MEMORIAS DESMEMORIADAS DE UN CORESPONSAL EN LONDRES: MANOLO FRAGA (I)
MEMORIAS DESMEMORIADAS DE UN Corresponsal EN LONDRES
Una mañana desapacible del octubre londinense 1973 llegaba a Heathrow el nuevo embajador español en la corte de san Jaime. Entre temerosos y expectantes se había reunido toda la tropa, el general pasaba revista. Los periodistas y corresponsales, gente de la embajada y de la empresa, naranjeros de Valencia, zapateros de Alicante, se habían dado cita en la sala vips. Por fin conseguimos estrechar la mano del hombre del futuro.
—Vengo a trabajar – repetía sin cesar don Manuel.
Estaba reflexionando en torno a un libro de memorias, recordando aquel tiempo, que no volverá, de perversiones fabulosas, minuendos y sustraendos, y conspiración a toda mecha. Don Manuel era un heraldo de los del que oficio le daremos, lo que el burro quiera, eso es de cajón.
▬ Lo que el burro quiera. Y el burro es España
▬¿A quien proclamamos rey de bastos?
▬Oiga no diga eso yo tengo la sota de espadas. Cartas son cartas y triunfos son triunfos.
▬Pues, sépalo vuesa merced: pintan bastos
▬Hiciste renuncio. Carta en la mesa presa.
▬Ni don juan ni don Manuel que se me rompió el cordel.
▬ Mira que hay que joderse todo para la banca y carta en la mesa presa; vivan los derechos humanos democracias, plutocracias patriarcados, matriarcados, legiones y potestades y Botin el rey del mambo.
No me hable usted de tal pasiego que murió de una sobredosis de Viagra. Era por lo visto un fenómeno; tenía seis queridas, una para cada día de la semana; los domingos descansaba pero el sábado sabadete tuvo un fallo, se le alteró el pulso, y ya se sabe las consabidas palpitaciones. Infarto al canto. Toma jeroma pastillas de goma, toma y toma para adelante para atrás, lo de siempre ¿Habrá más aburrida cosa que la función reproductiva? Sobre todo a ciertas edades. Hay que tener ganas. El sexo es tan aburrido como el poder. Como la política.
El magnate expiró cumpliendo con su deber viril de trabajador estajanovista de la banca y del sexo pero la reja se le crispó y cayó saltando para atrás como los conejos. Es que todo esto da asco y el banquero mayor del reino se quedó tieso a pie de obra, muerte súbita y gloriosa.
Fraga fue el nuncio de todo esto. Pucherazos, comicios, estacazos discursos y más discursos prédicas ojo que aquí llega garycuper que estás en los cielos y se desgañita por esos foros, esconde el clípeo donde acecha el harpagón mientras la hueste lanza el grito de trágala/trágula e perfecta formación de ataque el carcaj con la munición correspondiente de dardos y de saetas. Los tertulieros hacen caja, mientras tanto:
▬¿A cuánto está la colaboración?
▬ A mil euros.
▬Salgo pitando para la otra cadena. Había uno de León o no sé si asturiano que se erigió en el más ganancioso. Era el marido de la Anaconda; también cobraba el hermano del Maraña.
Se expresaba en un tono doctoral encíclico y enclítico como romanos pontífices. Fraga paz descanses tú les abriste la puerta del duerno y la cochiquera a todos estos. Te engañaron. Ibas de profesor de derecho por la vida y estos son todos unos zoquetes: granujas licenciados en la universidad de la gramática parda, más largos que una cuaresma. Fuiste asaltado por peraíles y vendepatrias.
A todo esto, recordaba Bermejo aquella mañana desapacible de octubre de 1973 cuando aterrizó en Heathrow el flamante embajador español en la corte de san Jaime. Entre temerosos y expectantes los periodistas y corresponsales los de la tele y los primeros funcionarios de la legación al fin acudieron estrechar la mano del superhombre. Se le comparaba al político gallego con MacMillan y entonces los ingleses no paraban de referirse a aquel astuto y brillante tribuno al que Cummings del Daily Express lo pintaba volando sobre las torres del Támesis a modo de supermac. Don Haroldo dijo: you never had it so good, nunca lo tuvisteis tan a huevo, chiquitos.
La sala de personalidades del aeródromo brillaba con el fulgor de los buenos augurios y del comienzo de una nueva etapa. Se acababa de levantar el telón de la transición y allí se hallaba el protagonista del drama. Nunca lo tuvisteis tan a huevo, chiquitos. Sin embargo, el personaje no se daba cuenta de que pisaba un escenario resbaladizo de intrigas espías y micrófonos escondidos por los rincones. Él diría luego la calle es mía y los diarios de Madrid titularían a toda página Fraga naufraga. Náufragos íbamos a ser todos de la democracia mientras los de nuevo régimen se instalaban, rompían los carnés de Falange. acaparaban cargos puestos y momios. Fue con todo un tiempo muy interesante
Acababa de alzarse el telón, con el político gallego de protagonista de aquel drama con mucho de sainete jocoso, ópera bufa, que dejaría tirados en los proscenios una enorme morgue de cadáveres físicos, con los tiros en la nuca del terrorismo en Vascongadas, o morales: periodistas sin periódico, oficinistas sin oficina, militares sin regimiento, monjas sin convento, intelectuales cesantes. Volvían a mandar los de siempre, España predio de las cien familias. Nos íbamos todos a tomar polculo invocando eso sí la constitución. Vayamos todos juntos y yo el primero por la senda de la Constitución. Así se las ponían a Fernando VII al que llamaron el rey felón injustamente porque él no fue el peor de los borbones. Le seguirían testas coronadas con mentes más sibilinas y con el colmillo más retorcido. Al pobre don Manuel se le jodió el cordel. El memorión el tonto útil lo traerían por la calle de la amargura mediante sus consignas y palabras al oído al grito de la calle es mía. Constitución. Constitución. Sí. Sí constitución. Los de la ceja iban todavía al colegio y Arturo Mas y sus secuaces se preparaban para hacer la primera comunión antes de la grfan apostasía. Don Goyo Pujol, pucha tú, era un medico de escasa consulta pero de comunión diaria que pensaba hacerse rico robando los dineros de España en Cataluña y luego el muy sinvergüenza se iba a hacer alpinismo a las montañas del Canigó de donde regresaba lleno de cansancio blasfemando como un carretero de Reus diciendo España nos roba. Se barruntaban los primeros frutos del Alzamiento Cibernético aunque por entonces eran poca cosa.
El meapilas catalanista quería convertir el principado en una axarquía árabe y no ocultaba sus preferencias: antes moro que español, antes muerta que sencilla, e inundó su taifa de gentes venidas de Asia, Afganistán, Kabul, Argel, Marruecos, zulúes del top manta, pakistaníes... Los emigrantes se transformaron en yijadistas. Vendría Paco con la rebaja.
Utilizaba su independentismo de tapadera a sus desfalcos y sus tratas inicuas con los enemigos de la patria. Le nació un hijo fornecino en las sergas de Esplandián de la política y el pelotazo, para agregar a la lista de sus ocho legítimos, (también le salieron finos los gachós pues eran unos manitas para el desfalco de las arcas del Estado) que se llamaba Arturo pero eso es lo de menos aun cuando siempre lo de menos es más.
Doña Ferrusola la matriarca, que se las pinta como ella sola para administrar la casa, mientras tanto, hacía cada vez más honorable y cumplido de dineros su montón. La familia iba y venía a Jerusalén, a Suiza o Andorra con maletines cargados de euros. Hijos sí maridos no. Antes muerta que sencilla. Que vengan a Cataluña marroquíes y gente que no hable español. De esa manera iban a incubar sus huevos las serpientes a la Rambla. Odio, odio, revancha y mala baba. Pero no adelantemos acontecimientos.
▬Tú, Remigio a lo que estás.
▬Hay que andar al santo y a la limosna alteza.
▬¿Que fue antes el huevo o la gallina?
▬Los huevos naturalmente, ¡mira qué pregunta!
▬Pues no. Ahí te equivocas. Aquí no
▬En España todo es al revés- decía El Calceatense a su hermano Remigio, cuando aún no había aterrizado el avión de Iberia en la pista de Heathrow y el Ángel del futuro con el consiguiente poder del Altísimo que le facultaba para atravesar tiempo, lugar y espacio, merced al milagroso arte de birlibirloque, les enseñaba a los dos secuencias del futuro. Iniciándoles al periodista y a su amanuense en el arte de inspeccionar conciencias taladrar paredes, sondear pareceres, diquelar adivinanzas y conocer secretos enigmas.
Fraga naufraga decían los del Sexto Poder. Exageraban un poco porque don Manuel pese a sus desplantes y pese a su mal genio que también tenía era una bellísima persona. Todo acabó como sabemos un poco como el rosario de la aurora. El periódico y el partido que él fundó estaban llenos de mediocres dados a la empleomanía y a vivir del cuento. Hicieronle traición. Lo crucificaron.
Así que ni don Juan ni don Manuel que se me jodió el cordel
Daba vuelta la tortilla, se acabó lo que se daba, no sabía el eminente profesor de Derecho nacido en la hermosa villa lucense de Villalba que él sería una de las primeras víctimas de aquella movida que empezaba, con mucha traqueteo y meneo y con mucha sopa de letras porque debajo de las piedras salía un nuevo partido político. Londres se convertiría en la corte de los milagros de aquella época de renuncios, proposiciones alteraciones marchas y contramarchas, oscilaciones del péndulo bandazos de sístole y diástole. Carillo fumaba superlargos de puro sabor rubio americano, sonreía zorruno cruel sonrisa de sapo y daba conferencias sobre el feroz cambio que se avecinaba.
España es un país pendular como don Laureano dijo. Iba a dar la vuelta a la tortilla. Siguiendo una vieja tradición, Londres sería el palenque donde se dirimirían las fuerzas centrípetas y centrífugas de las españas y las antiespañas.
Felipe II se había casado con Maria Tudor en la abadía de Westminster. El padre Las Casas pasó temporadas en el convento dominico de Blackfriars del que fue prior antes de convertirse en arzobispo de Toledo y primado fray Bartolomé Carranza. Los exilados de la Constitución de Cádiz residieron en un barrio que llamaban de los hispanos en Putney, el barrio donde por cierto tuvo una novia panadera Felipe II.
Anteriormente misioneros jesuitas que trataban de combatir la herejía anglicana acabaron ajusticiados en la Torre bajo la acusación de espionaje, o el caso poco conocido de aquella monja beguina extremeña grande de España María de Carvajal que acabó pidiendo limosna por calles de Chelsea habiendo fracasado en sus intentos de hacer regresar a los ingleses al redil del catolicismo.
En esta pleita curiosa, entramada de perplejidades históricas, nos encontramos a los asilados de tiempos de Fernando VII: Quintana, Ruiz de Iriarte, Blanco White, Riego, Lista y otros muchos abates a la violeta Perversos clérigos enciclopédicos. La guerra de España y el vuelo del Dragón Rapide se urdió y financió desde la city. Franco no asistió a sus clases de inglés la víspera del 18 de julio. El caudillo, como buen burgués, amaba la etiqueta y buenas formas de la alta burguesía británica. No consiguió hablar la lengua de Shakespeare y ello debió de ser para Su Excelencia un trauma. Gibraltar no vale una guerra y con su política de no quito ni pongo rey jugando al despiste ayudó a los aliados, con su galleguismo, a ganar la guerra dándole plantó a Hitler y favoreciendo de tapadillo a los ingleses.
Fraga entró en Belgravia como un ciclón. Aquel palacio de la hermosa plaza construida por Wren residencia histórica de la legación española pasaría a ser foco de atención, germinal de noticias clave y punto de recalada de personajes y personajillos de la política tanto del poder como de la oposición. La áulica sede una de las más munificentes y caras del área de Knightsbridge se convertiría en epicentro de las voces en off. Era la hora del oficio- de- tinieblas 5, secundum Cela, de las asociaciones, de las plataformas y platajuntas con don Manolo asumiendo las funciones de gran sacerdote. Su designación había despertado ciertas rencillas. Se había hecho a dedo para ira del cuerpo diplomático que se atiene siempre a los dictámenes del escalafón y para los que la legación londinense es uno de los puestos más golosos. La corte de san Jaime es el mirlo blanco de nuestros funcionarios de Carrera. Ellos miraban para don Manolo como un advenedizo.
No obstante la gestión fraguista constituyó un éxito de imagen. En su valija el ex ministro había traído de Madrid un cuadro de Felipe III de Juan Pareja. Todo un indicio. Aquel rey fue el más anglófilo de los Austria. Estuvo a punto de consumar una alianza anglo-española mediante el matrimonio de una de las infantas con el príncipe de Gales pero el casamiento del príncipe Eduardo y la princesa María no llegó a colmo. El conde de Gondomar, nuestro mejor legado en Londres, había sido artífice de la frustrada gracias a las intrigas palaciegas de don Gaspar de Guzmán y esa gazmoñería que siempre abunda entre nosotros. ¿Cómo iba a casarse una hija de Su Majestad Católica con un hereje? Eduardo de resultas de lo cual regresó a su tierra compuesto y sin novia aunque colmado de regalos. Corría el año 1623.
En 1973 Manuel Fraga tal vez quería emular las glorias diplomáticas de don Felipe Sarmiento. Casi estuvo a punto de lograrlo pero menudo son los ingleses que no se casan por nadie aunque alabaran la valía y la generosidad de su anfitrión. En Belgravia era el sitio donde mejor se comía de la ciudad. Fraga se trajo de su tierra a una cocinera gallega que preparaba un arroz con grelos para chuparse los edos. Practicaba como nadie la alternancia. Era un trabajador incansable. Se entregó en cuerpo y alma a una diplomacia de mantel sin mirar gastos, dar tarjeta y números de teléfono, sembrar amistades, soldar alianzas. Realizó un tour de forcé de relaciones públicas.
Por su mesa pasaron prohombres de la política, la empresa, el periodismo inglés de aquellos tiempos: Margarita Thatcher, Jim Callaghan, Harold Wilson, lord Carrington, Reginald Maudling, así como una pléyade de periodistas, escritores y gentes del saber. Consiguió lanzar su imagen. Fraga no naufragaba. Arrasaba. Su agenda era intensa. Visitaba el centro gallego, hablaba con los emigrantes. Tan pronto asistía a un concierto como iba de gira por una fábrica. Fue a Oxford a estrechar la mano de Salvador de Madariaga. Cenas, rigodones, homenajes, muñeiras, queimadas. Viajó hasta el Lands End para ver el lugar donde naufragaron los galeones de la Invencible y al día siguiente estaba en la catedral de Peterborough rezando un padrenuestro por el eterno descanso de Catalina de Aragón. Era la fuerza del rayo.
Recorrió las islas británicas. Asistía a cacerías; cazó gallinejas en Escocia y urogallos en los desiertos del Yorkshire donde se reunió con una comunidad de benedictinos, la única que había sobrevivido a la desacralización monástica de la Reforma. En medios británicos se le señalaba como el heredero de Franco, el próximo premier pero a él no le gustaba eso de premier. Él sería presidente. Iba a por todas. No se daba cuenta con lo inteligente que era que en Madrid trepas como Adolfo Suarez sin tanta valía intelectual pero con más gancho para las mujeres, mayor audacia le estaban segando a don Manuel la hierba bajo los pies. Se le comparaba con Cánovas del Castillo, se le halagaba, se le adulaba (el más pelota de todos era Raúl del Pozo aunque todavía se las daba de comunista) y se pensaba en él como un reformador de una democracia parlamentaria a la inglesa que capitaneara el barco de la transición. Sólo les sirvió de sparring.
Era un peso pesado en un cuadrilátero adonde sólo saltaban los pesos pluma. Así que ni don Juan ni don Manuel pero hoy yo quisiera en este libro sobre mis memorias desmemoriadas de Londres hacer un poco de justicia a su memoria aunque en una ocasión me expulsara de la embajada.
▬Tú a la calle, Parra.
Fue un gigante rodeado de enanos y acorralado por felones. Siento un sabor agriculce al recordarle.