordaba Horacio, limae labor et mora.
La literatura ha de tomarse su tiempo y a veces ha de presentarse al lector en medio de velos de oscuridad como las vestales. Pues cuanto menos enseñas, más sugieres. Los antiguos utilizaban una serie de recursos retóricos, hoy desaparecidos, que incentivan la importancia de la literatura oral y que convertían al arte literario en el primero de todas las bellas artes. Otra característica es la relación que tenía el arte poético medieval con la liturgia cristiana grecolatina. Imperial en este largo poema dedicado al natalicio del rey de castilla sigue la estructura de a mesa de pascua con su introito, su doxología, su epiclesía, su eucaristía y su eulogía, de la misa del Sábado de Gloria el novilunio de primavera cuando el sol está en Aries y que ya para los romanos tenía características sagradas. El racional de William Durandus, un cisterciense inglés que estudia la fecha de la fijación de la pascua cristiana y explica todos los cantos y lecciones de ese día, se basa en todo el ceremonial muzárabe al respecto y es el que sigue el poeta genovés, que escribe en castellano, para ensalzar el natalicio de Juan II.
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