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martes, 31 de diciembre de 2019

SANIDAD Y CRISTIANISMO LOS KLETOS O ANACLETOS LOS ELEGIDOS

Increíblemente, la palabra "cristiano" solo aparece tres veces en las Escrituras: dos veces en el libro de los Hechos y una vez en la Epístola de la Catedral de Pedro.



Archimandrita Savva (Mazhuko)

- Pero, ¿qué hay de Paul?

- Ninguna de las catorce epístolas paulinas contiene este término.

El apóstol Pablo no se llamó a sí mismo cristiano y no se dirigió a sus discípulos de esta manera. Él usó otra palabra: "llamado". Hoy decimos: "persona creyente", "ortodoxo", "cristiano", "persona religiosa", "feligrés", etc. Y para el apóstol Pablo, se llamaba el nombre principal y querido del cristiano.

Al comienzo de las dos más extensas de sus epístolas, para los romanos y los corintios, se llama a sí mismo un "apóstol llamado" - κλητός απόστολος. Pero también se dirige a sus lectores con la misma palabra: "eres llamado" - κλητοί, para que la llamada suene extremadamente insolente y desafiante para el oído ortodoxo:

“A todos los que están en Roma, los amados de Dios, llamados santos” (Rom. 1: 7).

Aquí hay tres definiciones clave:

amado de Dios;
llamado
santo
Si nos llamamos herederos de los apóstoles y nuestra Iglesia, incluso en el Credo, se proclama apostólica, entonces estas tres características son nuestros nombres, nuestro nombre.

Sin embargo, ¿puedo escribir una carta a un compañero creyente y firmar: "Savva, el amado de Dios, el santo llamado"?

Simplemente posponga la lectura por un momento y diga esta fórmula pegando su nombre. Que? Que sentiste

"¡Por qué, estos son los apóstoles!" Entonces todos los que estaban alrededor eran santos, ¿y quiénes somos? ¿A dónde vamos los pecadores?

"Pero eso era exactamente lo que el apóstol Pablo consideraba la norma para los discípulos de Cristo".

Si quieres, estas tres definiciones son la fórmula de la vida cristiana.

Sin embargo, la Iglesia ha estado viviendo durante más del primer milenio, y la palabra "santo" ha perdido su contenido cristiano con cada siglo, volviéndose más religiosa. En el uso moderno de la iglesia, un santo es una persona que ha alcanzado las alturas de la vida espiritual, un hacedor de milagros, una autoridad religiosa, que a menudo tiene el reconocimiento de toda la iglesia en forma de canonización. Para los primeros cristianos, el santo es el discípulo y seguidor de Cristo, santo por su santidad, justo por su verdad, amando su amor.



Boletín de Navidad No. 7. Contemplación de Cristo: primer paso

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¿Cómo podría alcanzarme la santidad de Cristo? ¿Gracias a las hazañas del ayuno y la oración, muchos años de ejercicios espirituales y la observancia de la carta? No! El apóstol Pablo habla constantemente del don de la justicia, que no se puede ganar, ganar o ser digno de él.

Un santo no significa inmaculado y sin pecado. El apóstol Pablo se llama a sí mismo el primero entre los pecadores, y esta no es una coquetería religiosa vacía, son las palabras de una persona tan honesta que es difícil acercar a alguien. Es un santo porque vive la vida de Cristo.

Vuelve a leer las palabras del apóstol. Simplemente léalo como si los estuviera viendo por primera vez, permítase una nueva lectura:

“He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo, pero Cristo vive en mí.

Y como vivo en la carne, vivo por fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí ”(Gálatas 2: 19-20).

Pablo es santo porque Cristo vive en él y él vive por Cristo.

Estas son palabras muy famosas, y las hemos releído muchas veces, y no sentimos su escándalo evidente. Pero no es insolencia decir esto:

"Y ahora que vivo en la carne, vivo por fe en el Hijo de Dios, que me amó".

Quien me amaba ¿Qué significa esto? Y luego aún más audazmente:

"Y se traicionó por mí".

Es decir, ¿Cristo murió por Pablo? ¿Personalmente para Paul? Entonces, como cristiano, ¿puedo decir que Jesús murió personalmente por mí, por Savva? ¿De dónde viene esa autoconfianza?

Y aquí también le pediré que interrumpa la lectura e inserte su nombre en esta fórmula pavloviana, y lo diga varias veces con su nombre para ser extremadamente honesto consigo mismo, con su conciencia cristiana.

¿Quiénes son estos amados de Dios, llamados por Cristo? Somos nosotros, los que llevamos el nombre de cristianos. Los llamados somos nosotros.

Ser llamado significa experimentar el llamado: el evento de encontrarse con Dios, quien lo llamó personalmente. Para el apóstol Pablo, esto sucedió muy brillante y dramáticamente, y toda su vida regresó a esta reunión camino a Damasco, desde aquí contó su edad cristiana.

Sin embargo, la mayoría de nosotros tenemos poco que decir sobre nuestra experiencia de la Reunión, y esto no da miedo, porque la esencia del llamado no son los milagros, las conmociones y las convicciones, sino una revelación del amor de Dios.

¿Cómo sé que el Señor me llamó? Una vocación es el descubrimiento del amor de Dios por mí. Es una lástima que las palabras "amor", "Dios", "revelación" hayan sido borradas por completo: dejaron de responder por completo en la mente y el corazón del hombre moderno, incluso si es cristiano. Pero aquí es exactamente donde comienza mi vida en Cristo y Cristo: Dios me ama, solo a mí, incluso en mi pecado y con mis errores. Y todos estos eventos significativos en la historia de la iglesia: la Natividad de Cristo, el sermón, la Cruz, la Pascua, ¡todo se trata de mí y por mi bien!



Boletín de Navidad No. 10. Contemplación de lo invisible

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Después de tal descubrimiento, una persona debería crecer alas. Solo: ¿dónde están, nuestras alas?

¡Qué Dios y su amor! Bo

domingo, 29 de diciembre de 2019

sábado, 28 de diciembre de 2019

EL STRAÑIK  PEREGRINO RUSO

Antonio Parra


Ya hemos dicho que NY es una ciudad mágica donde todo puede ocurrir y una de las vivencias que yo recuerdo es en una estación del metro del Lower East sombría algo mórbida y con esa iluminación de película de terror, pagado el token y habiendo introducido mi talle por el torno, vi por el andén paseando a un monje ruso. El inoj era alto y corpulento vestía una sotana grís sin cordones ni escapulario y una esclavina con vueltas de piel de zorro el pelo recogido atrás en un moño a la manera de los anacoretas del Monte Athos aunque en este las barbas no eran muy largas. Debería de haber llegado de alguno de esos famosos cenobios que conforman el anillo de oro que circunda como en cíngulo de plegaria y adoración a la vieja Moscú o provenía acaso del Caúcaso siendo uno de los famosos eremitas residentes en el Cenobio de Balaam cuyos “staretzs” o idumeos que es como se llamaba a los abades en la ortodoxia inspiraron a los grandes maestros rusos del XIX. Pero el personaje que vi yo en el andén de Wall Street ¿era un monje (inoj) o un strañik (peregrino ruso que hace su ruta)?
 De la misma forma que los literatos anglosajones son hijos de la Biblia y el Bookprayer Book y el Libre Examen los rusos son un producto espiritual de la Parábola del Buen Samaritano y del sembrador en el NT. Por eso, pienso yo, muchos de los libros de Tolstoi Turguenev Dostoyevski Chejov Andreiev o Gorki guardan una perfección melódica que tiene que ver con los trotarios y antífonas de la liturgia eslavónica. Chejov y Tolstoi eran asiduos visitantes de ese monasterio de Vaalam perdido en la estepa. Eran los tiempos del deshielo y no había comenzado la perestroika pero aquel religioso se encontraba allí recién aterrizado llegado desde la Rusia profunda o desde las socarrenas o recovecos de mi imaginación, no sé, porque Manhattan es una ciudad mágica.
 Al verle sentí una sensación extraña como si fuera el resultado de una visión o de un aparecimiento producto de mis muchas vigilias leyendo a los maestros rusos y a este respecto me había entusiasmado una historia corta de Antón Chejov El monje negro. Sin embargo creo que aquel personaje era real. Desapareció en uno de los convoyes y no lo volví a ver más. Seguramente había descendido las gradas del metro neoyorquino desde las cumbres célicas de la Gran Pascua Rusa como una proyección sinfónica del arte  de Rimsky Korsakov. ¿Era el Peregrino Ruso? En las subsiguientes dominicas asistí a la divina liturgia de una de las iglesias ortodoxas de Manhattan pero no encontré con el “padrecito” de aspecto rechoncho y que debía de ser ese diacono de voz maravillosa que hace la octava baja en los coros por ejemplo de la Ópera Boris Godunov de Musorgsky. Ciertamente debería tratarse de ese peregrino ruso protagonista de una de las obras de mística más importantes que ha producido la cristiandad.
El “Peregrino Ruso” es a los orientales lo que el “Kempis” es a los occidentales un instrumento de santificación y una escuela de santos o de personas que buscan la perfección mediante la imitación de Xto. El peregrino ruso como todos los grandes libros de la humanidad es de autor anónimo. Es una autobiografía del perdedor del borracho redimido que cuando le entran ganas de beber abre una página de los evangelios para no caer en la sima del diablo en la botella. Es un personaje que camina por los caminos de la inmensidad rusa cojeando, entra en las isbas, bendice a las balbuzcas (abuelas) y alguna vez hasta hace un milagro pero sobre todo camina por el mundo con una oración en los labios “Jesús misericordia, ten piedad de mí”. Es la plegaria hesicasta. Una misma frase repetida miles de veces. La palabra glorifica a Dios y al hombre lo salva.
El cristianismo ruso se basa en el canto y la tradición no en la especulación teológica. Fides ex auditu. A través de la oreja el mensaje divino entra en el corazón y los pies se ponen en movimiento emulando las gastadas sandalias del pescador y en acatamiento de la norma apostólica “no llevéis saco ni pera ni bolsa, no os preocupéis por el qué se ha de comer o beber; mirad las aves del campo ”. La vida del monje tiene algo de desapropio, de albacea testamentaria, un desasimiento, un defroque.  Igualmente al “strañik” le basta y le sobra un cayado, el libro de los evangelios, un mendrugo dentro del zurrón y unas pocas jaculatorias. Es el modelo del “inoj” o monje itinerante en oposición al anacoreta estático. Tanto el uno como el otro se sienten discípulos de Jesús. Occidente es apología y polémica gran pirámide y obra externa mientras el oriente es una huida hacia la belleza interior.  Por la senda de la filocalía que es una rama de la filosofía de los padres griegos. La exhuberancia y majestuosidad de Bizancio se enfrenta a la sequedad y rigor de los canónes latinos o los áridos manuales de moral. En cada caso una interpretación diferente de la espiritualidad otra manera de concebir el mundo. El peregrino ruso no se cansa de repetirnos constantemente que no dejemos de orar. Los textos sagrados son para él un talismán contra la presencia diabólica e incluso nos demuestra cómo a través de la lectura de pasajes del NT se puede llegar a abandonar la bebida. Radical. Haz el bien. No pierdas nunca la paciencia.
“No bebo ni vino ni sidra no me gusta la cerveza no tengo comercio con mujeres y asumo estas procedencias como fórmula de expiación de mis pecados” nos informa este pobre mendicante del siglo XVII que sirvió al zar como soldado quedó cojo en una pelea en una cantina vinolenta. Debía de ser uno de aquellos “raskolniki” o sectarios de una herejía fundamentalista que se opuso a al autoridad patriarcal moscovita. Iban de aldea en aldea y de isba en isba entonando el Akathistos bellísima himnodia mariana, una plegaria a la Virgen compuesta en Constantinopla en el siglo VII. Se atribuye la victoria sobre los escitas en tiempos del emperador Heraclio a la protección de la Virgen. La plegaria que consta de 24 estrofas se suele cantar de pie (de ahí el nombre de Akathistos) en cada una de las cinco cuaresmas en los templos ortodoxos.
 El peregrino ruso ya digo era cojo y tenía la mano seca pero adonde irá el buey que no are. Sanador misericordioso, imponía las manos, hablaba del Sermón del Monte a los desposeídos de la tierra a los mujiks de la gleba. Cristo se hizo amigo siempre de los de abajo. De los que conocen las adversidades y oprobios. Los que han de ir por la vida besando el látigo (knut) o encadenados a la gran armella de las cuerdas de presos camino de Siberia. De dolores sabe mucho el alma rusa. Que estuvo mirando a Cristo a lo largo de la historia. Se colocó bajo los brazos del crucificado. Lejos de él no hay salvación. Que quede bien nítido el mensaje en estos tiempos de prevaricación y de ataque a la religión predicada por el Galileo sin contemplaciones. Extra ecclesiam nulla salus. Fuera de la Iglesia no hay salvación.
Ni Mahoma ni Moisés ni Buda ni el Are Crisma. Jesús. Jesús. El misticismo del Peregrino inspirándose en la Escala del Paraíso que escribió un santo oriental nos dice que la vida de la santidad es un clímax (peldaño) de la renuncia. “Con frecuencia la infamia se cebará en el maestro y será necesario que soporte dolores y tentaciones en provecho de sus discípulos”. En espiritualidad el grado superior se gana no con lisonjas sino mediante el oprobio. Pero para soportar el sufrimiento que siempre ha de ser aceptado como expiación de nuestros pecados hará falta armarse con el coselete de la longanimidad. Únicamente el sufrimiento purifica y da autoridad.
 Sólo la cruz salva. Ese es el mensaje muy duro de aceptar y más en estos tiempos pero irrefragable. La literatura inglesa cuenta con una obra semejante pero escrita por un protestante, Bunyam. Se trata del Pilgrim Progress. También marca una serie de etapas antes de alcanzar la perfección del conocimiento. El puteschesveñik (viajero) suele dormir donde le pilla la noche. En los pajares o en los cementerios pagosti. Durante las largas jornadas va desgranando cuentas del rosario. Se le amontan en la cabeza los recuerdos de su vida. Hace memoria de su mujer que era algo casquivana e irreflexiva. De aquella noche en una taberna en que le robaron la cartera y el pasaporte. Esto era antes de su conversión. Ya hemos dicho que tenía el vicio de la bebida o aquella vez en que golpeado por un cochero (zvochik) estuvo a punto de perecer bajo las ruedas de un birlocho.
A veces confiesa que le embarga la nostalgia y que sus pensamientos se vuelven sombríos sobre todo desde que el diablo se le apareció un día metido en una botella de vodka. El alcoholismo es el azote del pueblo ruso y este libro ha servido para redimir con la abstinencia a los posesos por el infame vicio de la inmoderación etílica. Es de una sencillez y de una humanidad que estremece este buen muyik: “No sé si mi oración será acepta a los ojos de Dios pero cuando rezo siento una gran alegría y se me van los pensamientos malvados”. Por el contrario si le aflige la melancolía o se siente invadido por el flato de la desgana o el desconsuelo comenta que es una buena señal. El alma se está purificando. Siente una gran alegría al avistar desde lejos la torre de una gran catedral (sobor) con sus cúpulas de cebolla. El papel de la Iglesia ha sido, mírese como se mire, una tarea civilizadora frente a la barbarie. Roma. Bizancio. ¿Habrá una tercera Roma? En cualquier caso la respuesta es convertíos. Metanoite. Emigrantes, bautizaos. Vivimos en un mundo nuevo.
 Así nos informa que en la laura cenobítica de Pereskoia de Kiev, detecta como la presencia de una huella milagrosa. Amar es creer y sin fe ni esperanza la vida resulta muy triste, nos viene a decir. A veces en sus manifestaciones el Peregrino Ruso resulta conmovedor como por ejemplo cuando invoca a la Trinidad y pide a Jesús, hijo de Dios, que cancele sus culpas. Hay en el texto grandiosidad dentro de la sencillez y una gran congruencia así como ilación evangélica. Sus páginas son sencillas y sublimes. Todo lo bello es cristiano nos viene a decir. La belleza es hija de Dios y este es el gran secreto de la Filocalía que ha sido sólo entregada solamente a una de las tres religiones del Libro, al cristianismo. Las otras dos sus hermanas no sé por qué la calumnian y escarnecen tanto. Acaso porque sea la verdadera.
Ahora al cabo de muchos años y hojeando los deliciosos capítulos de este librito me pregunto cómo llegaría aquel monje ruso hasta la Ciudad de los Rascacielos desde las lauras de  los Urales donde se halla el monasterio de Vaalam. ¿Caminando sobre las aguas como buen discípulo de su Señor? No. Desde luego no era un espectro.  A Cristo se le puede seguir de muchas maneras incluso a la pata coja de taberna en taberna y de tugurio en tugurio hablando con las putas y con los borrachos pero abriendo a todos los humanos un horizonte de salvación. Soteriología pura. El monje ruso fue mi alfaqueque que pagó por mis rescates en una ciudad tan laica y entrañable como Nueva York desembarazándome de las garras de mi peor enemigo que soy yo mismo.


16/01/2007                 

CINE ANTIRRUSO DE LITERATURNA GACETA

ventos y anti-eventos.
Desafortunadamente, este año en el cine no hubo menos disgusto que alegría
Televisión / Televisión / Imagen del año
Kondrashov Alexander


"A través del cristal negro". Maxim Sukhanov
El final del año pasado se embelleció con la divertida "Arresto en la casa", una brillante comedia satírica y lírica de varias partes en la que el guionista Maxim Tukhanin, el productor Semyon Slepakov y el director Pyotr Buslov lograron acomodar y combinar orgánicamente los motivos de Gogol, Sukhovo-Kobylin y Saltykov-Shchedrin. , así como las mejores tradiciones de las comedias soviéticas de Gaidai, Danelia y Riazanov. El tremendo éxito entre los profesionales inspiró un gran optimismo.
 
Series de televisión

Parecía que el pisotón a largo plazo terminó en el acto, el primer trago se disparó, ¡se rompió una brecha! Pero detrás de la serie innovadora, una inundación de varias comedias líricas y agudas no se inundó. Por el contrario, los maravillosos artistas que interpretaron los papeles principales en Home Detention filmaron en la serie, que no solo tacharon lo que ellos mismos crearon, sino que plantearon la pregunta: ¿hubo un evento feliz?
De hecho, la serie "Home Arrest", lanzada en la plataforma TNT-PREMIER, nunca se mostró en televisión y, probablemente, en primer lugar, por lo tanto, no fue nominada para TEFI, aunque podría hacerse una excepción: ¿qué diferencia hace en qué monitor (computadora o televisión) para ver una serie?
Uno de los resultados impactantes del año pasado, caracterizar el estado de la televisión rusa y, lo más importante, la autoconciencia de la comunidad televisiva actual, fue la entrega de los ganadores del premio principal de televisión TEFI.
Entonces, "Arresto" ni siquiera fue nominado. Nominado entre muchos otros fue el evento televisivo principal del año pasado, Bad Weather, pero nada de esto dedicado a la novena y maravillosa saga de Sergey Ursulyak fue notado. Ni el director, ni el guión, ni el destacado trabajo de actuación. ¿Y quién es premiado? Base "Policeman from Rublevka" (TNT) y ... boorish suburbano "Mylodrama" ("Friday!"). ¿Por qué y quién necesita un premio tan industrial?
Entre los eventos recientes (¿anti-eventos?) En el campo de la producción en serie, cabe destacar la "Tormenta" con la participación de Alexander Robak, Anna Mikhalkova y Maxim Lagashkin. Él, como "Arresto", fue lanzado no en televisión, sino en la Web (esta vez en la plataforma "Inicio"). La serie, con su poderosa corriente, un rayo de sorpresas y excelente actuación, se dejó llevar. El anti-prefijo aquí todavía es apropiado en vista de su peligrosa ambivalencia: los crímenes terribles son cometidos por personas buenas como: un oficial de policía amoroso y un asesino asesino encantador y fiel. ¿O ya es posible para personas individuales?

Lamentablemente, la serie Godunov. Continuación "(" Rusia 1 "). En la primera parte de la serie dedicada al reinado de Iván el Terrible, había tantos trabajos dignos e interesantes, en primer lugar, las obras de Sergei Makovetsky, Lev Prygunov, Viktor Sukhorukov, Vladimir Steklov, Sergey Bezrukov y muchos otros, que la continuación, contando sobre el Tiempo de los Problemas, se esperaba con impaciencia. Pero resultó ser arrugado y demasiado ficticio, decepcionante.
Similar con una razón aún mayor se puede decir sobre la continuación de otra serie histórica. Alabamos el drama histórico Catherine. Despegue "(" Rusia 1 "), filmado por Dmitry Iosifov y Marina Alexandrova, que no se parece en nada a la emperatriz, pero logró transmitir la grandeza de la persona monarca, que se sintió heredera de Peter y encabezó la guardia de los apasionados. Y la continuación muestra este año "Catherine. Impostores ”ha pasado de ser un acontecimiento real extremadamente interesante y de una verdad artística. La Emperatriz, en cuya vida ya había demasiadas colisiones de alcoba, se le ocurrieron otras melodramáticas lagrimales adicionales, lo que condujo a la transformación de la serie histórica sobre los grandiosos avances de Rusia en algo como "Angélica: la marquesa de los ángeles", además de difamar a grandes figuras La cultura rusa de Ivan Shuvalov y Gabriel Derzhavin, que es absolutamente imperdonable.
De los eventos positivos, notamos la transmisión extremadamente interesante de Vladimir Pozner en los países de Escandinavia. La exitosa experiencia de construir "socialismo con rostro humano" deleitó al presentador, y a través de él a muchos espectadores, con nuestros vecinos del norte.
 
Movimiento hacia abajo
Cuando miras a través de las cintas sobre las que escribiste el año pasado en busca de los logros del cine ruso, estás tristemente convencido de que no había evidencia tan vívida del "movimiento ascendente" que una vez comenzó con la "Leyenda No. 17". La fantasía militar-patriótica "T-34" tuvo un excelente alquiler, y la "frontera de los Balcanes" que levanta el espíritu, basada en los eventos heroicos del pasado reciente, también pasó con éxito. Pero hubo un poderoso movimiento descendente.
El "rendimiento" del joven director Kantemir Balagov causó una reacción desconcertante incluso entre los críticos liberales. Sí, se sabe que todo lo filmado por Alexander Sokurov y sus alumnos es "el cine no es para todos", ¿pero hasta ese punto? Esta alocada obra sobre el amor de un asesino a una prostituta novia en un post-bloque














EL DEÁN DE COMPOSTELA, LOS INGLESES, EL PÓRTICO DE LA GLORIA Y EL CALIXTINO II

La bonhomía su carácter abierto y su bondad inherente al carácter asturgalaico fueron su telón de Aquiles y sufrió tanto cuando desapareció el Calixtino que “estuve, Antonio, a la muerte” según me dijo. Aparte de historiador y poeta D. José María Diaz Fernández es uno de los eruditos que mejor conoce la historia de la catedral de Santiago y sus conocimientos se centran en el estudio de ese tímpano que es regocijo del orbe donde hay apóstoles que ríen y conversan y ángeles que tocan el arpa para cantar al Cristo en majestad, el que ha de venir a juzgar y separar a los malos de los buenos, las ovejas de los cabritos. El fabriquero le engañó pero el antiguo deán conocía todos los escondrijos y reliquias de uno de los templos más venerados de la cristiandad.
Es su criterio  la catedral compostelana tiene una deuda con Inglaterra y que el maestro Mateo era un inglés de Cantorbery que peregrinó a Santiago quedándose luego allí a vivir según conjeturas. No seres donde naces sino de donde paces (ubi panis ibi patria.) La primera `piedra de la catedral fue colocada en 1166 por Gelmírez y se consagró en 1188 por el obispo Suarez de Deza era MCCXXVI el día de la pascua de Flores primero de abril. Xto. hoy ayer mañana siempre. Suyo es el tiempo y la eternidad. Alfa y Omega. El pórtico de la gloria es liturgia excelente explicada biblia en mano en piedra esculpida para aquellos que no saben leer, cabezas pecadoras que a lo largo de los siglos han desgastado el pretil del apóstol sedente sobre el parteluz a cabezazos.
Vinieron los ingleses a construir el ferrocarril entre ellos el abuelo de Cela, Joseph Trulock, y se quedaron extasiados ante esa maravilla que el pórtico de la Gloria. Vaciaron el conjunto arquitectónico hicieron una replica y la llevaron a Londres. Un ingeniero de caminos Edmund Street pagó los gastos. Significado esotérico el maestro Mateo quiso plasmar una idea: el mundo judío y el mundo pagano convergentes en Ixto. y junto a Cristo san Miguel apartando a los réprobos de los predestinados, a las ovejas fieles de los préditos maldecidos al fuego eterno. La obra es un sermón del misterio pascua, según explica Diaz Fernández en un opúsculo publicado en 2011. Canta a la Virgen la Sibila. Maestro Mateo Manejando primorosamente el cincel dedica a Nuestra Señora una cantiga “Mare de Deu ora por el tu fill”. Destaca en e4l estatuario la evolución de los 24 ancianos del Apocalipsis con todo el apostolado Moisés y san Pedro, los ángeles trompeteros, el profeta Daniel Juan Evangelista, san Pablo. La Sibila, Balaam. El deán de Compostela considera que en esta serie triunfal acompañante al Pantocrátor se encuentra el propio poeta Virgilio en representación dioses oscuros de la paganía. En el bestiario domina LA REPRESENTACIÓN DEL OSO URSUS, URSO, OSU Y ARIZA (en vascuence) el animal pirenaico que devoraba a los peregrinos y en evitación de su ataque debían implorar protección todos los devotos del Jacobeo

viernes, 27 de diciembre de 2019

jueves, 26 de diciembre de 2019


From The Big Short to Normal People: the books that defined the decade

It began with the fallout from the global financial meltdown and ended with two women sharing the Booker. Which titles shaped the last 10 years?
The Big Short, directed by Adam McKay (2015), with from left, Jeremy Strong, Rafe Spall, Hamish Linklater, Steve Carell, Jeffry Griffin and Ryan Gosling.
 The Big Short, directed by Adam McKay (2015), with from left, Jeremy Strong, Rafe Spall, Hamish Linklater, Steve Carell, Jeffry Griffin and Ryan Gosling. Photograph: Jaap Buitendijk/Paramount Pictures via AP

2010
The Big Short by Michael Lewis

We entered a new decade in largely gloomy fashion, still suffering from the ramifications of the global financial crisis two years before. No surprise then that Michael Lewis’s The Big Short, which explained how America’s subprime mortgage crisis made a few people very rich and everyone else a lot poorer, struck a chord. Lewis is a literary whistleblower: a former Salomon Brothers employee who dished the dirt on his brash colleagues in 1989’s Liar’s Poker and then went on to make a career as an explainer of complex economics and organisations to mass audiences who couldn’t believe people got away with this stuff.
THE BIG SHORT by Michael Lewis
Were we feeling trapped, and in need of information and expertise to liberate ourselves? Other notable non-fiction of the year suggests so: Siddhartha Mukherjee’s “biography of cancer”, The Emperor of All Maladies; Sheryl WuDunn and Nicholas Kristof’s Half the Sky, a rallying cry against the global oppression of women. And in fiction, too, writers were grappling with constraints: those of marriage and convention in Jonathan Franzen’s Freedom; of literal incarceration in Emma Donoghue’s enormously successful Room, the story of the imprisonment and release of a boy and his mother; and of form itself in Jennifer Egan’s dizzying A Visit from the Goon Squad. Its final two chapters, one of which takes the shape of a PowerPoint presentation, are set in a time about 15 years from the book’s present day; in other words, not too far from now, which makes it ripe for rereading.

2011
Sapiens: A Brief History of Humankind by Yuval Noah Harari

SAPIENS- A BRIEF HISTORY OF HUMANKIND by Yuval Noah Harari
Further on in the decade, a certain cadre of people questioned our need for and tolerance of experts; but at its beginning, one expert trusted the general population to absorb and make sense of the complicated story of their own origins and social systems. An unpretentious distillation of human history that mixed anthropology, sociology, politics and geography, Yuval Noah Harari’s doorstopperSapiens, found favour with readers keen for a digestible long view. First published in Hebrew this year and in Engish in 2014, it explained human cooperation and conflict, industry, farming, science, among much else, just at the moment that the sum of the world’s knowledge seemed too impossibly various and atomised to take in. Naturally, the book got up the noses of parts of the academic community, who criticised its reliance on synthesis over original research – the very thing readers loved about it.
Six-volume autofiction under way: Karl Ove Knausgård.
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 Six-volume autofiction under way: Karl Ove Knausgård. Photograph: Federico Gambarini/dpa/AFP/Getty Images
Meanwhile, the Norwegian writer Karl Ove Knausgård was rejecting the easily digestible (and, critics might say, the unpretentious). Readers in English would have to wait awhile, but his six-volume My Struggle was finally complete. By the end of the decade, this style of writing – generally called autofiction, and not invented by Knausgård or any of his contemporaries but undeniably expanded by them – would be a hot topic, blurring the line between the writer as creator and the writer as constructed character, the voice we are never sure whether to trust.

2012
Gone Girl by Gillian Flynn

GONE GIRL by Gillian Flynn
Fiction has never been short of psychopaths, and Gillian Flynn was certainly not the first writer to conceive of one who invents a crime in order to throw suspicion on an enemy. But there was something about her protagonists – a glossy New York couple who hit the financial buffers and relocate to the midwest – that smacked up against the anxiety zeitgeist by revealing the hatred and neurosis behind an apparently enviable marriage. And why have one unreliable narrator when you can have two? Gone Girl’s dual perspective thrilled readers just as it did director David Fincher, who filmed it before he disappeared into the TV world of House of Cards (New Yorker writer Joshua Rothman suggested that the film “travels all the way down to the id” just as Fincher’s Fight Club had done).
After Gone Girl, it was boom time for fractured narratives with fractured women at their centre, as publishers sought to ride the wave of psychological thrillers described as “grip lit”. But in the same year, we were also knocked sideways by sex: oodles of it, courtesy of a former TV studio manager turned ringmistress of sadomasochism. EL James, having devoured Stephenie Meyer’s Twilight vampire series, tried her hand at fan fiction and, before she knew it, had written Fifty Shades of Grey, making her one of Time magazine’s 100 most influential people in the world.
My Brilliant Friend
In one of those retrospective peculiarities that will delight PhD students of tomorrow, the year in which vengeful wives and submissive girlfriends laughed all the way to the bank also witnessed Hilary Mantel dispatching Anne Boleyn to her fate in Bring Up the Bodies, adding another Booker to Wolf Hall’s and thereby making Mantel the first female writer to win twice; next year’s The Mirror and the Light will complete the trilogy – and may even bring her the hat-trick. And the pseudonymous Elena Ferrante arrived in English translation to weave her spell of Neapolitan girlhood and the depths of female friendship in My Brilliant Friend, sparking an interest in translated fiction and setting off a wave of Ferrante fever. Ferrante too returns next year with a new book, intriguingly entitled The Lying Life of Adults.

2013
A Girl Is a Half-formed Thing by Eimear McBride

A GIRL IS A HALF-FORMED THING by Eimear McBride
“Eimear McBride,” wrote Anne Enright in this newspaper, “is that old-fashioned thing, a genius, in that she writes truth-spilling, uncompromising and brilliant prose that can be, on occasion, quite hard to read.” It was the “quite hard to read” part that ensured it took almost a decade after finishing her story of a pain-scorched childhood and adolescence for McBride to find a publisher willing to take it on. But the power of Girl’s stream-of-consciousness narrative overcame the difficulty, and A Girl Is a Half-formed Thing won both the Goldsmiths prize, which rewards experimentalism, and the Baileys women’s prize for fiction, which ranges more widely between styles and genres.
McBride exemplifies the breadth and depth of a group of Irish writers that includes Kevin Barry, Sara Baume, Paul Murray and Lisa McInerney; they have emerged in the last decade, each of them playing with form, and reflecting both Irish literary heritage and contemporary concerns.
Donna Tartt.
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 Donna Tartt. Photograph: (c) Beowulf Sheehan
Also published this year were Richard Flanagan’s Man Booker-winning The Narrow Road to the Deep North, the Australian writer’s account of life as a Japanese prisoner of war that drew on his father’s experiences; Donna Tartt’s vast, madcap art heist story, The Goldfinch; and, for those who like a bit of corporate-focused self-empowerment, Sheryl Sandberg’s Lean In.

2014
This Changes Everything by Naomi Klein

THIS CHANGES EVERYTHING- CAPITALISM VS THE CLIMATE by Naomi Klein
Has everything changed? In fact, has anything changed? In terms of our grasping of the scale of climate crisis, maybe; five years ago, it might not have been possible to imagine a schoolgirl sailing across the Atlantic to address the United Nations and publishing her own book, Greta Thunberg’s No One Is Too Small to Make a Difference. In terms of the action taken to address the issues, the jury hasn’t yet heard closing arguments, let alone filed out.
But This Changes Everything set out Naomi Klein’s thinking in the years since Shock Doctrine, her attack on neoliberalism; in particular it focused on the impossibility of confronting ecological catastrophe without assessing the need to dismantle the economic systems that make it seemingly inevitable, a condition of argument that now seems strikingly obvious.
Another call to action came in the form of Chimamanda Ngozi Adichie’s We Should All Be Feminists, in which the Nigerian-born novelist expanded on a wildly popular speech to consider the need for an inclusive and intersectional feminism.

2015
The Argonauts by Maggie Nelson

THE ARGONAUTS by Maggie Nelson
This was not Maggie Nelson’s first book – she had also written about the murder of her aunt, a meditation on the colour blue and several volumes of poetry – but it was the first to introduce her to a wider audience in the UK. Why did a book that played so fast and loose with the concept of memoir inspire such intense admiration? It was, perhaps, a question of exposure and openness: Nelson’s voyage into the heart of her relationship with the artist Harry Dodge, who is transgender, her interrogation of the arrival of sudden, unexpected romantic and maternal love into her life, and the realities of living freely amid the constrictions of governments, society and art.
It is a book that travels through the mind, but refuses to divorce itself from the painful demands of the body – and it stood as a prime example of a new wave of writing, much of it coming from American writers including Eileen Myles and Chris Kraus, that incorporated the personal and political struggles of previous eras into a startlingly modern and often queer register.
Copies of Go Set a Watchman on display on the day of release in 2015.
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 Copies of Go Set a Watchman on display on the day of release in 2015. Photograph: Justin Tallis/AFP/Getty Images
The biggest literary story of the year was the publication of Harper Lee’s Go Set a Watchman, a first draft of To Kill a Mockingbird that had been submitted to a publisher in the 1950s and returned to Lee with instructions for how to make it better. Watchman introduced us to a grown-up Scout, returning to visit her father Atticus and being appalled to discover his attitudes towards race; publication, therefore, had the effect of challenging warm feelings towards the character the world essentially knows as Gregory Peck. The circumstances of its appearance – the year before Lee’s death, with conflicting stories over her ability to grant consent to its publication – only deepened the confusion.
It was an odd symmetry that 2015’s Booker was won by Paul Beatty, the first ever American victor, with The Sellout, a trenchant satire on racial segregation and identity in contemporary America.

2016
Autumn by Ali Smith

AUTUMN by Ali Smith
A character named Elisabeth Demand has her passport application rejected on the grounds that her head, as it appears in her photograph, is too large. She is sent back into the labyrinth of obscure processes, with no reason to believe she will emerge successful. Three years later, and those applications and rejections have taken on an increased charge for us, Smith’s readers; not merely a tedious administrative task, but a question of who is ruled in and out of membership of the country, and how the state defines what constitutes “settled”.
Ali Smith, who with Autumn launched her “seasonal” quartet of novels to be written each year against the clock, knew this: the book is shot through with references to division, to the disappearance of empathy between people, to surveillance and control. It was, as it turns out, a terrifying taste of things to come.
Elsewhere in the year’s fiction, history was the order of the day: in Colson Whitehead’s magisterial blending of fact and fantasy The Underground Railroad, a narrative of enslavement and escape; in Sebastian Barry’s Days Without End, which pictured Irishmen abroad and at war in 19th-century America; Francis Spufford’s bravura piece of New York picaresque, Golden Hill; and Sarah Perry’s The Essex Serpent, which conjured a gothic resurgence in a Victorian coastal town.

2017
Why I’m No Longer Talking to White People About Race by Reni Eddo-Lodge

Cover image for Why I’m No Longer Talking to White People About Race by Reni Eddo-Lodge
“We tell ourselves that good people can’t be racist. We seem to think that true racism only exists in the hearts of evil people. We tell ourselves that racism is about moral values, when instead it is about the survival strategy of systemic power.” Writing in this paper, Reni Eddo-Lodge explained how the response to a blogpost she had written three years earlier had led her to expand her analysis of structural racism, its operation and its effects, into a full-length book that went on to win the Jhalak prize and a British book award for non-fiction. The book claimed space for the increasingly pressing conversations writers of colour wanted to start; and argued that the centring of white voices and concerns – not least in the publishing industry that decided what would and wouldn’t appear on shelves – had to end. Nikesh Shukla’s anthology The Good Immigrant had appeared the year before, as had David Olusoga’s Black and BritishAfua Hirsch’s Brit(ish) would follow in 2018. With these books, there began to be a sense that accounts of lived experience and marginalised histories could blend or sit alongside each other, articulate both the past and the present, and bridge a gap between writing and activism. And that people would buy them, in their droves.
George Saunders.
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 George Saunders. Photograph: Ramin Talaie/Ramin Talaie for The Guardian
Elsewhere, there was a sort-of surprise at the Man Booker; not that Lincoln in the BardoGeorge Saunders’s critically acclaimed novel, should be thought worthy of winning, but that a writer should conceive of creating a multi-vocal narrative about Abraham Lincoln’s dead son set in purgatory. One of the most surprising literary successes of the decade, it strengthened the reputation of the ever inventive Saunders even more.

2018
Normal People by Sally Rooney

NORMAL PEOPLE by Sally Rooney
On 26 May 2018, the Republic of Ireland woke to the news that the previous day’s referendum had resulted in an overwhelming mandate to repeal the constitution’s 8th Amendment; in other words, to give women the right to terminate pregnancy. The campaign had been intergenerational and countrywide; but while the response was jubilant, there was also a sense of relief and the emergence from trauma. For Sally Rooney, whose second novel seemed at one point during that summer to be all anyone was reading, the issue was hard to talk about. “All that suffering was so pointless,” she told me in an interview at the time. “Why did we do that? Why did we do any of that? Thirty years. All this anger and sadness, and all the horrible things that have happened to people ... ” Rooney’s cool appraisals of Irish life – the giving way of a pastoral, church-led society to a more layered and divergent world – underpin fiction that appears to concern itself with a narrower world of young Dubliners (Trinity College Dubliners at that). And her apprehension of the surging emotional currents between her characters – in Normal People’s case Marianne and Connell, who move to the capital from small-town Sligo – broadened her appeal.
Rooney, however, was not to win that year’s Man Booker – it went, instead, to Anna Burns, whose dystopian evocation of the Troubles, Milkman, written while the author battled ill health and subsisted on benefits, created a troubling and riveting picture of male coercion and female resistance during conflict.

2019
Girl, Woman, Other by Bernardine Evaristo

GIRL WOMAN OTHER by Bernadine Evaristo
The first black woman to win the Booker prize, Bernardine Evaristo is also a writer who incorporates poetic and dramatic techniques into her novels, and who has persisted in that endeavour over the course of decades. Her work has been praised by critics and enjoyed by readers for a long time, but her high-profile victory – accompanied by controversy because the award was given to both her book and Margaret Atwood’s The Testaments – has brought Evaristo before a vastly increased audience and intensified discussion of representation in contemporary British literature, and of how artists are recognised and their work promoted.
Evaristo’s success, which brings to the fore not only her eight novels but her determination, in her words, to “put presence into absence” and make visible in fiction the lives of black women, arrived in a country riven by frenzied discord. The issue of who gets to tell their story in the midst of that division, how fiction can present our complex selves and fractured communities and who is allowed the agency of self-definition has risen again to the top of the cultural agenda.
Booker prize-winners Margaret Atwood, left, and Bernardine Evaristo, October 2019.
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 Booker prize-winners Margaret Atwood, left, and Bernardine Evaristo, October 2019. Photograph: Andy Rain/EPA
When, a few weeks after the Booker prize, a BBC journalist said that it had been shared between Atwood and “another writer” – a hasty ad-lib, it was later explained – the sense of angry disappointment was palpable, perhaps because change, so often heralded, equally often seems to recede. But the past decade suggests that a tipping point has been reached in the opening up of the literary world to hitherto marginalised voices; the next decade will reveal whether that is indeed the case.
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