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viernes, 17 de abril de 2015

TODAVIA DE RODRIGO ROLLO

Rodrigo Royo "TODAVIA", LA MEJOR NOVELA DE LA GUERRA CIVIL
 


 


 


Por ser el otro día las Candelas no corrimos el gallo la antevíspera pero fuimos en procesión con las paridas con un pichón y dos tórtolas y a la mañana siguiente una vela a san Blas que nos librará de la tos ferina.


 


Con hogueras honramos a santa Brígida y hoy santa Águeda bendita nos muestra, pudorosa, los pechos cercenados por el pretor Quinciano a cuyo apetito carnal no quiso condescender aquella doncella romana ¿Por qué, cobarde, cercenas las tetas de una mujer? La gloriosa virgen siciliana nos amamantará con el maná de la Redención y los zamarriegos están que lo tiran. Es fiesta en Zamarramala y dicen que hoy mandan las mujeres y aunque no lo crean las “Pusis” Cristo fue el primer feminista.


 


Pero me inhibo, no quiero leer las noticias amenazadoras que coartarán nuestras libertades y, uncido al carro vigilante de Google, me sumo en una de las novelas que guardaban turno en las filas de mi anaquel “Todavía” de mi maestro Rodrigo Royo y paso una horas deliciosas estos días primeros de febrero cuando vuelven las cigüeñas y la epacta llega bien apretada de festividades y honras significativas a los santos mártires, doctores, confesores y santas vírgenes de nuestra Santa Madre la Iglesia.


 


¿Será que en las auras de la noche hay un remecer de primavera? La novela de mi maestro y director el que me abrió las difíciles y misteriosas puertas carreteras de esta profesión y parece que me habla desde las páginas del libro primorosamente editado y que fue premio Ateneo de Sevilla 1974 es un grito frente a las crueldades del destino y un susurro de resignación pues tendrá que ser así aunque no sea justo tanto olvido.


 


Escuché la voz de Rodrigo, su carcajada, su estilo inimitable. Escribir es encontrar una voz propia que llega entre las alas de los ángeles y me acuerdo de la frase de Quevedo Escucho con mis ojos con los muertos vivo en conversación con los difuntos. Es la magia de la literatura y hay que dar gracias a Dios porque los españoles podemos hallar verdaderos tesoros escondidos en los libros de autores a los que dieron de lado, de apellidos malditos, ristra de nombres descatalogados.


 


Ningún texto de los que pregona el Mundo en sus páginas culturales ensalzando mediocridades en inglés logra la talla de un manuscrito como este (Rodrigo Royo siempre escribía a mano y con pluma, nunca a máquina.) Claro esto es la ley del embudo. España vive un proceso de desespañolización tendente a privar a las nuevas generaciones de la verdad y del goce estético. España despanzurrada y exangüe, España sin medula. Es un ente de razón, una mariposa disecada entre las páginas de un misal.


 


 Este olvido es para mí mucho más nocivo que todos eso escándalos financieros de la hora presente (a nuestros cronistas de la radio y de la tele, a nuestros bustos parlantes parece les dieron azogue y pica, pues no paran, oye, en sus letanías, el país está hecho una braga)) que siendo graves en sí tienen por objeto comerle el coco al currito de a pie, lavarle el cerebro. Friegas de papel de estraza de crispación, insultos al pasado.


 


El mensaje de esta gran novela dice que los vencedores habiendo ganado la guerra luego la perdieron en la paz dentro de un marco largo de la legalidad y la reconversión tecnológica, del fracaso de las ideologías. De ahí nos viene el letargo.


 


Los luchadores por la libertad de uno y otro consorcio devinieron esclavos. Hemos vuelto a la normalidad, se escuchaba el aullido cenagoso de la mentira. Las espadas lucían en el aire esgrimiendo su desquite. Los goznes de la historia chirriaban estridentes con su oxidada marcha atrás. Estamos otra vez en el punto de partida pero qué hermoso era el verano en Alea. Queremos mujeres y a vosotros ¿os gustan las profesionales o las aficionadas? Igual me da, yo lo que quiero es joder… pero en la inmensa oscuridad del cielo las estrellas se desvanecían asustadas...


 


Miguel Chorreta el anarquista y Rafael el falangista el hijo del terrateniente se parecen como dos hermanos mielgos y se complementan en su mentalidad revolucionaria, en su bondad en su lucha por el bien común, apéndice psicológicos de las contradicciones del novelista, puesto que articulan en su propuesta revolucionaria dos aspectos de la vasta personalidad del autor que en Alea (Alcira) en la Mancha valenciana efectúa un canto a su patria chica como apéndice de su patria grande: España. Alea era una tarjeta postal un pueblo con castillo en manos de veinte familias. Alea. Alcira. “alea jacta est”. Nunca sin embargo pasaremos el Rubicón.


 


Viene la revolución y Chorreta manda fusilar al dictado de lo que le impone su mente pero contraviniendo los consejos de su corazón al cura a don Práxedes y a otros diez más. Les dan el paseo de madrugada a la luz de los faros de un Hispano Suiza con el motor al relentí iluminando la ardiente oscuridad del barbecho una noche de agosto. Escena impresionante. Cuando entran los nacionales y cambian las banderas, Chorreta y sus compinches serán pasados por las armas, cabe las tapias del cementerio. Eso sí los nacionales a sus víctimas no las paseaban,  las fusilaban tras un juicio previo ante un consejo de guerra aunque para el caso viene a ser lo mismo. Escena no menos impresionante porque entre le pelotón de soldados hay algún militar que se viene abajo y rehúsa la orden de fuego. Rafael el falangista quiso  reanudar la labor dejada a medias por el anarquista pero a Rafael también fue engullido por las pirañas de la normalidad: los banqueros, los tecnócratas que mean agua bendita, la imponderable castuza política que cayó sobre nosotros como un baldón.


 


Ni Galdós ni Baroja hubieran sido capaces de describir una cosa así, con tanta solercia, con tanta acuidad, con tanto salero. Eran demasiado garbanceros, demasiado famosos y en este país unos ensillan y otros cabalgan. También en literatura.


 


Rodrigo Royo realiza un tour de force en tales episodios con capacidades sinfónicas porque era aparte de un gran escritor y periodista un excelente violinista La novela viene a tener calidades de partitura sinfónica. Cruda trama pero tan árido escenario se le hubiera ido de las manos a cualquier narrador menos capaz. Entre medias se dan cita la ternura, el amor, las dudas porque ni unos ni otros son enteramente buenos ni enteramente perversos. La guerra. culpable del odio fratricida, se escucha lejana en este pueblo de la retaguardia.


 


El enfrentamiento de dos ideologías urde los hilos del pathos que dejaría un reguero de sangre y más de un millón de muertos. Después, cada mochuelo a su olivo.


 


Miguel Chorreta (maravillosamente descrito y una prolongación del alma del novelista) aparte de guerrillero se muestra como un organizador capaz que piensa en el futuro e idea un sistema de pozos artesianos para extraer de los montes cercanos un raudal que llevase el agua al pueblo de secano. Luego está la gracia, la chispa, el donaire y el interés que hacen sugestiva y maravillosa a una obra de arte, el lenguaje, la sintaxis de un estilo sencillo pero por eso mismo inimitable.


 


He escuchado la voz de Rodrigo a lo largo de estas páginas, sus carcajadas, su inconformismo, su intolerancia, su bonhomía y su perdón porque era generoso y magnánimo con sus semejantes (Padre, perdónalos) y la alacridad frente a las cuestiones sexuales.


 


El capítulo del burdel de Valencia donde conocen el amor los jóvenes de Alea constituye una obra maestra de psicología así como la descripción del amor platónico que siente Rafael hacia su novia Carmenchu a la cual no llega a conocer en sentido bíblico  Los hombres y las mujeres cuando les ha salido callos en el corazón sienten la punzada del desencanto por no haber consumado el amor de su adolescencia. El hombre a veces lo perdona y se lo perdona a sí mismo. La mujer no se lo perdona jamás ni se lo perdona al hombre. Volver la vista atrás ¿para qué? 


 


Ello revela un gran conocimiento por parte del autor de la psicología amorosa. Estas rendijas del pasado quedarán en el recuerdo como burletes que nadie conseguirá tapar. Miguel el jefe del comité es el buen salvaje pero el destino le va a jugar una mala pasada a este anarquista cuyo ideal consistía en hacer el bien y si no lograba hacer el bien realizar el menor daño posible a sus semejantes.


 


Hay la escena de la castración de un miliciano e incluso la violación de una mujer que a no ser por la pericia para relatar que exhibe el autor hubieran resultado chabacanas pero se convierten en elegantes páginas de humor y de distanciamiento cervantino.


 


Todavía” es un clásico, sin duda una de las grandes novelas de nuestra guerra civil escrita de forma sencilla, ágil pero manejando infinidad de recursos de fabulación que sólo poseen aquellos hombres del Movimiento (Tomás Salvador, Luis Romero, Emilio Romero, José Luis Castillo Puche, Rafael Sánchez Mazas, Rodrigo Royo, Álvaro Cunqueiro, Cela, Vicente Soto) toda una pléyade surgida en aquel illic et nunc que nunca volverá a repetirse en España. “Todavía” me ha traído esta noche auras del azahar de los naranjales levantinos en este día frío de Santa Águeda cuando en Madrid empieza a sentirse la primavera.


 


La última vez que lo vi el año 80 ante una mesa enorme de caoba de director de periódico – parecía un evacuado de la guerra civil- de la calle San Roque, cerraba hostigado por unos y por otros el diario Informaciones daba sopas a un gatito que le habían regalado las monjas y me dijo:


 


-Hora es ya de irse a escribir una novela


 


Nunca la llegó a escribir pero se puso a tocar el violín para amansar a las fieras. Sus acreedores le zarandeaban por la pechera. Murió a los pocos meses.


 


Todavía” fue su testamento literario pero esta noche de febrero oí su voz que me gritaba. Rodrigo era un ángel encaramado en lo más alto de un lucero. Lo fusilaron unos y otros y su voz o su lamento que escucho desde mi celda es el llanto de España.


 


Todavía no nos podrán arrebatar el entusiasmo, el goce estético que nos produce una obra de arte, aunque lo hayamos perdido todo, hasta la camisa a manos de los arrebatacapas de siempre. Estamos rodeados y hoy el cine, la tele, los periódicos, los “books” son una herramienta propagandística. Fuera, quedan pocos todavías. Mejor encontrarlos adentro.


 


 

miércoles, 18 de marzo de 2015

malditas guerras las cartas de un soldado inglés caido en ypres aparecen despues de un siglo en un baul de la abuela

'The food isn't up to much and I long to see you again': Poignant letters between mother and soldier son who died in World War One discovered in chest unseen for 100 YEARS

  • FEMAIL writer discovers family treasure trove from the First World War
  • Her great uncle Charles Harold Reynolds was eldest of Esther's four sons
  • He fought at bloody battle of Ypres and killed on 7 August, 1917
  • Wrote letters to his 'Darling Mother' from the trenches 
  • Grief stricken mum kept letters, photos and medals as last link to first born

The small, battered tin trunk wasn't much to look at, with its rusty hinges and dented sides.
But inside were one mother's treasured mementos of the beloved son who got left behind in time having been killed in 1917 during one of the bloodiest battles of the First World War. 

The stained, small diary, a caricature sketched in the trenches, treasured photographs and longed-for letters were all perfectly preserved before being packed away and forgotten inside a dusty corner of the attic, unseen for almost 100 years.
The tin trunk was crammed full of personal letters, cards and photographs belonging to Esther commemorating the life of her eldest son, Charles Harold, who was killed in the First World War. Here is a letter addressed to 'My Darling Mother' in which the soldier describes how much he misses her food
The tin trunk was crammed full of personal letters, cards and photographs belonging to Esther commemorating the life of her eldest son, Charles Harold, who was killed in the First World War. Here is a letter addressed to 'My Darling Mother' in which the soldier describes how much he misses her food
Leda's six-year-old daughter Verity peers into the battered tin trunk, which once belonged to her great-great grandmother, Esther Reynolds
Leda's six-year-old daughter Verity peers into the battered tin trunk, which once belonged to her great-great grandmother, Esther Reynolds


Esther Reynolds was already a widow when her son Charles Harold joined the Army
Charles Harold Reynolds joined the Army before the First World War to help his widowed mother make ends meet
Esther Reynolds was already a widow when her son joined the Army to help his mother make ends meet
It was while unpacking boxes following a house move that my six-year-old daughter, Verity, and I stumbled across this treasure trove of memories.
For the trunk had belonged to my great grandmother, Esther Reynolds, whose three sons had dutifully gone off to fight from 1914 to 1918 in the 'war to end all wars' but only two of them had come back, her eldest, Charles, having been killed in August 1917 in Ypres, Belgium.
I had unknowingly inherited the trunk which had been stashed inside an old blanket box belonging to my grandmother, Margaret, which I had just moved between the attics of my various homes. 
The chest was the last link a mother had ever had with her son, Charles, who was known to the family by his middle name, Harold.
Carefully bundled together were the letters he'd written to his 'Darling Mother', revealing nothing of the horrors he was facing as a serjeant (sic) with the Royal Field Artillery, but instead comparative trivia such as the food was 'not up to much' and how he longed to see her and eat 'real' food again.
In one of the letters, again addressed to his Darling Mother, he writes: 'I have received your parcel containing pineapple, chocolates, cigarettes and I got it at the time the pineapple was delicious. The banana was crushed but I ate it just the same.' 
The stained Soldier's Small Book which had belonged to Harold was found in the trunk
The stained Soldier's Small Book which had belonged to Harold was found in the trunk
Chatty: In one the letters, Harold thanks his mother for her gift of a pineapple and said although the banana had arrived squashed, he had eaten it
Chatty: In one the letters, Harold thanks his mother for her gift of a pineapple and said although the banana had arrived squashed, he had eaten it
Charles Harold posed for a photo in his First World War uniform
A snap of Harold looking handsome in his uniform was in Esther's box
Photographs of Harold were all that Esther had left of her eldest son and even the torn one on the left was among the treasured collection
Referring in the letter to his brother, who was also away fighting, he said: 'I was very pleased to hear that Leslie was alright. It is a very good paper as it tells the truth about the different things that are happening out here.
'I got a letter of the War Budget from Aunt on the same day I got your present. The watch is keeping very good time and is very strong.
'Dear mother, I am still in the best health and hope to remain so and I hope that you are quite alright.

'I hope you will send me that John Bull as it is nothing to write about. Your loving son, Harold.'  
There was a photograph of a smiling, handsome man in uniform and I scrutinised the photograph for family resemblances before looking at an accompanying letter from the War Office informing Mrs Reynolds that her son, Charles Harold, had died.
It was a mass produced letter and it showed, with a gap left to insert the name of the recipient. The War Office was under a siege of its own, with inquiries from tens of thousands of frantic mothers, wives and sisters trying in vain to find out why they hadn't heard from their son, husband or brother.
Another letter, obviously in response to a desperate plea for information from Esther, said that Harold had died on August 7,1917, at Ypres, from his wounds and been buried.
The letter from the War Office informing Esther that her son had died from his wounds on 7 August, 1917
The letter from the War Office informing Esther that her son had died from his wounds on 7 August, 1917
The caricature, which was tucked inside the inside cover of the diary, entitled Sonny Jim and signed 'From Archie' and dated 9 February, 1917
The caricature, which was tucked inside the inside cover of the diary, entitled Sonny Jim and signed 'From Archie' and dated 9 February, 1917
The assortment of embroidered remembrance cards, often given to the relatives of those killed in battle, were now the only tangible symbol of Esther's grief.
Having already lost her husband years earlier from pneumonia and with two of three sons - Leslie and Harry (my grandfather) at the Front - her anguish must have been unimaginable.
I wondered, as she must have questioned, whether the irregular, dark brown stain on the cover was Harold's blood.
There was a bronze memorial plaque bearing his name - which I later discovered was issued to all those who had died in the First World War and therefore became known as Dead Men's Pennies - his service medals and bemusedly, an insurance certificate, stating how much Esther would be paid upon his death.
I rang my mother, Margaret, in Lincolnshire to find out what she could tell me. After all, Harold had been her father's brother.
She was amazed at my discovery. 'I didn't know any of this,' she said. 'No one's ever mentioned those letters and things to me.'
Charles, who was known to his family as Harold, circled, enjoys a meal with his Army friends in Hyderabad Sind, India, in 1913
Charles, who was known to his family as Harold, circled, enjoys a meal with his Army friends in Hyderabad Sind, India, in 1913
A programme of events for an evening out in Hyderabad Sind, dated 25 September, 1913 and an old cigarette card were wrapped around a photograph of Charles
A programme of events for an evening out in Hyderabad Sind, dated 25 September, 1913 and an old cigarette card were wrapped around a photograph of Charles
The bronze death plaque bearing Harold's name was one of millions sent to the families of soldiers killed during the Great War quickly earning it the name Dead Men's Pennies
The bronze death plaque bearing Harold's name was one of millions sent to the families of soldiers killed during the Great War quickly earning it the name Dead Men's Pennies
Inside the chest, here was also a boxed medal commemorating the sinking of the RMS Lusitania, which was issued to stoke up anti-German propaganda after the ship was torpedoed.
With a bit of detective work, and the ever fading memories of my mother, herself now 82, I began to piece together the importance of the chest, the contents of which had probably not been seen for almost 100 years
Esther had been widowed when her husband, Harold, had died after a long fight with pneumonia. 
With four young boys to care for, she had done the best she could, teaching them all to read music and play the piano, her own father having been a musician.
However, struggling to make ends meet, as soon as Harold was old enough, he joined the regular army and gave her money to help her buy food and clothing for his brothers.
The letter detailing Harold's inclusion in an insurance scheme
The letter detailing Harold's inclusion in an insurance scheme
With amazing forethought for a 19-year-old man in those days, he also took out a life insurance policy, ensuring that should anything happen to him, his mother would receive a payout.
Her middle son, Leslie, had been wounded three times and sent back to the Front before being invalided out, and, Harry, a dispatch rider, had ferried important messages back and forth before suffering a shattering leg injury. Only the youngest, Norman, was left at home.
Charles was killed at Ypres, having apparently died from his wounds in a field ambulance. He had been a member of the Royal Field Artillery, and as a driver, would guide the horses hauling the heavy guns which blasted holes in the landscape.
A picture of Harold's younger brother, Harry, aged nine months old, was also in the chest
A snap of Harold's younger brother, Harry, aged 16 years old, was among the collection
Pictures of Harold's younger brother, Harry, as a nine-month-old baby (left) and as a 16-year-old (right) were also in the chest
An anti-German propaganda medal, to mark the sinking of the RMS Lusitania in 1915, was also among Esther's treasured items
An anti-German propaganda medal, to mark the sinking of the RMS Lusitania in 1915, was also among Esther's treasured items
The mud was so deep and thick, the guns often became bogged down, and waist deep in the quagmire, they would have to heave and dig them out, always keeping a look out for German snipers.
He was buried at the Menin Road South Military Cemetery in Belgium which is kept in pristine condition by the Commonwealth War Graves Commission.
My mother knew Esther well and adored her grandmother who always underlined the importance of family.

What she didn't know was how she must have gone about collecting other family photographs to put into the chest. 
A whole family tree was unfolding before my eyes. Birth, marriage and death certificates of generations of people all linked to Esther.
But what made it even more unique, was the fact it also contained family photographs of her daughter-in-law's relatives too.
Harry had married Margaret Bryan, my grandmother, and inside the chest were pictures of Margaret aged around 16 outside a wallpaper shop in Birmingham.
A photograph of Harold's grandfather was also in the box, although his name was not revealed
A photograph of Harold's grandmother, Eliza Batty, was also among the treasured artifacts
Among an assortment of photographs in the box were pictures of Harold's maternal grandparents, however only Eliza Batty, Esther's mother, is named on the back of the snap, which is believed to date from the 1850s
A letter to Esther informing her that Harold had been awarded the 1914 Star medal for his services to the Army between the outbreak of war and midnight on 22/23 November.
A letter to Esther informing her that Harold had been awarded the 1914 Star medal for his services to the Army between the outbreak of war and midnight on 22/23 November.
A letter from Evelyn Cecil of the British Red Cross informing Esther of the whereabouts of Harold's grave
The letter is signed Evelyn Cecil
A letter from Evelyn Cecil of the British Red Cross informing Esther of the 'melancholy information' of the  whereabouts of Harold's grave on the Menin Road, South Military Cemetary, Ypres
There were also photos of Margaret's grandfather, Walter Halfpenny, outside his shop in Bromsgrove High Street and perhaps even more amazing was a picture of  her own mother, Eliza, which must have been taken in the late 1850s when Queen Victoria had only been on the throne for around 20 years.
Carefully putting the things back into the chest as I'd found them, I lingered over Harold's diary. Opening it, I began a forensic search when I noticed something tucked inside the cover.
It was a folded piece of paper which I opened very carefully. I was amazed at what I saw. With colours as bright as if it had been drawn yesterday was a caricature of someone with short trousers and a turned up nose, walking with an umbrella from which dangled a Christmas bauble. It was dated 9 February, 1917 and signed 'from Archie'.
I will never know who Archie was, just as I can never be sure who so meticulously named the back of many of the photographs in the chest. Was it my grandmother? My great grandmother?
I do know that while real gems and jewels can trade hands for millions of pounds, no one can put a price on my family's box. 
One day, as I pass this chest on to Verity, I hope that she will also realise just how valuable it, not in monetary terms, but to all of us, past and present, and a perfect demonstration of how a mother's love lasts forever. 
A Christmas card was among the collection which Esther had sent to Harold after his death
A Christmas card was among the collection which Esther had sent to Harold after his death
Esther's careful, neat handwriting showing that although her son was now dead, he was not forgotten at Christmas
Esther's careful, neat handwriting showing that although her son was now dead, he was not forgotten at Christmas
The battered tin trunk belied its contents of treasured family memories
The battered tin trunk belied its contents of treasured family memories
A close up of the caricature, which was tucked inside Harold's little diary
A close up of the caricature, which was tucked inside Harold's little diary
On the back of the caricature were some scribbled notes, which look like battle co-ordinates
On the back of the caricature were some scribbled notes, which look like battle co-ordinates
The only medal in the box, although a letter informing Esther that Harold had been awarded the 1914 Star was among the collection
The only medal in the box, although a letter informing Esther that Harold had been awarded the 1914 Star was among the collection
A series of other photographs from the Victorian and Edwardian eras were also among Esther's collection
A series of other photographs from the Victorian and Edwardian eras were also among Esther's collection
A picture of Charles Harold Reynolds's grave at the Menin Road South Military Cemetery in Ypres, Belgium, as taken by the War Graves Photographic Project
A picture of Charles Harold Reynolds's grave at the Menin Road South Military Cemetery in Ypres, Belgium, as taken by the War Graves Photographic Project


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martes, 17 de marzo de 2015

JESUITAS


JESUITAS ODIADOS Y TEMIDOS. EL VATICANO REBELIÓN EN LA GRANJA

Papa negro papa blanco. Al papa blanco lo portaban en la silla gestatoria. El negro era el que manipulaba los hilos desde la sombra de su austera celda del Iesu la casa madre de la compañía. ¿Quién mandaba más? El cuervo. El otro en muchos casos era un mindundi preso entre las garras de la curia, era la blanca paloma, a veces no tanto, como fue el caso de Alejandro VI un Borja valenciano que decía de los españoles “donde posan el pie estos cabrones no vuelve a crecer la hierba pues son de la estirpe de Atila, chiquets” y al proferir tal aserto cumplía el aserto de que donde hay un inglés se hará lenguas de su patria británica, un francés cantará la marsellesa y dirá que nada mejor que la Francia,  un alemán se enorgullecerá de su patria (heimat), el hogar, mientras un español dirá pestes de su propio país. No pasa nada y que nadie se escandalice de las letras que voy a poner aquí. Yo también fui jesuita y me prepararon para el Rusicum, sentía la vocación de ir a predicar a Rusia y ahora es precisamente Rusia la que que me evangeliza a mí, me enseña a ser paciente, no desesperar y confiar en el gran Corazón Sacramentado que viva y de todos sea amado. Jesus hominum Salvator sí pero Cristo nada tiene que ver con las maldades, pufos, maniobras dilatorias e intrigas, conspiraciones, corrupciones y maldades de algunos jerarcas de la Iglesia. Está por encima de las bajezas del pecado y ello no es óbice a mi fe católica apuntalada por el ritual ortodoxo que tanto sufre en estos momentos. El Corazón de Jesús llora lágrimas de sangre.  

“Compañía de JHS ven a reinar – cantábamos- y algunos le daban vuelta a la letra de la canción guerrera profiriendo injurias antijesuitinas “Compañía de Jesús, fuera de aquí”…

Ahora con la entronización de un jeuita argentino del que hablan efusivamente y con fervor los enemigos de la Iglesia mientras muchos curas y obispos andan perplejos y confusos la vieja controversia vuelve a asomar. Los jesuitas fueron expulsados de España por Carlos III en 1767, de Francia un poco antes al igual que de Portugal y de Malta. Clemente XIV suprimió la orden por esas fechas siendo restaurada en 1814 por un breve de Pio VII. Los jesuitas en España nunca tuvieron buen cartel. Siempre se arrimón al lado de los poderosos. Eran los que mandaban mediante el confesionario y sus prestigiosos colegios para la formación de la juventud durante el reinado de Felipe IV. Se les acusó de ser los responsables de la decadencia española, de intrigantes, hipócritas y regicidas. Fuer el padre Mariana el que lanzó la teoría de que no es pecado matar al tirano. Por otro lado, controlaron el negocio de esclavos en Brasil y de administrar a su modo evitando las interferencias de los ordinarios del lugar donde actuaban yendo a su bola.

El cuarto voto le libraba de obedecer a los obispos. Una orden fundada por un vasco tuvo a gala actuar contra la monarquía española. Los ejercicios ignacianos predicaban las dos banderas: la del rey eternal y la del rey temporal. Eso en teoría porque en la práctica su adhesión clara por aquello de que el fin justifica los medios – Iñigo había estudiado a Maquiavelo- preponderaba del lado de los poderes seculares. “Un ojo en el cielo y otro en el suelo” que decía el segundo prepósito general el padre Laínez quien fue rector de una de las primeras casas de la compañía en Segovia hoy seminario. Atesoraron inmensas riquezas y todo el arte barroco es de cuño jesuítico profesando la vieja enseñanza del Talmud de que el oro compra la libertad y es el mejor salvoconducto.

Otro escándalo que les atribuyen los historiadores es el  de la democión del obispo de Puebla en México don Juan de Palafox y Mendoza apóstol de Nueva España. Resulta casi un milagro analizar a estas alturas entender el cómo cuando y en donde pudieron ser bautizados millones de indios, sin embargo los padres jesuitas en rebelión con sus formas de apostolado quisieron matar al mitrado y no cejaron hasta que lo expulsaron de su sede. Tuvo que regresar a España donde lo desterraron como titular de la mitra de Osma donde murió al poco tiempo. Su proceso de canonización se incoa al mismo tiempo a finales del XVII junto con el de su benefactora la monja que pedía por él y que dicen que en un maravilloso caso de bilocación predicaba a los aztecas sin haberse movido de su convento, sor María de Agreda, la mística doctora que se carteaba con el rey Felipe IV y al que recriminaba por su salaz conducta. Sin embargo Palafox solo sería proclamado beato después de ríos de tinta y del correr del dinero (en Roma el que paga avanza y vencen dificultades) hasta 2011.

A sor María no la canonizaron. No deja de extrañar que esto de las canonizaciones parezca con frecuencia el cuento de nunca acabar.

Si la beatificación del padre Palafox tardó más de trescientos años, la de Carlos Wojtyla en no menos de un lustro. Por la vía rápida y sin miramientos a la polémica vida de este pontífice, haciendo tabla rasas de las animadversiones del procurador o abogado del diablo. Un escándalo más que a mí no me arrebata mi fe en Nuestro Señor Jesucristo pero me hace ponderar lo mucho que valen los criterios humanos que van por otra senda diferente a los caminos de Dios, en definitiva con el papa Pancho parece haber llegado la marabunta. Ya no hay papa negro ni papa blanco. Es uno solo. Un gran cabeza. Se percibe que en el Vaticano y en toda la Iglesia, conmovida hasta los cimientos, un brisa que es zozobra espero que todo sea Ad majorem Dei Gloriam