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miércoles, 18 de diciembre de 2013
viernes, 13 de diciembre de 2013
Ramón J. Sender
Era recio como aragonés y vivió a
rastras entre California y Méjico; un león de Grau un vencido el viejo comunista
reconvertido al capitalismo profiriendo pestes contra hitlerianos y
estalinistas, su prosa tiene aires de jota y se corona con el atávico pañuelo
de hierbas (el cachirulo) de los buenos baturros. Para libre, Aragón. Se sintió
un vencido pero nunca se manifestó como un resentido. Ramón J. Sender Chalamera
1901- San Diego 1982)
A lo que no renunció fue a su repulsa instintiva
hacia los libros de los escritores americanos que viajaron a España en el 36
creyendo que era un safari. Su critica a Ernesto Hemingway no pudo ser más
exacta y puntual. En el autor del Viejo y el Mar veía a la violencia de la
sociedad yanqui, su fetichismo, el aparatoso grandiosismo. El arte de escribir
se hizo marketing y habitó entre nosotros pero no os creáis demasiado los bulos
y después vendría Vargas Llosa, las listas de Schindler y de los consejeros
delegados.
Si las maquinas electrónicas escribieran libros lo harían a la manera
de Hemingway. La profecía de Jota Sender se ha cumplido en esa literatura
pacotilla de usar y tirar que rinde culto al best seller. Impuso en la novela el león de la Metro. Que ruge y viene
rugiendo desde hace muchos años, con su ferocidad de cartón piedra
De lo que se trataba era de “cocacolonizar”
el planeta. Y detrás del amigo Vargas vino Pérez Reverte matachín matachán todos
ellos imitando el lado infantil en la vida y en la obra de don Ernesto. Los críticos maltrataron a Hemingway y la
culpa fue suya pues cubrió sus debilidades con una máscara antipática, era un
tipo sin gracia que en su vejez seguía teniendo el carácter de un niño de once
años con pistolas de juguete, botellas de limonada y fotos pornográficas. Fue a
las letras lo que la MGM
en el cine.
Me alegro que Ramón J. Sender
cuya obra desconocía (se trata de un aragonés inmenso de una profundidad que
raya en las simas psicológicas de un Gracián) coincida con el modesto criterio
del abajofirmante vertido a lo largo de mis libros especialmente en Remember Brunete donde pongo de
manifiesto el enojo que causó en las filas republicanas la actitud del
americano que abandonaba el frente para regresar a Madrid a jalearse con el güisquis
y las chicas de Chicote. Alacridad imperdonable cuando se moría en las
trincheras.
El aventurismo de los
internacionales y la inconsciencia de la Brigada Lincoln determinó
la derrota del Ejercito de Maniobra a las puertas de Madrid y acaso también en
el Ebro.
Albarda sobre albarda, el escritor
oscense tacha a sui colega americano de infantil: “El viejo y el mar” es un Moby Dick de vía estrecha y “For whom the bells toll” es un libro
cursi en el cual hasta el título es prestado… en los tipos de Ernesto hay mucho
alcohol, mucho rifle y estos revólveres no son armas defensivas sino las
muestras de un turismo armado nacido del deseo de hacer ruido y de coleccionar
trofeos para ponerlos encima de la chimenea… era simple y un poco tonto
Hemingway, le gustaban las putas que se iban a la cama con un pijama de seda
cruda… hay en sus libros mucha palabrería vana y su hipersexualismo verbal
denotaba –dime de qué presumes y te diré tus carencias- el complejo de la
impotencia que debió de padecer durante parte de su vida, escribe como un toro
castrado y ciertamente sus novelas van a paso de buey”
Ignoro si tal acrimonia obedece a
celos profesionales pero cuando yo cursaba filosofía inglesa el año 67 tuve un catedrático
que dedicó un trimestre a estudiar la obra hemingweyana. Too much. El viejo del
mar era un tomo de referencia por aquellos dichosos años jipis, dejamos de ir
con flores a María para fumar hierba en las sentadas de San Francisco y Adiós a
las Armas fue uno de los primeros libros que leí yo en inglés tirando, eso sí,
mucho de diccionario. Recuerdo que me impactó por el altruismo de la enfermera
inglesa en su amor desesperado hacia el protagonista. Luego una amiga mía me
convenció del error machista cometido por Hemingway al trazar al personaje. Era
una señora bastante estúpida a decir de mi interlocutora.
Claro que yo por entonces era
solo un adolescente saliéndome al paso un autor que escribía para adolescentes.
La vida luego me mostraría otros enfoques. América era un país violento como
los osos de Idaho con una actitud deportiva frente a la existencia: cine,
deporte, hembra, crochet de izquierda y tente tieso. No gran cosa. En estas
ácidas manifestaciones este baturro de Calanda descubre a través de una prosa
plagada de exabruptos y de ternuras, muy enamoradizo como buen aragonés, las
amarguras del exilio norteamericano inmerso en el confort del American Way of
life esperado siempre la visa de residencia y sintiéndose un californiano de
segunda aún siendo descendiente de los verdaderos colonizadores de aquella
tierra americana.
A través de su obra sigue preguntándose
con acritud y sin ella por qué perdimos la guerra. No quiso regresar a su
tierra desde el exilio creo más bien por razones personales que políticas
porque lo cierto es que con Franco y a pesar de Franco su obra se da a conocer
y goza de gran popularidad entre nosotros a partir de finales de los 50: “el bandido adolescente” “epitalamio del
prieto Trinidad” “Tres novelas teresianas” “las criaturas saturninas” “luna de
perros” “el rey y la reina” “ensayos de otro mundo” “nocturnos de los 14”
Son los que acabo de leer estos nocturnos, libro
muy madurado que versa sobre la problemática de los suicidas: José Díaz, el
secretario del PC que se lanza desde un balcón en Tiflis, Ernst Toller el ideólogo
alemán que se tira al tren o el propio Ernesto Hemingway metiéndose un disparo
por la boca en el trastero de su vivienda.
La autodestrucción le sirve de
marco para tratar un friso histórico sociológico de época donde se conjuga la filología
con la semántica o el racismo. Un aviso a navegantes: los judíos no olvidan la fecha de 1492 y odian a los españoles de
derechas e izquierdas con la misma mezquina, feroz y retrospectiva saña de los
tiempos del marranen Torquemada. Más
de una vez he pensado si eso no influyó en la conducta de León Blum que nos
metió a todos en un campo de concentración de Francia. Le daba lo mismo al
político francés que ganarán los unos y los otros y lo único que le gustaba es
que nos cociéramos a fuego lento en la salsa de la discordia. Eso del semitismo
y del antisemitismo no podemos entenderlo los españoles, somos una mezcla de
razas y de religiones conjugadas. No es una cuestión de cromosomas sino de
credos.
Hay infinidad palabras en inglés
que vienen de la conquista: “mustang” caballo salvaje o mesteño, caballo de la
mesta que se escapaba; “flirt” de floretear, “quarrell”, querella, “candy”
cande, “morris” de morisco, “barbeche” barbacoa”, armadillo, vigilante,
guerrilla etc.
Sender fue redactor del “Sol”.
Cuando todavía era un soldado de regulares y vino de la guerra de África fue
contratado por su propietario el vasco Nicolás
María Urgoiti. Fue su cedula de ingreso en uno de los periódicos que
hicieron escuela. Y él escribe con la agilidad y el garbo que caracteriza a un
reportero pero él más que por el sesudo diario de la mañana donde escribieron
las plumas galanas de la republica: Ortega, Azorín, Pío Baroja, Blasco Ibáñez,
él se decanta por “La Voz ”
que saltaba a los quioscos cuando se encendían las primeras farolas de gas. En “Nocturno de los 14”
efectúa un retrato psicológico de su director Fabián Vidal el cual acaba quitándose del medio porque no pudo
soportar el abandono, la pobreza y el hambre de su ostracismo mexicano. Vidal
era un granadino sin gracia que dirigía el periódico más gracioso de la
capital. Con él no valían cuchufletas, mojigangazas, ni ironías chulescas. Le
llamaban el hombre serio de Granada. ¿Por qué no sonríe Fabián Vidal? Nadie
tiene derecho a sonreír en España. Esto se lo lleva la trampa, solía decir
presintiendo el desastre en el que acabaría la republica. El polo opuesto a él
era su redactor jefe Javier Bueno
hombre de costumbres higiénicas que no bebía ni fumaba, un madrileño jovial que
salpimentaba el diario de la tarde con sus comentarios jocosos que voceaban por
las calles los vendedores. Murió el pobre en el garrote vil.
Este exilado- lo recuerdo con la
mirada triste y sorprendida mitad de fraile y de morabito sarraceno cuando se
produjo el triunfo de su “Tesis de Nancy” libro de referencia para la
estudiantada del 68- nos ayuda a comprender el drama de los exilados de la
emigración, destruyendo los mitos habituales y las ruedas de molino con las que
siguen comulgando algunos acerca de la mayor tragedia que se ha registrado en
nuestros anales.
California no era el paraíso y
los intelectuales de la guerra fueron recibidos a patadas en los Estados Unidos.
Muchos de ellos se suicidaron o se tiraron al metro como fue el caso de aquel
madrileño celoso que no podía soportar el pensamiento de que su mujer en Madrid
le fuese infiel y acabó bajo las ruedas d un tren en el subway después de leer
la carta de son Francisco de Quevedo de un
cornudo jubilado a otro cornicantano. Alberti, Juan Ramón, Pérez de Ayala, Arturo
Barea el propio Marañón que fue de los primeros en regresar reflejan el trauma
que supuso en sus vidas el drama de haber perdido la guerra civil. Huelgan las
concepciones apriorísticas con que vienen al mundo muchos españolitos. Sender
descorre las cortinas de la tragedia con su prosa autoritaria, precisa y
preciosa que a retazos evoca a Gracián o a Joaquín Costa.
Él también tenía aspecto de león.
A veces aljamiado, y mudéjar, otras, visigótico, carpetovetónico siempre
entreverado de semita. Había un judío en Zaragoza por nombre Grescas, que dijo que la salvación se
consigue mediante la acción y esta acción es una verdadera cardinal del judaísmo
que la polarizan los conversos. Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola, los
conquistadores que llevaron la fe a América fueron gente de acción. Y en el
alma de un misito de un Miguel de Molinos, pese a ser un alumbrado, late esa
fascinación por la actividad que se opone al fatalismo del sincretismo pagano.
Fue un redactor del “Sol” y
subteniente del Quinto Regimiento. Estaba su cuartel entre Lista y Serrano. Su
obra guarda un timbre trágico. No se adaptó a la vida de Manhattan y en sus
obras cuenta cómo aquellos intelectuales soldados del bando republicano se
ganaron la vida de una única forma: impartiendo clases de castellano.
Algunos sobrevivieron el exilio
pero otros no pudieron resistir la tentación del balcón abierto o el alféizar
de la ventana invitando al vacío. ¿Solidaridad entre los vencidos? Nunca hubo.
Prieto se enemista con Negrín. Pasionaria y Pepe Díaz anduvieron a la greña.
Juan Ramón Jiménez se encerró en una torre de marfil que le llevó a la locura.
Pedro Salinas el poeta del 27 aguantó y salió adelante. Gavilla de españoles en
el extranjero todos desunidos. Los perros, apunta Sender, cuando se saludan por
primera vez todos se huelen el culo. Todos tuvieron problemas ejerciendo la
docencia en los USA por doble motivo porque los yanquis se muestran siempre
refractarios a reconocer títulos impartidos por universidades de ultramar y
porque en el campus norteamericano al catedrático no se le sacraliza. Si en
España la ignorancia es humilde los estudiantes del Tío Sam fiscalizan a sus
profesores quienes han de acomodarse al
ritmo de trabajo de los más torpes. Allí no existe el régimen de oposiciones
sino el contrato. Si no estás a la altura en la disciplina que impartes te vas
a la calle porque los trabajos liberales no son de por vida ni se da el caso
del funcionario con manguitos que abre la taquilla a las 11 de la mañana después
del tercer o cuarto café. La novelística de Sender se centra en estos pequeños
dramas de los españoles inadaptados a una ciudad de hábitos cosmopolitas, tan
abierta y tan cerrada, tan retrograda y progresista al mismo, tan cerca y tan
separada de Europa. Moro deja mis
avellanas en paz que yo me las varearé, o no me las enseñes más que moriré.
Cada maestrillo tiene su librillo.
Maestro de zopencos, cuantos
irredentos por allí, pugnando por un master puñetero, tenía algo de asceta y su
rostro cetrino era el de un fraile místico que vivió y murió trasterrado en
California soñando en su Aragón. Muy crítico con el país que le acogió. Su obra
relevante creo que perdurará porque nadie ha abordado con tanta sagacidad la
epopeya de los escritores españoles en el exilio después de la guerra civil.
miércoles,
11 de diciembre de 2013
miércoles, 11 de diciembre de 2013
martes, 3 de diciembre de 2013
antonioparragalindo.blogspot.com: radiografía de un matacuras catalán
antonioparragalindo.blogspot.com: radiografía de un matacuras catalán: SAN MARTIN MARTINEZ PASCUAL 1 Era un caluroso día de agosto al amanecer. El grupo de detenidos (dos sacerdotes, tres semin...
jueves, 5 de septiembre de 2013
obama debiera pensar en el futuro de estos niños antes de apretar el gatillo contrta Siria
la guerra les deja sin futuro y ellos serán la esperanza de la humanidad
VIVA LA VIDA CONSAGRADA DE LAS DULCES ESPOSAS DE XTO
LA MADRE CELIA DEL MONASTERIO DE NOVODIEVICH, MOSCU, ACARICIA UNA PALOMA
lunes, 2 de septiembre de 2013
LA LOZANA ANDALUZA OBRA MAYOR DE LA LITERATURA CASTELLANA
A Lozana no la conocí. Es un personaje como el quijote, una especie de caballero andante del amor que ha cabalgado por Europa, una especie de santa Nefixa que lo hacía por caridad y de balde, ejecutora del amor dulce y venusto, repartiendo sus gracias al prójimo desde la benevolencia del deleite, retratado con donaire y haciendo gala de un idioma que revela las interioridades del tesoro de la lengua castellana, venero irrestañable del ir y venir por los colmados, las casas llanas, mancebías, burdeles, bochinches del tócame roque, casa con dos puertas difícil de guardar, por su autor un cura cordobés de origen converso, del que se sabe poco pero que es la cumbre de la literatura picaresca. A Lozana no la conocí pero la imaginé y es parte de mis sueños y de mis sonrisas. Los mis pecados perdónelos Dios que a nadie amarga un dulce. Sin meretrices- comenta san Agustín en uno de sus opúsculos- grandes daños sobrevendrán a la republica. Ellas son la vida misma formando parte del oficio más viejo del mundo. Escuadras de soldaderas, cantineras, monjas profesas de la diosa Venus.
Los lupanares de Europa siempre estuvieron manejados por judíos. Delicado Baeza que antes de recibir ordenes mayores debió de dedicarse al viejo oficio furibundo y no me digan que todas esas bellaquerías que sabe y que plasma a lo largo de los 66 mamotretos o capítulos de su novela que se leen de un tirón por su modernidad, por el donaire y por el gran aparato paremiológico e histórico que esgrime. Hace un retrato de las orgías y desacatos de la Roma de los Borgias la del papa Alejandro VI y de Julio II pontificando sobre un corte corrompida pero llena de ardor guerrero y de artes. Es un libro moralizante pese sus descripciones del trato torpe en la lengua del lupanar, pues determina que hay tres profesiones en el mundo que suelen acabar mal, la de las putas y los soldados y las de los banqueros en una tumba de oro. Publicado en 1524 anuncia proféticamente el saco de Roma que sobrevendría tres años más tarde por los lansquenetes hambrientos e iracundos del Duque de Alba que no habían cobrado sus pagas e irrumpen en la Ciudad Eterna a sangre y cuchillo. ¿Castigo divino?
El nombre de Roma es acróstico del amor. Lozana aborrece el tocino, no blasfema y se abstiene de mentar el nombre del Dio, guarda el sabath siempre que puede, trata con clérigos y con monseñores. Un canónigo al que “curó de lo suyo” y éste le hizo un hijo era su protectora fue su protector por conducto de un macarra trujillano por nombre Rampín. Es Rampín el cohén o caudillo de la mancebía típico un bellacazo, desflorador de coños, devoto de Santa Nefixa que nos pasma con sus longuerías y sapiencia lupanaria. Sieneses en Italia y trujillanos en España que a todos engañan. El tal Rampin debía de ser buena pieza como gran parte de muchas extremeñas y extremeños que, perseguidos por la Inquisición, se buscaron la vida en la corte pontificia donde hallaron protección.
La cabeza de la catolicidad paradójicamente estuvo dominada por hebreos de distinta proveniencia que allí ejercen las profesiones liberales. Los médicos y los banqueros de los papas, como los de los emperadores (Carlos V, el converso segoviano Andrés Laguna y los Fuggers o Fucares alemanes de la judería de Francfort) eran de la rama de Israel. Se calcula que la Roma Meretriz acogía a más de 50.000 –ya es un numero- provenidas de todos los rincones de Europa y Berbería y Turquía.
Las españolas que ofrecían el grupo más nutrido habían asimilado de las costumbres moriscas la depilación de sus partes íntimas. Lozana la garrida que adopta este nombre de guerra cuando llega a la Ciudad de los Césares, la llamaban Aldonza o Alaroza en el perchel malagueño, en las gradas de San Felipe, en el Zocodover toledano, en el azoguejo segoviano, el Fontán ovetense y en el Potro cordobés, su tierra natal. Alaroza es nombre árabe que significa jarifa, bien plantada. Cuando se jubiló y marchó desterrada a Lipari su ínsula barataria o Sicilia donde acabó sus días muriendo al parecer de morbo gálico adoptó el cognomen castellano de Velluda (la bien hecha) a fe que debió de ser un personaje real que conoció el clérigo que la describe oriundo de Martos en Jaén a lo largo de sus izas, rabizas y colipoterras.
Muy hermosa y afamada debió de ser. También sabia y graciosa. En esta novela dialogada nos maravilla con sus advertencias y observaciones sobre sí y la gente de su oficio. Anda puta que no serás buena. Pues que ha de hacer si so de Llerena. Se siente muy judía pero también muy española. La palabra jodío en romance no es como algunos piensan el participio pasado de un verbo que los hispanos pronunciamos cada dos por tres, se refiere al judío y al jodío que es como designa a sus camaradas esta simpática cordobesa, que si hoy viviera, ganaría millonadas acudiendo a los programas de la entrepierna o dejándose retratar en el Hola. Se lamenta de que en Italia ni el hoder ni el comer tenga sabor que en la mi tierra es más dulce que el cantar de la serena. Su valedor es otro converso extremeño que se llamaba Trujillo. Cerraba los sábados el burdel, preparaba la adafina los viernes. Era un varón temeroso de Dios que explotaba esas debilidades cristianas por el vino, las mujeres y las fiestas religiosas. Su mancebía se ubicaba en la Vía Asinaria pero luego la trasladó al barrio de los jodíos catalanes y españoles que son los más letrados y ricos, pues saben su Ley, a diferencia de los tudescos y franceses que tiran al gentílico en Campo di Fiori.
Sabe que navegante del océano del amor ha de arfar su nave por aguas ariscas dada su condición de jodía y de puta. Vulto romano y cuerpo sionés, andar florentino y hablar boloñés. Los italianismos y hebraísmos plagan esta deliciosa novela que es sobre todo un cuadro de costumbres pintado con desenfado y al desgaire. En toda la obra medra el ingenio y maravilla el donaire, trufada de refranes que ofrendan el conocimiento de la sabiduría de la calle pues quien dice la verdad cobra odio aunque los duelos con pan sean menos. Y vos, pariente, aparéjame los dientes.
Ay tiritin tiritaña soy gloria de España discípula de aquella doña Violante cordobesa amante de tres reyes cristianos y dos califas. Dámelo venga que me meo toda. Gallinas y muyeres todas ponemos. Unas, huevos y otras, cuernos. Ay tiritin tiritañas que soy la gloria de España.
Allá viene la vieja Celestina vieja cargada de cuentas y más barbas que Ruy Díaz. Todas son putas y mozas de partido, unas de natura, putas usadas, de puerta cerrada, ninfas del cantón, putas de celosía y putas de empanada. Así era la vida en los siglos renacentistas. En el Prado de Madrid se alquilaban coches que bajaban y subían con las cortinas bajadas. Entraban duques y marqueses en el alquiler, algún que otro obispo y arciprestes a mogollón. Mira como tengo esto.
Alzonza fue muy festejada entre las meretrices muzárabes de Zocodover. Fue puta apasionada y puta estregada, putas de cabo de ronda que acudían a los cuarteles y se lo montaban con el centinela en la garita y putas místicas que captaban clientela en los triduos y rosarios de las iglesias de Madrid.
Hubo siempre putas buenas y putas malas, putas güelfas y putas gibelinas, putas solteras, putas casadas. Las candiotas – nos asegura- son muy serias y bien cumplidas. Son de las que no hablan a diferencia de las malagueñas que son malignas y de mala digestión y parlan por los codos. Salga pasico su merced y cierre la puerta. Eh tú, pero ¿cuando acabas? No soporto a los tardones que me destrozan y me meten dentro las paredes y enfermo del mal de madre.
Rampín es su proxeneta que era discreto nada celoso e hinchaba la medida esto es la satisfacía en la cama. Lo cogió de quince años y lo guarda consigo. Todo un perro fiel pero guárdate del mozo cuando le nace el bozo. Si lo sopiera más presto soltaría las riendas de mi querer. Pasico, bonico, quedito, anda conmigo, no me la hinquéis… ay que priesa os dais y no miráis que yo no so de las que se quedan atrás…mira que no por mucho madrugar amanece más ahína. Besaros he. Ansí. Ansí, veis qué bien. Por ahí seréis maestro que aquí se verá el correr de esta lanza cuando se quiebra… en el coso te tengo, la garrocha es buena… camino lleváis, no paréis que la liebre ya está echada… daca la mano y tente a mí que el almadraque es corto, aprieta, cava y ahoya y todo a un tiempo… a las crines corredor, cabalga caballo mío, mi vida, que me va el recuero . Ay amores que soy toda vuestra. Quitaos la camisa que sudáis. ¡Cuánto tiempo que no comía cocho! … en mi vida vi mano de mortero tan bien hecha ¡y qué gordo que es! parece nabo de Jerez… que la habla me quitó; no tenía por do resollar… ay qué miel tan sabrosa…dale, dale que le das y a la par, a la para llegaremos a Jodar”
En pocas literaturas se ha descrito con tanta viveza y donaire el encuentro carnal humano. Luego se va Lozana muy feliz a la plaza Nagoya. Era día de mercado y va a ver a Trigo el jodío cacereño que la puso casa. Lenguaraz y vivaracha derrama refranes y sentencias. Ve do vas y como vieres así haz y como el pandero sonare así bailarás. La visita un fraile que todo lo toma a tarja pero que tiene vara alta en su orden y llena la despensa de la atajía o colmenar de las magdalenas que no van a la iglesia a rezar sino a captar clientes. Pero a santa Nefixa la que lo hacía de balde –un ejemplo que siguió la princesa doña Urraca con los cristianos, pero, patriota al fin y al cabo a los moros por dineros- se le ponen velas en los prostíbulos y a María Magdalena no más. Cristo andaba con publicanos y pecadores y se dejaba besar los pies por mujeres públicas.
Dijo el que esté limpio de pecado que tire la primera piedra, lo que evidencia la sabiduría del Espíritu Santo pero no fue demasiado prolijo en esta materia a diferencia de muchos moralistas católicos que se referían a la fornicación mal de siempre con lengua hipócrita. Contra las enfermedades Lozana manda untos de friz o flor de haya. El pipo del elaboro y la mandrágora son buenas para la liendre. Las bubas no tenían cura sino el hospital de la sabana blanca que llamaban al de san juan de dios en Antón Martin. A los enfermos se les trataba con paños calientes de vapor y cataplasmas.
Las aguas ferruginosas y la ruda era recomendada por galenos y curanderas para las damas que quedando preñadas querían abortar. Es más viejo que la ruda, se sigue diciendo en Castilla cuando se recurre a un procedimiento aparentemente novedoso. Sahumerios por abajo y barbas de cabrón para la impotencia. Ella vino huyendo de la quema y de los corchetes de la inquisición. Pretende conservar su dignidad humana en todo tiempo como laborante del amor. Mirad la puta como es criada y la camisa como es hilada.
Las crónicas no dicen si fue encorozada por el Santo Tribunal muy activo en la ciudad de Córdoba por tales fechas. Lo más seguro es que sí porque a Roma llegó emplumada y con el pelo rapado. Siguiendo la suerte de millares de españolas que iban a Roma en romeraje a alcanzar la gran perdonanza y regresaban en carruaje como matronas respetables. Roma doma, según dicen. Ellas son como el caracol y las lagartijas que por donde pasan mojan. Las meretrices que tenían mucha fama por entonces eran las Valencianas y las zamoranas. Para putas, Toro. Allí hacía la carrera muy discretamente cerca de la colegiata una que llamaban La Siete Coñicos porque era bella como la Imagen de la Dolorosa. Nuestra Señora de los Siete Coñicos. O Roma meretrice, enjambre y pósito de oficios y beneficios.
Ay marica cuécelo con malvas, píntalo de verde pues más me sobajáis vos que cualquiera. Al que habla es a un cardenal. Sin embargo, esta gran maestra del rameraje y el romeraje se guarda mucho vive Dios de proferir ninguna herejía o razón que atente contra la fe o lo que nos enseña Nuestra Santa Madre Iglesia y por todo el libro deja sonar las carcajadas de Israel contra las necedades de la credulidad pazguata de los simples. Sexo es poder y en la ciudad de los papas estaba el poder.
Tira más coño que soga. Su decepción, el desaliento de esta mujer se compadece con la que tuvieron otros españoles que peregrinaron allá como el arcipreste de Hita o Ximenez de Cisneros para apelar ante la curia. Yo vi allá en Roma do es la santidad que todos al dinero facían humildad. Roma la que a los locos doma, censal de oportunos importunos, alfolí de bulas, despensa de las indulgencias para ganar el cielo. Al canónigo que acude a visitarla le lavará lo suyo con vino griego. Ya está al caer mi micer.
Vendrá a descargar sus barriles. Ya está aquí. Ya sube. Hecho es. Allá vienen con él sus feligresas: la Velasco, la Miramontes y la hija morilla del almotacén que se llamaba Aixa. Tres moritas me enamoran en Jaén. Al penitenciario que la visita le gusta hacerlo de varias posturas. Su preferida era la de batiponiente esto es por detrás o baticulo que es préstamo del idioma marinero por palo de mesana o cangreja. Imitando el coito de los cangrejos en resumidas cuentas. Mucho sabía el señor deán. Por las manos o entre las piernas de la andaluza pasan abades que de lo que cantan comen, peregrinos, soldados con licencia, menestrales, pajes, caballeros, bulderos, madama Terencia con su escudero Silvano, el Oliva y la Imperia, un valijero o maletero, dos aguadores, algún que otro sacristán al que pusieron el mote del Alforjillas, y micer Porfirio el bachiller robusto. Un prostíbulo es como el gran teatro del mundo.
Delicado Baeza casi pretende agotar la materia pero ésta es inagotable. En este libro consigue mucho nivel dando a la estampa un autentico quijote de la literatura erótica tan abundante en nuestro siglo de Oro. Los españoles no nos asustamos de nada. Esto es más viejo que la ruda. Ya quisiera Henry Millar y otros literatos americanos como el que escribió the fucking machine haber firmado si quiera alguna pagina de esta formidable novela dialogada.
El inglés es menos preciso y carece del donaire con que lo abordan los escritores del XVII castellanos. Francisco de Quevedo que posee una obra muy seria y de altos vuelos pues era un místico era habitual de aquellas casas llanas que conoció el Madrid de los Austrias todas de tapadillo pero muy visitadas y conocidas. Y cuando escribía a sus amigos les informaba de las novedades del lenocinio: “han venido irlandesas que es bueno que las putas muden de sitio cada tres meses por parecer fruta nueva”. A mí que conozco a la Velluda por señas, pecador de mí, todas estas izas, rabizas y colipoterras no encanecieron un adarme mi fe en Jesucristo.
Negar o desconocer esta realidad, como cosa propia de camándulas y de hipocritones tartufos, es volver la cara a una parte importante de la Iglesia que es también pecadora. Seminario vacío. Los pecados mortales de la Iglesia. La Lozana planea como un fantasma sobre la paginas de mi novela o por ahí anda la cosa.
TRAE LA VIHUELA Y TOCAREMOS EL PANDERO.
La novela de Delicado Baeza es vademécum para conocer el habla y el pensamiento del tiempo imperial. La lengua castellana se forja en Italia por boca de frailes, soldados y romeros que iban a visitar la tumba del primer apóstol y ganar la perdonanza en un ir y venir del convento al cuartel, del burdel a la taberna, de la cárcel a galeras y, ganada la libertad, a los caminos y a las plazas de las villas. Roma es ciudad abierta o de acarreo como se decía entonces. Aun no había surgido el concepto de nación. De reinos y estados y señoríos se hablaba pero nunca de naciones tal como hoy se conoce.
Carlos V, adalid del afán del gobierno común, trono y altar unidos; la cruz al lado de la espada y el idioma compañero del imperio, pretendió restaurar el sacro imperio germánico y restituir el cetro de los cesares en el capitolio. Fue el sueño de Carlomagno el fundador del papado.
Fracasó por las desavenencias y traiciones entre los príncipes cristianos de Francia, Inglaterra y los mismos papas. Imbuido de la noción de reconquista que convierte a castilla y Aragón en bastiones contra el Islam Carlos V quería echar a los sarracenos de Europa pero el turco estaba a las puertas de Viena.
Cansado de aquel sueño europeo que no da fruto Cesar regresa a España y se hace medio monje en Yuste. Con el desistimiento de la utopía, entre sus vasallos se produce en una huida hace adelante que redunda por un lado en el misticismo de una España quijotesca, ensimismada y algo mística que contrasta con la sanchopancesca del bien vivir, la buena mesa y el goce de los sentidos. Sobreviene en una relajación de las costumbres sobre todo en el clero que tanto critican los reformadores que no reformistas como Carranza, Cisneros o fray Hernando de Talavera.
Todos ellos en su mayor parte eran conversos y de estos españoles venidos de la grey mosaica el exponente de sus críticas a este tipo de cristianismo es el Lazarillo de Tormes. Delicado Baeza abunda en lo mismo pero su crítica es aun más feroz porque viene a decir que Roma era predio de las rameras españolas y de los banqueros hebreos que administraban los dineros de san Pedro. No obstante tales supuestos, en la península ibérica caen en soco estas prédicas de los moralistas de nuevo cuño.
El vulgo sigue manteniendo sus fiestas a los santos y mártires muchos ellos dudosos y de origen del culto sincretista y pagano más de las tres cuartas partes del año. Toros y cañas. Folixia, juergas.
Desde san Antón hasta las candelas y desde san marcos hasta san miguel y san Lucas. La Biblia a palo seco como pretendían los erasmistas sonaba a herejía. Los sastres seguían invocando a san Homobono, los carreteros a san Cristóbal y los sacamuelas a santa Apolonia, los músicos a santa Cecilia y llegado junio por todas partes se glorificaba a san Antonio a san Juan Bautista a san Pedro y a san Pablo y a san Pablin.
Mientras Lutero desnudaba los altares y predicaba una religión a palo seco bastando la Biblia para salvarse, aquí se tejían blondas de oro para las Dolorosas de los Siete Cuchillos y las pobres mujercillas del oficio más viejo del mundo se encomendaban los 22 de julio a María Magdalena y a santa Nefixia.
Habiendo triunfado en el norte el erasmismo, por el sur cierran filas contra la heterodoxia, se fundan nuevas órdenes religiosas, jesuitas, teatinos, carmelitas descalzos, franciscanos observantes etc.
Poco a poco y pese a seguir aferrados a la fe del carbonero y disculpando los abusos y malos ejemplos de ciertos sacerdotes se va imponiendo la reforma pero dentro del dogma a cargo de eminencias como San Juan de Ávila el apóstol de Andalucía. Todos ellos braman contra la forma de vivir disoluta pero los curas siguen teniendo ama y nadie se atreve a cerrar un prostíbulo.
España se ensimisma frente a Europa, que no la comprende, torna a la vida interior o se marcha a las Indias. Fue un tiempo de guerras, pestes, hambrunas y otros flagelos. Cristóbal de Castillejo un cisterciense que cuelga los hábitos para sentar plaza en el ejército, toma parte en la defensa de Viena contra los turcos encuadrado en los tercios viejos se hace esta pregunta: -¿Qué viniste a hacer tú, Castillejo, en Alemania, estando tan bien en España? El poeta se contesta a sí mismo: -Vine para defender a mi rey y por el amor de una dama.
Esa misma cuestión la encontramos, aunque no expresa sino tácita, planteada cuando leemos las Moradas de santa Teresa o la Mística ciudad de Dios de sor María de Agreda. España contra todos, nos refiere Quevedo. Se enfrenta a los poderes infernales de mundo, demonio y carne alzando el perdón de la cruz.
Ah pero la carne es débil y los españoles frágiles. Se busca un punto de fuga, una evasión que nos libere de la ingrata realidad. Peguemos de calabazadas contra los molinos de viento. Busquémonos en nuestro interior.
Es el sentimiento trágico de la vida del que habla Unamuno y que vemos alzarse en el siglo XVI en plena apoteosis de la idea imperial. La carne es débil. El convento es la prolongación de la taberna, el cuartel o del prostíbulo. En todos estos sitios se juega a las cartas. Al tute, a la brisca, al cinquillo, al rentor.
Los españoles, seguros de poseer la verdad católica, adictos a la fe del carbonero, dejan de un lado los libros religiosos – somos la Biblia en verso- habiéndose escrito tanto en nuestra patria (España es una nación grafómana, primera potencia mundial de la edición) y se escuchan los gritos de envido, arrastro, mus por cárceles, conventos, sacristías, audiencias, patios como el de la universidad de Alcalá, escuela de tahúres, y hasta en los hospitales de san Juan de Dios.
En el de la sabana blanca de Antón Martin se espantaba a la muerte con los dados. La baraja tenía que ser después descontaminada. País militar y religioso. Se escucha por las ciudades el arrastre de las cadenas de las procesiones penitenciales acompañando a los cristos yacentes que ofrecen gracias al buril de los imagineros una viveza y sensualidad al límite. El español tiene que tocar y ver en lo cree.
Su catolicismo es tan apasionado como dolorista y colorista, por lo mismo, masoquista, ay Señor, Señor. En las villas con el volteo de las campanas se escucha el clarín castrense de las levas de los tercios que eran enviados a Flandes. Delante iban los guiones y las banderas con la cruz. Detrás con la impedimenta y las mulas reverendas de los clérigos las soldaderas.
La soldadesca entraba a saco en algunos pueblos robando, matando o forzando mozas. Contra ellos se alza la vara de Pedro Crespo contra esta vorágine. España ya está acostumbrada. Conoció múltiples invasiones desde la de las legiones romanas y la francesada, los cien mil hijo de san Luis, las guerras de Cataluña hasta los furores cainitas de 1936 cuando nos alzamos contra la masonería y el anticristo hoy triunfal en este acosado planeta Tierra.
La horda marxista fue un primer aviso del actual acontecer. La serpiente cambia de camisa y hoy se ha hecho liberal capitalista. Europa a las órdenes de esa zarrapastrosa alemana con cara de pepona, hija de un rabino, llamada Frau Merkel.
Volvamos a la Lozana pariente lejana de estos reviragos que hoy nos imponen su Ley, que tenía la crija rajada en su sitio y que triunfó y fue famosa en la corte de los papas. -Mira cómo tengo esto -Subamos un ratico. ¿Tú qué me das? No hay coño de balde. -Dos ducado. -Viene bien prevenido vuesa merced -Vamos. -¡Ay Nicolás otra vez más¡ Con sus ojos de alinde bruñidos como un espejo escruta la realidad. No se la escapa una. Así se somete a la concupiscencia de sus johnies humillándose para triunfar. She stoops to conquer, según el título de la obra de Marlowe.
Hay que tener mucha mano izquierda. Metamos el pájaro en el infierno. Sus clientes marchan contentos. Con una sonrisa de oreja a oreja. La vida airada tiene lindes propios con puertas que dan al campo del misticismo. Esa es otra. La prostitución fue la primera forma de liberación de la mujer e influye en ese misticismo castellano de signo hebraico. Cuando Teresa de Jesús describe su transverberación- un ángel rubio la entró en el cuerpo hiriéndola con un dardo de fuego que metía y sacaba quedando yo llena de paz, dice la santa- nos recuerda a la narración de La Lozana Andaluza con sus habituales.
Si santa Teresa tuvo dificultades con el Santo Oficio- aquel nuncio que la definía como monja inquieta y andariega y algo arrobadiza-, el personaje de Delicado Baeza anduvo bajo el escrutinio de los inquisidores que quisieron apiolarla no por puta sino por nigromante y por bruja practicante del arte adivinatorio y de los ensalmos. Tuvo la suerte de hallarse en Roma y tener en la curia valedores importantes, que la frecuentaban en su piso de la vía Asinaria que si no… Sus críticas a la religión del crucificado no son grano de anís. Decía que sus seguidores andaban de fiesta las tres cuartas partes del año y no practicaban la caridad que tanto predicaban.
Festejan a los santos y a las doce fiestas del calendario, confían sus secretos a los escribanos y dan sus dineros a los usureros jodios que les despellejan. Y aquí la caridad es sólo de oficio o de boquilla. Nunca de ejercicio. Oímos hablar della siempre por escrito y pintada et neque si Spiritus Sanctus esse audivimus Mujer festejada de galanes que atracó en puertos notables como los soportales de Toro, el Arenal de Sevilla, en que ejerció el amor dulce a las ordenes de una madama por nombre Sietecoñicos, el Perchel malagueño, el puente de Rialto en Venecia y el barrio judío de Nápoles, etc debía de tener buen tiento para contentar a sus amantes de ocasión. Aquí te pillo y aquí te mato.
En la Ciudad Eterna fue su protector un cardenal por conducto del jodío extremeño Julián Trigo (el buen judío hace de la paja oro), nos dice. Tal personaje arrimaba el género a eclesiásticos importantes por lo que parece. Se le confirmaba como el gran cohén o barrachel de todos los prostíbulos transtiberinos. La andaluza reina de la colmena fungía como el no va más de aquel enjambre. -Pellejame el cojón. -Señor. Sí. - Hecho es La segunda dama era la Galinda una asturiana que siguiendo el ejemplo de santa Nefixia lo hacía por caridad. Luego cambió de idea.
En una ocasión a un perusino le urdió una treta. Le dio un brebaje que le descompuso el vientre, fue a hacer de cuerpo, con tan mala suerte que pisó una tabla mal colocada y se sumió en una letrina. Esta historia de la privada la tomó el autor del Decamerón. Huyó despavorido oliendo a mierda y fue a bañarse al Tiber un río muy traicionero tanto como el Tormes. Estaba el pobre hecho una melcocha. Tomado por la corriente se ahogó en un bodón. -entren mis feligreses todos con orden y no digan mal de mí si quieren joder de balde. Hoy me siento generosa Y entró toda una compañía de soldados españoles. Si alguno presentaba signos de alguna enfermedad la andaluza no le hacía ascos pues así acabó como acabó. -Esto no es nada, compañero. Sólo que llevas la cara hinchada. Gonorrea al canto.
A las bubas las denominaba frejolón. Ella que aborrecía el tocino curaba la orquitis, no sin mucho asco, restregando los dídimos con unte de cecina. -Bueno. Pecado callado, medio perdonado. Vengan los polvos de la madre Celestina. La sombra de la vieja alcahueta influye en los retraheres, dichos y sentencias que aduce en su novela Delicado Baeza. Es el desparpajo, el donaire. -Semen a la settimana nunca hizo daño a nadie.
Las frases circulan con el desenfado y la desvergüenza de la vida airada. - Se ve que su mercé lo tiene grueso que el otro día me metiste las paredes adentro. Pero quedé contenta. -Dámelo de argento, Lázara -Lo mío de oro es. Soy vuestra hasta las trencas.
El dialogo ágil, presto a la facundia hace que la Lozana Andaluza sea obra llena de modernidad. Máximo exponente de la literatura crural que debió de ser abundosa en su siglo.
Muchos de los textos se han perdido o no se dieron a la estampa por temor a la censura eclesiástica. La única debilidad es la monotonía de situaciones y caracteres. No hay trama. Todo es lo mismo. Nada más aburrido que el folleteo. Ahora la pornografía corre por las televisiones de banda ancha, los circuitos integrales, las sacerdotisas de lo inane y las revistas en cuatricromía.
España es el país del Quijote pero también de Celestina y de ahí que tengan tanto arraigo los programas de la Campos y de Ana Rosa que se han hecho millonarias descorriendo la cortina de la alcoba de los famosos.
Se trata de una pornografía de guante blanco pero mucho más deletérea, cursi, y peligrosa que el sexo duro. Nuestro país en manos de estas discípulas de Celestina se ha convertido en un tendido de mirones y un coso de acusicas hedonistas y bobalicones. Ningún valor añadido. Deja vu.
Consumado el acto viene la tristeza postcoital. Ay si hubiéramos sabido que el amor era eso. Con frecuencia la sensación es de asco y de melancolía. ¿Somos verdaderamente libres? El amor dicen que es química los sabihondos y se sujeta a las normas biológicas ineluctables del apetito. Desde los tiempos de Cicerón las soldaderas que acompañaban a las legiones recibían un beneficio o sinecura.
El estado les ponía las famosas tabernas tributarias. En España a las viudas de guerras se las colocaba en una expendeduría lotera o un estanco. Lozana no lo consiguió pese a sus influencias. El canónico que la hizo un crío se desentendían y la antigua cortesana hubo de mudar de aires.
La novela se termina cuando llega a Sicilia. No pierde su desenfado contándonos cosas de su tiempo. Por ejemplo, no aguantaba a los catalanes decían que era un pueblo duro de cerviz, más que los judíos. Más tacañotes y mirados del dinero que no convidaban más que dos veces una en vida y otra en muerte.
De ahí debe de venir la proverbial sentencia de que esto es un convite de catalanes o merienda de negros por lo escaso de la comida y por el desbarajuste en esos velatorios que se preparan entre los lemusinos cada cap d´anni.
Y ,como conoce a las mujeres, dice de ellas que están muy pegadas a la tierra, no entienden de brillantes ideas y de grandes propuestas. “Ellas en política y en religión carecen de banderas. Los ojos de las mujeres se hicieron para la bragueta del hombre. Siempre miran para allí donde se sentirán dominadas”. Amarga verdad que echa por tierra tanto la castidad de las vestales como la idealización del matrimonio como estado paradisíaco.
Quevedo da razón a Lozana y dice que los casamientos que empiezan en besos y abrazos acaban en golpes. Él los llamaba infiernos portátil. La mujer a decir de los padres de la iglesia medievales carecía de alma. Era todo carne. Una visión un tanto extrema que de forma tácita pregona una gran verdad. Aviso a navegantes y mareantes ilusos que piensan que en el matrimonio van a encontrar la vida perfecta y la felicidad.
Cuando doña Aldonza se retira del oficio tomando por nombre el de Velluda se hace del gremio de la guija, echa las cartas, hace el corro de los conjuros: Yo sé ensalmar, encomendar y santiguar, se quitar ahítos y aojamientos, que una vieja me vezó que era saludadora, sé encontrar remedio para cuartanas y hacer que no duelan los riñones, sé sonar renes, sé cortar frenillos de bobos , sé la quiromancia de la mano. Echo agüeros, domo serpientes porque para ganar de comer he de decir que no sé mucho más de lo que sé que unos crían las gallinas y nosotros comemos los pollos sin perjuicio ni fatiga” Ella se siente un poco como la hierba canilla que crece en los tejados (parietaria) y con ella curaba el estreñimiento. Un albollón de ingenio lo que surge por esa boquita de la grandísima alcahueta, émula de Celestina a la que supera. La grandísima gran puta que tuvo a Rompín por macarra que también era bueno y barato
viernes, 30 de agosto de 2013
LAS HEREJÍAS PONTIFICIAS DE LA IGLESIA ROMANA (extracto del boletín Provoslavia fechado el día de San Agustin, 28 de agosto, del corriente)
Insertamos por su interés esta esplendorosa carta de un monje del monasterio de Optina en el que revela las herejías y atropellos cometidos por la iglesia católica en sus relaciones con la Ortodoxia que se basan en los siguientes puntos:
1) la falta de caridad y actitud prepotente
2) la procesión trinitaria. Según la teología de los padres griegos el Espíritu Santo procede del Padre, esa famosa conjunción pospositiva del Filioque. Los católicos dicen que el espíritu procede del padre y del hijo
3)papas indignos y asesinos como Juan XXIII (antipapa) Alejandro VI o Julio II que promovieron guerras y derramamientos de sangre entre los reinos cristianos
4)la infalibilidad pontificia es pecado de presunción
5) el matrimonio de los clérigos
6) la consunción de pan sin levadura en la eucaristía que en Oriente es pan con levadura
7) la arrogancia de los jesuitas que trataron de penetrar en Rusia
8) no niegan la autoridad pontificia pero el papa se arroga un derecho de supremacía con los otros cinco patriarcados y no es más que un primus inter pares.
9) la unión con Roma sólo fue posible en el pontificado de Pío XII y alguno más pero ahora ya es imposible porque la Iglesia Católica se manifiesta herética y parcial y ha dejado de ser católica
This letter was written by St. Ambrose
of Optina at a time when the educated classes in Russia where reading more about
religion in French than in their native Russian. Ties with people of other
confessions often caused people to doubt their own Orthodox faith. The letter is
no less useful today for those who grapple with the difference between the Roman
Catholic Church and the Orthodox Church.
In vain do some of the Orthodox marvel at the current propaganda of the Roman Church, at the feigned selflessness and activity of her missionaries and at the zeal of the Latin sisters of mercy, and incorrectly ascribe to the Latin Church such importance, as if by her apostasy from the Orthodox Church, the latter remained longer such, and has the necessity to seek unification with the former. On rigorous examination, this opinion proves to be false; and the energetic Latin activity not only does not evoke surprise, but, on the contrary, arouses deep sorrow in the hearts of right-thinking people, who understand the truth.
The Eastern Orthodox Church, from apostolic times until now, observes unchanged and unblemished by innovations both the Gospel and Apostolic teachings, as well as the Tradition of the Holy Fathers and resolutions of the Ecumenical Councils, at which God-bearing men, having gathered from throughout the entire world, in a conciliar manner composed the divine Symbol of the Orthodox Faith [the Creed], and having proclaimed it aloud to the whole universe, in all respects perfect and complete, forbade on pain of terrible punishments any addition to it, any abridging, alteration, or rearrangement of even one iota of it. The Roman Church departed long ago into heresy and innovation. As far back as Basil the Great, certain bishops of Rome were condemned by him in his letter to Eusebius of Samosata, "They do not know and do not wish to know the truth; they argue with those who proclaim the truth to them, and assert their heresy."
Apostle Paul commands us to separate ourselves from those damaged by heresy and not to seek union with them, saying, A man that is an heretic after the first and second admonition reject; knowing that he that is such is subverted, and sinneth, being condemned of himself (Tit. 3:10-11). The catholic [universal] Orthodox Church, not two times, but multiple times tried to bring to reason the local Roman Church; but, despite all the just attempts at persuading the former, the latter remained persistent in its erroneous manner of thinking and acting.
Already back in the seventh century, the false philosophizing that the Holy Spirit proceeds from the Son was conceived in the Western Church. At first, certain popes rose up against this new reasoning, calling it heretical. Pope Damasus proclaims in a Council resolution: "He who thinks rightly about the Father and the Son but improperly about the Holy Spirit is a heretic" (Encyclical § 5). Other popes, such as Leo II and John VIII, also affirmed the same thing. But most of their successors, having been carried away by rights of domination and finding many worldly benefits in this for themselves, dared to modify the Orthodox dogma about the procession of the Holy Spirit, contrary to the decisions of the seven Ecumenical Councils, and also contrary to the clear words of the Lord Himself in the Gospel: Which proceedeth from the Father (Jn. 15:26).
But just as one mistake--which is not considered a mistake--always brings another one in its train, and one evil begets another, so the same happened with the Roman Church. This incorrect philosophizing that the Holy Spirit proceeds also from the Son, having just barely appeared in the West, already then gave birth to other similar offspring, and instituted little by little other novelties, for the most part contradictory to the commandments of our Savior clearly portrayed in the Gospel, such as: sprinkling instead of immersion in the mystery of Baptism, exclusion of laypersons from the Divine Chalice and the use of unleavened bread instead of leavened bread in the Eucharist, and excluding from the Divine Liturgy the invocation of the All-Holy and Life-Giving and All-Effectuating Spirit. It also introduced novelties that violated the ancient Apostolic rites of the Catholic Church, such as: the exclusion of baptized infants from Chrismation and reception of the Most-Pure Mysteries, the exclusion of married men from the priesthood, the declaration of the Pope as infallible and as the locum tenens of Christ, and so on. In this way, it overturned the entire ancient Apostolic office that accomplishes almost all the Mysteries and all the ecclesiastical institutions--the office, which before had been preserved by the ancient holy and Orthodox Church of Rome, being at that time the most honored member of the Holy Catholic and Apostolic Church (Encyclical § 5, item 12).
Nevertheless, the main heresy of the Roman Church is not in subject matter, but in action; there is the fabricated dogma of supremacy, or rather, prideful striving for dominance of the bishops of Rome over the four other Eastern Patriarchs. For the sake of this dominance, supporters of the Roman Church placed their pope above the canons and foundations of the Ecumenical Councils, believing in his infallibility. But history truthfully testifies as to just what this papal infallibility is. About Pope John XXIII, it was stated in the decision of the Council of Constance, which deposed this pope: "It has been proved that Pope John is an inveterate and incorrigible sinner, and he was and is an unrighteous man, justly indicted for homicide, poisoning, and other serious crimes; a man who often and persistently before various dignitaries claimed and argued that the human soul dies and burns out together with the human body, like souls of animals and cattle, and that the dead will by no means resurrect in the last day." The lawless acts of Pope Alexander VI and his sons were so monstrous that, in the opinion of his contemporaries, this pope was trying to establish on Earth the kingdom of satan, and not the Kingdom of God. Pope Julius II reveled in the blood of Christians, constantly arming--for his own purposes--one Christian nation against another (Spiritual Conversation, No. 41, 1858). There are many other examples, testifying to the great falls and fallibility of popes, but there is no time to talk about them now. With such historical evidence of its impairment through heresy and of the falls of its popes, is it warranted for the papists to glory in the false dignity of the Roman Church? Is it just that they should abase the Orthodox Eastern Church, whose infallibility is based not on any one representative, but on the Gospel and Apostolic teachings and on the canons and decisions of the seven Ecumenical and nine Local Councils? At these Councils were God-inspired and holy men, gathered from the entire Christian world, and they established everything relating to the requirements and spiritual needs of the Church, according to the Holy Scriptures. So, do the papists behave soundly, who, for the sake of worldly goals, place the person of their pope above the canons of the Ecumenical Councils, considering their pope as more than infallible?
For all the stated reasons, the Catholic Eastern Church severed its communion with the local Church of Rome, which had fallen away from the truth and from the canons of the catholic Orthodox Church. Just as The Roman bishops had begun with pridefulness, they are also ending with pridefulness. They are intensifying their argument that allegedly the Orthodox Catholic Church fell away from their local Church. But that is wrong and even ridiculous. Truth testifies that the Roman Church fell away from the Orthodox Church. Although for the sake of imaginary rightness papists promote the view that during the time of union with the Catholic Orthodox Church, their patriarch was first and senior among the five patriarchs, this was true only for the sake of Imperial Rome, and not because of some spiritual merit or authority over the other patriarchs. It is wrong that they called their Church "Catholic", i.e. universal. A part can never be named the whole; the Roman Church before its fall from Orthodoxy, comprised only a fifth part of the one Catholic Church. Especially since it rejected the decisions of the Ecumenical Councils the Roman Church should not be called catholic, as it follows its own incorrect theorizing.
To some, the sheer numbers and widespread distribution of adherents to the Latin Church is eye-catching, and therefore those who unreliably understand truth deliberate: should it not be for this reason that the Latin Church be called Ecumenical or Catholic? But this view is extremely erroneous, because nowhere in Holy Scriptures are special spiritual rights ascribed to great numbers and large quantity. The Lord clearly showed that the sign of the true Catholic Church does not consist in great numbers and quantity when he spoke in the Gospels, Fear not, little flock; for it is your Father's good pleasure to give you the kingdom (Lk. 12:32). There is another example in Holy Scripture which does not favor quantity. Upon the death of Solomon, the kingdom of Israel was divided in the presence of his son, and Holy Scripture presents ten tribes as having fallen away; whereas two, having remained faithful to their duty, had not fallen away. Therefore, the Latin Church in vain tries to prove its correctness by its multitude, quantity, and widespread distribution.
At the Ecumenical Councils, a completely different indication of the Ecumenical Church was designated by the Holy Fathers, i.e. determined in council: to believe in the One, Holy, Catholic and Apostolic Church, and not simply in a universal, or everywhere-present church. Although the Roman Church has followers everywhere in the world, since it did not maintain inviolate the catholic and apostolic decrees, but rather deviated towards innovation and incorrect philosophies, it does not at all belong to the One, Holy and Apostolic Church.
Those well-disposed towards the Latins likewise extremely erroneously reason that, firstly, upon the falling away of the West from Orthodoxy, something as if became lacking in the Catholic Church. This loss was replaced long ago by all-wise Providence--it was the foundation in the North of the Orthodox Church of Russia. Secondly, they think that allegedly for the sake of the former seniority and size of the Roman Church, the Orthodox Church has need of union with it. However, we are speaking not of a human judgment, but a judgment of God. Apostle Paul clearly says, What communion hath light with darkness? (2 Cor. 6:14) – i.e., the light of Christ’s truth can never be combined with the darkness of heresy. The Latins don’t want to leave their heresy, and they persist, as the words of Basil the Great testifies about them what has been proven over many centuries, "They do not know the truth and do not wish to know; they argue with those who proclaim the truth to them and assert their heresy," as stated above.
Instead of entertaining the above-mentioned thoughts, those supportive of the Latins, would be better off thinking about what’s said in the psalms, I have hated the congregation of evil-doers (Ps. 25:5), and to pity those who, for the sake of domination and avarice and other worldly aims and benefits, scandalized almost the entire world through the Inquisition and cunning Jesuit intrigues, and even now outrage and abuse the Orthodox in Turkey through their missionaries. Latin missionaries don’t care about converting to the Christian faith the native Turks, but they strive to pervert from the true path the Orthodox Greeks and Bulgarians, using for this purpose all sorts of unpleasant means and schemes. Is this not craftiness, and is this craftiness not malicious? Would it be prudent to seek unity with such people? For the same reason, should one be surprised at the feigned diligence and selflessness of such figures, i.e. the Latin missionaries and sisters of mercy? They are downright pitiable ascetics. They strive to convert and lead people, not to Christ, but to their pope.
What should we say in response to these questions: can the Latin Church and other religions be called the New Israel and ark of salvation? And how can one understand the Eucharist of this Church of Rome? Only the Church of the right-believing, undamaged by heretical philosophizing, can be called the New Israel. Holy Apostle John the Theologian says, They went out from us, but they were not of us; for if they had been of us, they would no doubt have continued with us: but they went out, that they might be made manifest that they all were not of us (1 Jn. 2:19). And Holy Apostle Paul says, One Lord, one faith (Eph. 4:5), i.e. one is the true faith, and not every belief is good--as those having separated themselves from the one true Church recklessly think, about whom Holy Apostle Jude writes, How that they told you there should be mockers in the last time, who should walk after their own ungodly lusts. These be they who separate themselves, sensual, having not the Spirit (Jude 1:18-19). Therefore, how can these, who are alien to the spirit of truth, be called the New Israel? Or, how can they be called a haven of salvation for anyone, when both one and the other cannot be effectuated without the grace of the Holy Spirit?
In the Orthodox Church, it is believed that the bread and wine in the mystery of the Eucharist are transubstantiated by the invocation and descent of the Holy Spirit. But the Latins, as mentioned above, considered this invocation unnecessary and excluded it from their Liturgy. Thus, he who understands--let him understand about the Eucharist of the Latins.
And another question: if, as it is said, except for the One, Holy, Catholic and Apostolic Church, which is called the Orthodox Church, salvation in other religions is doubtful, then why is this truth not preached openly in Russia? To this question the answer is very simple and clear. In Russia religious tolerance is allowed, and the heterodox occupy important posts along with Orthodox: heads of educational institutions for the most part are heterodox; leaders of provinces and districts of cities are often heterodox; regimental and battalion commanders are not infrequently heterodox. Wherever a clergyman starts openly proclaiming that outside of the Orthodox Church there is no salvation, heterodox of religious rank take offense. From such a situation, Russian Orthodox clergy have acquired the habit and engrained characteristic of talking about this subject evasively. For this reason, and from continual interaction with heterodox, but more from reading their works, perhaps some began to be lax in their thoughts about the hope of salvation and other religions.
Despite the Orthodox Church’s spirit of meekness and the love of peace and patience of her pastors and followers, in the West there has been published during the preceding centuries by followers of different Christian creeds, and predominantly in our times, such a multitude of books against the teaching of the Eastern Church that not only would it be difficult to appraise their merit, it would be hard to enumerate them. And although such books in general are filled with slanders, fables, blame, obvious inventions and lies, and especially mental poison-creating cobwebs, with the obvious goal of forming in Europe a spirit hostile to the Eastern Church, and especially to our homeland, and, having shaken the faith of our Orthodox Church, to seduce her followers from the path of truth. But since they are published under tempting names, in agreeable forms, with such typographical neatness that they unconsciously lure the curiosity of readers, not a few of whom are found in our homeland, where these works penetrate by dark paths, and who, having a superficial understanding of the subjects of Christian doctrine, cannot help but be carried away by thoughts contrary to the truth. The writers of the Latin Church have now especially armed themselves against the Orthodox, proclaiming the supremacy of their pope and local Roman Church over all governments and local Churches and nations of the world. Predominantly at the current time those busy with this are the Jesuits in France, who, using the omnipresence of the French language, are intensifying some sort of feverish activity by means of works in that language to implant their manner of thought everywhere against the doctrine and hierarchical structure of the Eastern Church--not ashamed for this purpose to create the most heinous fictions, obvious lies and shameless distortion of historical truths. Many of the educated Orthodox, reading these works in the French language, and not reading their own in Russian about the Orthodox faith, can easily believe the fine-spun lies instead of the truth, which they do not know well.
For those who wish to know in detail the reasons why the papists have deviated so far from Orthodoxy, it’s useful to read a recently published work by Avdii Vostokov [late nineteenth century] about the Roman Church’s relationship with other churches. In the second part of this book are particularly striking passages about the oath of Latin bishops to their pope and about slanders of papists against the Orthodox (p. 49, 60 and 137).
1) la falta de caridad y actitud prepotente
2) la procesión trinitaria. Según la teología de los padres griegos el Espíritu Santo procede del Padre, esa famosa conjunción pospositiva del Filioque. Los católicos dicen que el espíritu procede del padre y del hijo
3)papas indignos y asesinos como Juan XXIII (antipapa) Alejandro VI o Julio II que promovieron guerras y derramamientos de sangre entre los reinos cristianos
4)la infalibilidad pontificia es pecado de presunción
5) el matrimonio de los clérigos
6) la consunción de pan sin levadura en la eucaristía que en Oriente es pan con levadura
7) la arrogancia de los jesuitas que trataron de penetrar en Rusia
8) no niegan la autoridad pontificia pero el papa se arroga un derecho de supremacía con los otros cinco patriarcados y no es más que un primus inter pares.
9) la unión con Roma sólo fue posible en el pontificado de Pío XII y alguno más pero ahora ya es imposible porque la Iglesia Católica se manifiesta herética y parcial y ha dejado de ser católica
A Reply to One Well Disposed Towards the Latin Church
Regarding the unjust glorying of the papists in the imaginary dignity of their Church
St. Ambrose of Optina. |
In vain do some of the Orthodox marvel at the current propaganda of the Roman Church, at the feigned selflessness and activity of her missionaries and at the zeal of the Latin sisters of mercy, and incorrectly ascribe to the Latin Church such importance, as if by her apostasy from the Orthodox Church, the latter remained longer such, and has the necessity to seek unification with the former. On rigorous examination, this opinion proves to be false; and the energetic Latin activity not only does not evoke surprise, but, on the contrary, arouses deep sorrow in the hearts of right-thinking people, who understand the truth.
The Eastern Orthodox Church, from apostolic times until now, observes unchanged and unblemished by innovations both the Gospel and Apostolic teachings, as well as the Tradition of the Holy Fathers and resolutions of the Ecumenical Councils, at which God-bearing men, having gathered from throughout the entire world, in a conciliar manner composed the divine Symbol of the Orthodox Faith [the Creed], and having proclaimed it aloud to the whole universe, in all respects perfect and complete, forbade on pain of terrible punishments any addition to it, any abridging, alteration, or rearrangement of even one iota of it. The Roman Church departed long ago into heresy and innovation. As far back as Basil the Great, certain bishops of Rome were condemned by him in his letter to Eusebius of Samosata, "They do not know and do not wish to know the truth; they argue with those who proclaim the truth to them, and assert their heresy."
Apostle Paul commands us to separate ourselves from those damaged by heresy and not to seek union with them, saying, A man that is an heretic after the first and second admonition reject; knowing that he that is such is subverted, and sinneth, being condemned of himself (Tit. 3:10-11). The catholic [universal] Orthodox Church, not two times, but multiple times tried to bring to reason the local Roman Church; but, despite all the just attempts at persuading the former, the latter remained persistent in its erroneous manner of thinking and acting.
Already back in the seventh century, the false philosophizing that the Holy Spirit proceeds from the Son was conceived in the Western Church. At first, certain popes rose up against this new reasoning, calling it heretical. Pope Damasus proclaims in a Council resolution: "He who thinks rightly about the Father and the Son but improperly about the Holy Spirit is a heretic" (Encyclical § 5). Other popes, such as Leo II and John VIII, also affirmed the same thing. But most of their successors, having been carried away by rights of domination and finding many worldly benefits in this for themselves, dared to modify the Orthodox dogma about the procession of the Holy Spirit, contrary to the decisions of the seven Ecumenical Councils, and also contrary to the clear words of the Lord Himself in the Gospel: Which proceedeth from the Father (Jn. 15:26).
But just as one mistake--which is not considered a mistake--always brings another one in its train, and one evil begets another, so the same happened with the Roman Church. This incorrect philosophizing that the Holy Spirit proceeds also from the Son, having just barely appeared in the West, already then gave birth to other similar offspring, and instituted little by little other novelties, for the most part contradictory to the commandments of our Savior clearly portrayed in the Gospel, such as: sprinkling instead of immersion in the mystery of Baptism, exclusion of laypersons from the Divine Chalice and the use of unleavened bread instead of leavened bread in the Eucharist, and excluding from the Divine Liturgy the invocation of the All-Holy and Life-Giving and All-Effectuating Spirit. It also introduced novelties that violated the ancient Apostolic rites of the Catholic Church, such as: the exclusion of baptized infants from Chrismation and reception of the Most-Pure Mysteries, the exclusion of married men from the priesthood, the declaration of the Pope as infallible and as the locum tenens of Christ, and so on. In this way, it overturned the entire ancient Apostolic office that accomplishes almost all the Mysteries and all the ecclesiastical institutions--the office, which before had been preserved by the ancient holy and Orthodox Church of Rome, being at that time the most honored member of the Holy Catholic and Apostolic Church (Encyclical § 5, item 12).
Nevertheless, the main heresy of the Roman Church is not in subject matter, but in action; there is the fabricated dogma of supremacy, or rather, prideful striving for dominance of the bishops of Rome over the four other Eastern Patriarchs. For the sake of this dominance, supporters of the Roman Church placed their pope above the canons and foundations of the Ecumenical Councils, believing in his infallibility. But history truthfully testifies as to just what this papal infallibility is. About Pope John XXIII, it was stated in the decision of the Council of Constance, which deposed this pope: "It has been proved that Pope John is an inveterate and incorrigible sinner, and he was and is an unrighteous man, justly indicted for homicide, poisoning, and other serious crimes; a man who often and persistently before various dignitaries claimed and argued that the human soul dies and burns out together with the human body, like souls of animals and cattle, and that the dead will by no means resurrect in the last day." The lawless acts of Pope Alexander VI and his sons were so monstrous that, in the opinion of his contemporaries, this pope was trying to establish on Earth the kingdom of satan, and not the Kingdom of God. Pope Julius II reveled in the blood of Christians, constantly arming--for his own purposes--one Christian nation against another (Spiritual Conversation, No. 41, 1858). There are many other examples, testifying to the great falls and fallibility of popes, but there is no time to talk about them now. With such historical evidence of its impairment through heresy and of the falls of its popes, is it warranted for the papists to glory in the false dignity of the Roman Church? Is it just that they should abase the Orthodox Eastern Church, whose infallibility is based not on any one representative, but on the Gospel and Apostolic teachings and on the canons and decisions of the seven Ecumenical and nine Local Councils? At these Councils were God-inspired and holy men, gathered from the entire Christian world, and they established everything relating to the requirements and spiritual needs of the Church, according to the Holy Scriptures. So, do the papists behave soundly, who, for the sake of worldly goals, place the person of their pope above the canons of the Ecumenical Councils, considering their pope as more than infallible?
For all the stated reasons, the Catholic Eastern Church severed its communion with the local Church of Rome, which had fallen away from the truth and from the canons of the catholic Orthodox Church. Just as The Roman bishops had begun with pridefulness, they are also ending with pridefulness. They are intensifying their argument that allegedly the Orthodox Catholic Church fell away from their local Church. But that is wrong and even ridiculous. Truth testifies that the Roman Church fell away from the Orthodox Church. Although for the sake of imaginary rightness papists promote the view that during the time of union with the Catholic Orthodox Church, their patriarch was first and senior among the five patriarchs, this was true only for the sake of Imperial Rome, and not because of some spiritual merit or authority over the other patriarchs. It is wrong that they called their Church "Catholic", i.e. universal. A part can never be named the whole; the Roman Church before its fall from Orthodoxy, comprised only a fifth part of the one Catholic Church. Especially since it rejected the decisions of the Ecumenical Councils the Roman Church should not be called catholic, as it follows its own incorrect theorizing.
To some, the sheer numbers and widespread distribution of adherents to the Latin Church is eye-catching, and therefore those who unreliably understand truth deliberate: should it not be for this reason that the Latin Church be called Ecumenical or Catholic? But this view is extremely erroneous, because nowhere in Holy Scriptures are special spiritual rights ascribed to great numbers and large quantity. The Lord clearly showed that the sign of the true Catholic Church does not consist in great numbers and quantity when he spoke in the Gospels, Fear not, little flock; for it is your Father's good pleasure to give you the kingdom (Lk. 12:32). There is another example in Holy Scripture which does not favor quantity. Upon the death of Solomon, the kingdom of Israel was divided in the presence of his son, and Holy Scripture presents ten tribes as having fallen away; whereas two, having remained faithful to their duty, had not fallen away. Therefore, the Latin Church in vain tries to prove its correctness by its multitude, quantity, and widespread distribution.
At the Ecumenical Councils, a completely different indication of the Ecumenical Church was designated by the Holy Fathers, i.e. determined in council: to believe in the One, Holy, Catholic and Apostolic Church, and not simply in a universal, or everywhere-present church. Although the Roman Church has followers everywhere in the world, since it did not maintain inviolate the catholic and apostolic decrees, but rather deviated towards innovation and incorrect philosophies, it does not at all belong to the One, Holy and Apostolic Church.
Those well-disposed towards the Latins likewise extremely erroneously reason that, firstly, upon the falling away of the West from Orthodoxy, something as if became lacking in the Catholic Church. This loss was replaced long ago by all-wise Providence--it was the foundation in the North of the Orthodox Church of Russia. Secondly, they think that allegedly for the sake of the former seniority and size of the Roman Church, the Orthodox Church has need of union with it. However, we are speaking not of a human judgment, but a judgment of God. Apostle Paul clearly says, What communion hath light with darkness? (2 Cor. 6:14) – i.e., the light of Christ’s truth can never be combined with the darkness of heresy. The Latins don’t want to leave their heresy, and they persist, as the words of Basil the Great testifies about them what has been proven over many centuries, "They do not know the truth and do not wish to know; they argue with those who proclaim the truth to them and assert their heresy," as stated above.
Instead of entertaining the above-mentioned thoughts, those supportive of the Latins, would be better off thinking about what’s said in the psalms, I have hated the congregation of evil-doers (Ps. 25:5), and to pity those who, for the sake of domination and avarice and other worldly aims and benefits, scandalized almost the entire world through the Inquisition and cunning Jesuit intrigues, and even now outrage and abuse the Orthodox in Turkey through their missionaries. Latin missionaries don’t care about converting to the Christian faith the native Turks, but they strive to pervert from the true path the Orthodox Greeks and Bulgarians, using for this purpose all sorts of unpleasant means and schemes. Is this not craftiness, and is this craftiness not malicious? Would it be prudent to seek unity with such people? For the same reason, should one be surprised at the feigned diligence and selflessness of such figures, i.e. the Latin missionaries and sisters of mercy? They are downright pitiable ascetics. They strive to convert and lead people, not to Christ, but to their pope.
What should we say in response to these questions: can the Latin Church and other religions be called the New Israel and ark of salvation? And how can one understand the Eucharist of this Church of Rome? Only the Church of the right-believing, undamaged by heretical philosophizing, can be called the New Israel. Holy Apostle John the Theologian says, They went out from us, but they were not of us; for if they had been of us, they would no doubt have continued with us: but they went out, that they might be made manifest that they all were not of us (1 Jn. 2:19). And Holy Apostle Paul says, One Lord, one faith (Eph. 4:5), i.e. one is the true faith, and not every belief is good--as those having separated themselves from the one true Church recklessly think, about whom Holy Apostle Jude writes, How that they told you there should be mockers in the last time, who should walk after their own ungodly lusts. These be they who separate themselves, sensual, having not the Spirit (Jude 1:18-19). Therefore, how can these, who are alien to the spirit of truth, be called the New Israel? Or, how can they be called a haven of salvation for anyone, when both one and the other cannot be effectuated without the grace of the Holy Spirit?
In the Orthodox Church, it is believed that the bread and wine in the mystery of the Eucharist are transubstantiated by the invocation and descent of the Holy Spirit. But the Latins, as mentioned above, considered this invocation unnecessary and excluded it from their Liturgy. Thus, he who understands--let him understand about the Eucharist of the Latins.
And another question: if, as it is said, except for the One, Holy, Catholic and Apostolic Church, which is called the Orthodox Church, salvation in other religions is doubtful, then why is this truth not preached openly in Russia? To this question the answer is very simple and clear. In Russia religious tolerance is allowed, and the heterodox occupy important posts along with Orthodox: heads of educational institutions for the most part are heterodox; leaders of provinces and districts of cities are often heterodox; regimental and battalion commanders are not infrequently heterodox. Wherever a clergyman starts openly proclaiming that outside of the Orthodox Church there is no salvation, heterodox of religious rank take offense. From such a situation, Russian Orthodox clergy have acquired the habit and engrained characteristic of talking about this subject evasively. For this reason, and from continual interaction with heterodox, but more from reading their works, perhaps some began to be lax in their thoughts about the hope of salvation and other religions.
Despite the Orthodox Church’s spirit of meekness and the love of peace and patience of her pastors and followers, in the West there has been published during the preceding centuries by followers of different Christian creeds, and predominantly in our times, such a multitude of books against the teaching of the Eastern Church that not only would it be difficult to appraise their merit, it would be hard to enumerate them. And although such books in general are filled with slanders, fables, blame, obvious inventions and lies, and especially mental poison-creating cobwebs, with the obvious goal of forming in Europe a spirit hostile to the Eastern Church, and especially to our homeland, and, having shaken the faith of our Orthodox Church, to seduce her followers from the path of truth. But since they are published under tempting names, in agreeable forms, with such typographical neatness that they unconsciously lure the curiosity of readers, not a few of whom are found in our homeland, where these works penetrate by dark paths, and who, having a superficial understanding of the subjects of Christian doctrine, cannot help but be carried away by thoughts contrary to the truth. The writers of the Latin Church have now especially armed themselves against the Orthodox, proclaiming the supremacy of their pope and local Roman Church over all governments and local Churches and nations of the world. Predominantly at the current time those busy with this are the Jesuits in France, who, using the omnipresence of the French language, are intensifying some sort of feverish activity by means of works in that language to implant their manner of thought everywhere against the doctrine and hierarchical structure of the Eastern Church--not ashamed for this purpose to create the most heinous fictions, obvious lies and shameless distortion of historical truths. Many of the educated Orthodox, reading these works in the French language, and not reading their own in Russian about the Orthodox faith, can easily believe the fine-spun lies instead of the truth, which they do not know well.
For those who wish to know in detail the reasons why the papists have deviated so far from Orthodoxy, it’s useful to read a recently published work by Avdii Vostokov [late nineteenth century] about the Roman Church’s relationship with other churches. In the second part of this book are particularly striking passages about the oath of Latin bishops to their pope and about slanders of papists against the Orthodox (p. 49, 60 and 137).
St.
Ambrose of Optina
Translation by Simeon Shieh
Translation by Simeon Shieh
26 / 08 /
2013
LOS ÁRABES Y LOS JUDÍOS SON PUEBLOS HUERFANOS. CONSIDERAN UNA MALDICIÓN LA VIRGINIDAD Y NO CREEN EN NUESTRA SEÑORA. SON DOS POSTURAS IRRECONCILIABLES ENTRE EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO Y EL ALCORÁN
este blog defiende la unidad de España y a su cultura
FIESTAS DE LA DORMICIÓN. HERMOSO Y PELIGROSO AGOSTO
Luz de domingo, sol de los senderos, ando camino de la batalla donde muchos pobres soldados deben de yacer enterrados bajo la arena ardiente de la blanca trocha. Madre, acógelos en tu seno a los jóvenes que murieron en Brunete.
Hay jaramagos y espartales a un lado y en lo alto la torre de un vetusto castillo sólido y robusto cual era la fe de España.
El cuerpo me pide canto como la tierra pide lluvia contemplo horizontes de sierras azuladas sin nieve en los picachos, transparencia hialina de estos cielos purísimos, esta claridad vivificante, que me transportan a las fiestas de Nuestra Señora en la infancia cuando ayudaba, tal día como hoy de hace muchos años, a misa mayor en la catedral y llevaba recogida en un pliegue la capa del señor deán.
Ay don Fernando Revuelta qué bien te recuerdo mientras entono por el camino el viejo himno alma redentoris mater que per via coeli porta manes stella maris sucurre cadenti surgere qui cura populo. Son estrofas emocionantes de estos versos medievales a la Virgen asunta. Alma no quiere decir alma.
Es una palabra hebrea almah (virgen) en la que yacen los grandes misterios de la teología marial un intrincado laberinto que hay que contemplar no con los ojos de la carne sino con los de la fe y del corazón porque el entendimiento no los capta. Un dogma semejante al trinitario al que va unido el de la concepción purísima, la redención, la fuente de la gracia. María corredentora.
El mes de agosto cuando ya está la mies en la troje y se quedan los aleros de los tejados sin golondrinas es tan hermoso porque en España siempre fue el mes de la Virgen. A través de ella adoramos a Dios. Es lo que diferencia a los cristianos de los judíos. Para ellos la virginidad y la esterilidad viene a ser un castigo divino. Los protestantes son unos cristianos huérfanos o al menos a mí me parece. ¡Cuántas veces visitando las maravillosas catedrales inglesas me sobrecogió es frialdad de sus altares. No hay vírgenes ni santos.
Y ese cristianismo a palo seco siempre me pareció adusto. El culto de hiperdulía vino de Oriente como la luz y la cruz.
Allí los ortodoxos celebran con procesiones de rosas, de manzanas y de flores la dormición y su transporte al cielo entre las alas de los ángeles. En España arraigó y tiene la misma procedencia oriental.
En Arévalo en la iglesia de santo domingo puede apreciarse un hermoso lienzo de una doncella tendida en un lecho de flores.
Con esto no se honra a la muerte, se celebra a la vida. María madre del mundo y de los hombros elegida por el Altísimo para portar en su seno al Criador de la Vida. María madre de la iglesia, a quien invocamos en las tribulaciones y las necesidades. bendita luz de agosto. Bendita paz del sendero.
Es todo un signo el que a lo largo de más de veinte siglos las potencias del mal no hayan podido borrar la imagen de la Virgen del fervor popular. Es la Madre de Dios. Teotokos.
Su veneración ya digo tuvo que ver con los bandos teológicos en Constantinopla cuando el obispo Nestorio se alzó contra la creencia aceptada por la tradición de que no sólo era María madre del Cristo hombre sino también del Cristo dios.
Nestorio, que fue un obispo seguidos de Arrio, sólo aceptaba la maternidad humana y eso dio lugar a la herejía pero sirvió al mismo tiempo para irradiar la fe a toda la Ecúmene.
Los primeros godos eran arrianos y en sus templos dignificaban al Cristo hombre.
Eran pueblos barbaros pero gracias a ellos el cristianismo se propagó desde Georgia por toda Europa. Es un misterio y un milagro esta intercesión.
La virginidad era algo pagano inconcebible para los semitas. Los romanos guardaban y veneraban a sus vestales y ofrecían sacrificio con los frutos de la tierra a la Magna Mater, a Cibeles, la madre que surgió de la espuma y se convirtió en pan, uvas, higos verdes, pámpanos y de todo lo bueno que da la tierra.
Madre de Dios, madre de la humanidad, Virgen purísima, que se mantuvo a la violencia del sexo, al dolor de la ausencia, los partos, las miserias y enfermedades a los que estamos abocados los mortales.
Voy por el camino cantando el himno y pensando que el estado mejor es el de la continencia. Claro que lo digo ahora que soy viejo.
Cuando era mozo las tentaciones me tumbaban en la búsqueda de ese ideal que no encontré en las mujeres que se me cruzaron por la vida. Pero ya me estoy metiendo en honduras; mejor será leer a Berceo y recordar la cuaderna vía del pobre monje que no encontraba su convento y daba tumbos por los senderos de tanto recorrer tabernas. La Virgen lo socorrió.
Mira la estrella, llama a María. Ya es anochecido. Un manto de estrellas se asoma al jardín. Bien valdrá un vaso de buen vino. Las luces se han apagado y en el cielo los ángeles ya cantan vísperas en este hermoso día de Nuestra Señora. Me meto entre pecho y espalda un vino de tres orejas y le doy gracias a Dios que me perdonó a mi pecador que un día quise imitar, con grandes peligros para mi salvación, al Santo Bebedor.
Honré, al fin y al cabo a santa Nefixa por culpa de ese Baco traidor. Santa María como al pobre fraile de Berceo vino en auxilio de mí, pecador. Beso al jarro que es sangre de Cristo y el que no me entienda en las desdichas de mi corazón peor para él
viernes, 30 de agosto de 2013
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