Coaxas y casas llanas
La coaxca de Segovia calle de Santa Isabel númer 4 detrás de las caballerizas de Artillería olia a boñigas de mulo y a la fragancia del incienso de las misas de las clarisas. Era una casa misteriosa la puerta siempre cerrada estaba reforzada con lámina de zinc para defenderla de los cantos de los rapaces. De vez en cuando salía un hombre y vimos una tarde de julio a un teniente salir sonrisa de oreja a oreja por aquel portón del paraíso o del infierno según se mire. Era el misterio del sexo que nos llamaba y en nuestro desvarío no reparábamos en que estábamos cometiendo un sacrilegio. Tirar piedras contra el amor es acantear la vida, cantazos contra el tejado de uno mismo. Alguna bagaza salía de vez en cuando a tomar el sol.
Esa es la tuberculosa - decía mi compadre Vitorines. A Vitorines le llamaba la atención de aquella rubia que salía, después de despedir al teniente de la sonrisa de oreja a oreja, a la puerta de la casa llana a tomar el sol un ratito y a echar un cigarro después del trajín. Aquel teniente de Artillería debía de haberla dado una buena paliza Tenía los ojos dulces muy lindos y divinos.
Arcadio por su parte otro de la cuadrilla afirmaba que había oído decir en su cole que era la que bautizaba pijos y volvía locos a los clientes con sus técnicas de amarre.
Por el 18 de julio cuando Franco daba el gran guateque de la Granja se organizaba la de dios; por allí se vio pasar a la agachadiza y son dar cuartos al pregonero a un señor obispo. También se decía que los frailes y los ministros jodían de balde por mandato de La Farela que así se llamaba la celadora del lupanar al objeto de ganarse el favor de las fuerzas vivas.
Una de las pupilas la más guapa y garrida era una virtuosa del pedorrismo.
Largaba sonoridades extremas en las narices de sus clientes y estos quedaban aterrados y sorprendidos de modo que eyaculaban a barrisco.
Era un burdel discreto y bastante limpio cerca de la casa del canónigo don Benedicto pues de noche había un pasadizo bajo la calle a través del cual eran rumores de la gente que las noches de luna ganaban la vivienda de incógnito algunos frailes del Parral, el abad de la Granja, dos o tres sochantres catedralicios con buena voz y mejor pija que eran dos mocetes muy finos.
A un beneficiado tuvieron las señoras ninfas del cantón de santa Isabel despertarlo la libido con mucha maniobra. Era viejo y encanecido y se vino a acostar con aquellas imponentes damas teniendo el pixo sumido. No arrechaba ni se le levantaba por ser la impotencia mal de viejos. Para esta clase de individuos el trincadero es duro flagelo. El preste aquel, pobrín, en un lugar así hacía el ridículo.
Vamos fray Pedro que no es para tanto ya se le pasará. ¿Volverá el buitre de antaño a su madriguerá? No quedan pájaros hogaño en los nidales de antaño...
Ya no vuela con lo bien que planeaba los cielos de mozo. Por desgracia para esa pieza no hay recambio ni vacuna. Si se derrumba nadie lo reconstituye. A mí lo que más me apetecía era que la Sole una gallega de anchas caderas y espaldas de cavador y ubres colgantes y pendulares me diese de mamar. Soñaba muchas noches con estar amarrado al pezón y acariciando las ubérrimas areolas de aquella mujerona. Con ella el sueño de mi viuda nunca se cumplió. Pero de mamar me dieron otras