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sábado, 3 de septiembre de 2022

 

UDAS ERA DE LA COMPAÑÍA

 

LAXISMO JESUITICO

 

Ahí está Bergoglio hecho un brazo de mar lobo apacentando el rebaño de borregos

Laxismo jesuítico

Y un mensaje: el fin justifica los medios

Es más importante la iglesia

Los cánones

Que Jesucristo

Laxismo jesuítico

Todo según y como

Las cosas en tanto en cuanto

Dictadura de las voluntades obediencia de cadáver

el jefe siempre lleva razón

disciplina y cilicio

El pensum apréndanlo de cabo a rabo, niños.

Estos cuervos me robaron

El alma

La infancia y mi hombría

Yo sé lo que es el flabelo jesuítico

Luché con todas mis fuerzas contra ellos

y he ganado la partida

Escribí novelas

Que eran misas cantadas

Vi al de Loyola en el infierno

Haciendo Espirituales Ejercicios

Furor magnético

Rondaban mi ventana los espectros

A la noche en mis desvelos

Los demonios

Meneaban el rabo por la camarilla

Quisieron emascularme

Pero yo no me dejé

Asuntos caberos

Ocios capitales

Sicut erat in principio

Pagué la fonsadera a estos cuervos

Vestidos de sotana y fajín negro

Y escapé de sus garras rapaces letraherido

Pero las llagas y estigmas en el cuerpo y en el alma que me dejaron de por vida

Siguen abiertas

Fue la mia una gran conflagración (exmoporosis)

Compañía de Jesús fuera de aquí

 PO SVIDANIA MIJAIL PERESTROIKO

 

No lloro tu muerte

Me desplacen los perdedores

Los chaqueteros hipócritas

Un funeral sin honores

Al enemigo que muere

Ataúd de plata

Dejemos a las plañideras

Que entonen sus laicas nenias

No eras un buen ruso

En el buen sentido de la palabra

No merecías el canto de las letanías

De los chantres ortodoxos

Cuando los rusofobos

Se derriten en tu alabanza

Recordaremos aquella marca

Sobre tu calva

Señal de los elegidos

¿o de los preditos?

chao hasta la vista

po svidania

 

¿QUE HABRA SIDO DE MI AMIGO EL QUIOSQUERO JUDIO DE LA PRIMERA AVENIDA? transcribo este texto para aclarar muchas cosas, creo que plasmé aqui mi semblanza en uno de mis mejores articulos

 

 YO NO SOY ANTISEMITA ( de mi libro Mi vida en Nueva York)

A trompazos con mis recuerdos he regresado en espíritu a aquel New York donde aterricé el día de San Andrés de 1975. fui a contar a los españoles la era Carter.  Dicho entre paréntesis, creo que como periodista soy un privilegiado y como español atípico porque no milito en las huestes de ningún partido político ni pertenezco a más ideología que el servicio a la verdad. Por esta causa pienso que quizá esta bitácora de ustedes tenga tantas visitas.

Algo nuevo nacía y un mundo viejo, el de la guerra fría, fenecía. Me topé de manos a boca con el  sorprendente y variopinto mundo judío que dicen los talmudistas es eterno pero que en algunas de sus peculiaridades históricas también se iba al traste. Porque se renueva de continuo En el East Side del Lower Manhattan entre la calle 12 y la 25, el barrio donde vivía, frecuenté los tupís, los cafetines, modestos restaurantes de comida kosher. Hablé con aquellos paisanos que me recibieron como uno de los suyos porque mi aspecto físico es el de un verdadero rabino sin barbas sin coletas y sin flequillos pero una buena nariz, frente despejada y los ojos penetrantes y vivos. Compraba periódicos y puros en un estacionista de Essex Street en cuyo dintel había un letrero en hebreo y en ruso haciendo corro a un candelabro de los Siete Brazos y con frecuencia me sumía en una prolongada plática con el dueño un tal Baruj Waldbaum, askenazi típico proveniente y superviviente de un ghetto de la polaca ciudad de Lodz. Se llamaba Gnied que en eslavo significa “Nido” Para los miembros de otras sinagogas el bueno de Baruj “hedía a  alemán”. Yo no sé cómo huelen los alemanes pero en aquel antro al pie de unas escaleras de hierro o escalinata de emergencia pues no hay ciudad en el mundo que tanto miedo le tenga al fuego como La Gran Manzana el olor era muy diferente al de otras partes. Las casas de los hebreos huelen muy diferente, por no decir a montuno, el olor a humanidad y a hacinamiento, y a una dieta regular seguida durante siglos que los castellanos llamamos adafina o puchero enfermo por mor quizás de una alimentación especial seguida preceptivamente durante siglos o por la higiene y sus baños donde no está permitido el jabón (la sosa no es kosher y se utiliza el animal inmundo en la fabricación) o la indumentaria que les obliga a llevar gorros de piel y caftanes como las dulletas de nuestros curas en plena canícula o la mujeres de los “hassidim” cubiertas de pies a cabeza y los cabellos rapados o debajo de una peluca que les da un aspecto ridículo porque el judaísmo ortodoxo reserva a la mujer un papel de semiesclava del marido. No puede acompañarle ni cogerle del brazo en público sino que ha de ir tras él, excluidos los afeites y cosméticos y deserrada cualquier coquetería o insinuación salaz. Están ahí para procrear y para obedecer al marido. ¡Qué paradoja y cuanto contraste! Precisamente los magnates de la industria cosmética, como la de los diamantes y el lujo, el negocio de la prostitución y la ingeniería de la imagen, el cine porno se encuentra en manos de los parientes de Mr. Waldbaum quienes asimismo controlan una cadena de supermercados. Lo equivalente en España a Carrefour pero el tendero pobre como una rata vivía frugalmente, gastaba poco y ahorraba todo lo que podía. Al calor de tales principios se fraguaron las grandes fortunas y, podridos de dinero, se retiraban a los balnearios de la Florida o California a morir entre ricachos de las mejores fortunas que seguían mirando el penique y candando el aparato con un llavero a prueba de sisas en llamadas. Eso sí; solían ser espléndidos en eso que los anglosajones llaman “charities” pero esta filantropía no era del todo desinteresada. Porque el dinero puesto en una ONG o en la beneficencia exime de impuestos y es una buena inversión en definitiva.

Quizás le llamasen el alemán  porque hablaba y leía el yidish (jerga en que las palabras germanas se mezclan con el hebreo moderno) pero era un ruso típico. El Topol de esa película en que los judíos como los gatos bailan sobre el gtejado y vienen de las juderías del Este de Ucrania como Lvov o Leopolis mal rayo le parta a Zelenski aunque en todo puchero siempre cuece un garbanzo negro.  Un descendiente del ghetto. Había emigrado su familia a América poco antes de la Revolución de Octubre. Era un nihilista. Un “ruso” como el que acaba de asesorar a Cristina F. Kichner la presidenta argentina en el secuestro de los activos de Repsol en Mar del Plata, una maniobra que por las trazas huele a judío. A doña Cristian le “cantan” los sobacos y es toda ella botex los morros inflados y las tetas arregladas. Acaba de sobrevivir a un atentado. Su difunto Kichner un askenazi típico de los que trocaron el estandarte del comunismo por el de más furioso capitalismo y entre los porteños se convirtieron al peronismo pedregoso, no llores por mí Argentina.

Sin embargo, en el caso de mi quiosquero neoyorquino no parecía darse este atavismo racial de cambiar de ideología a conveniencia. Anarquista revolucionario en la Santa Rusia tenía por lema: “No puede haber dios porque hay zar”, se mantuvo en sus treces después de que sus progenitores colocaran el pie en la isla de Ellis. Se había quedado un poco desfasado. El ateismo era su bandera, la lucha de clases su religión. Siempre me maravillaron esos seres humanos de una sola pieza que hacen la guerra por su cuenta, villanos en su rincón, francotiradores en su blocao, enrocados en los principios que profesaron en su juventud y que escupen sobre las calvas de los arribistas, los oportunistas.

 Baruj no pertenecía a ninguna sinagoga, no iba a rezar a ningún templo. Los rollos de la ley se habían quedado obsoletos porque había demasiada injusticia, hartas desigualdades en el mundo. A ojos de los rabíes de Manhattan era un renegado, un blasfemo, pero él seguía siendo judío, el más judío entre los judíos aunque no celebrase la pascua ni hubiese bendecido el vino del Seder. Su rostro recordaba a los iluminados conversos  españoles que aparecen en Rembrandt o en el Greco y Chagall podría haber firmado su retrato. Era una mezcla de locura y genio. Los puros baratos de hoja dulce que me expendía sabían horribles, pero su conversación compensaba, y el “New York Times”, el “Wall Street”, el “Daily News” o el “Washington Post” que me vendía cada amanecer (me agradecía y me adulaba por aquel dispendio con algunos halagos sabrosones en castellano viejo o sefardí que también conocía “ bueno es el caballero. Adonai de mil años de vida a su merced y “barajá” por estos reinos) que significaban un importante emolumento para sus mermados caudales donde cada centavo era importante.

-Nuestros imperios no se construyen con ladrillos sino con nickels, quarters and dimes y con camisas, muchísimas camisas- decía mi quiosquero.

Su padre se hizo millonario confeccionando camisas a los negros pero la firma quebró con el crack del 29 y él tuvo que volver a empezar dedicándose a la venta ambulante. Empezó con un puesto de pipas y de “begels” (panecillos salados y duros como demonio que no llevan mantequilla y que los neoyorquinos suelen devorar a media mañana entre sorbos de una taza de café caliente) para acabar abriendo el establecimiento del que les hablo.

A la tarde solían concurrir al “Nido” unos cuantos jubilatas. Hablaban en yidish y algunos parecían observantes porque a uno que era pequeñín y con los ojos chispeantes, al que llamaban Mardoqueo, se le salían las filacterias o paños de orar debajo del abrigo que llevaba enrollados a la cintura como aquellas fajas de los menestrales de tierra Segovia. Leían los periódicos de balde y discutían constantemente con el dueño. No hay cosa más del agrado de un hijo de Moisés que una buena polémica. Se acaloraban sin llegar a las manos. Por todas las partes la misma inseguridad, idéntico desarraigo. Aquí lo mismo que en el terruño. Detestaba a los polacos y guardaba poca nostalgia de una ciudad que debió de ser desagradable: Lodz. Waldbaum les echaba su actitud acomodaticia en cara ante las injusticias del mundo y Mardoqueo y sus amigos se encogían de hombros:

-Eres un iluso. Vives entregado a tus utopías. Pasas tu existencia persiguiendo ideas que son vanidades. Puesto que ya no hay zar, no necesitamos revoluciones. Money, money, money. No seas tozudo

En aquel tabuco presencié escenas dignas de la película del “Violinista en el tejado”

-Sólo adoráis al becerro de Bethel

-Pues ¿qué íbamos a adorar entonces? Dios está en las alturas. Demasiado lejos.

Saqué la conclusión de que en aquellos libros rusos de pastas deterioradas y muy sobados que se alineaban en un altillo de la tienda entre detergentes, cajas de atún, arenques en bote, y cajas de cerillas suecas buscaba una respuesta a la pregunta de para qué vivir si no hay Dios y si no existe venidero mundo. La conclusión sería la de que al no haber Dios ni novísimos todo está permitido pero el abacero que era frugal, vestía con modestia, no probaba el alcohol y sólo se permitía el humo de una buena pipa antes de anochecer, convirtió su ateismo en una obsesión mística.

-¿Qué buscas en esos libracos si no sirven para nada?

-Cultivo mi espiritu y aguardo al Mesías.

Los otros soltaban una carcajada.

-Entonces sigues la Ley aunque no pertenezcas a templo alguno, mi querido Baruj.

El tendero se quedó sin respuesta mirando con ojos profundos a su interlocutor rodeado de aquella biblioteca en yidish y de ruso cuya ortografía en cirílico había cambiado desde el asalto al palacio de invierno. Los legitimistas habían borrado del gran diccionario de Susdal la palabra BOG (dios y lo escribían en minúscula) pero eso no le satisfizo plenamente a nuestro pequeño abacero. que sin creer en Él seguía la observancia de los 666 preceptos. Aquel mundo de Lodz había quedado arrumbado. Todo lo que él aprendió en la escuela de Hillel había sido proscrito y la lucha de clases sustituida por la de géneros. El control de los medios de producción daría paso al de los medios de comunicación, un campo en el que demostraron ser excesivamente hábiles los del pueblo errante. Muerte a los genios, arriba los mediocres. Paso a los ignorantes y muerte eterna a los cultos y cultivadores de la estética y las bellas artes. Un trono para todo lo vulgar. Quememos incienso ante el altar del becerro de oro y lo demás son fárfaras.

 Todo devendría laico, mundanal. Al fuego con los misticismos. En España se moriría Franco y vendría un Borbón nueva versión de Pepe Botellas que le daba al alpiste que no veas y en una de esas giras y cacerías de elefantes con visos de orgías alcohólicas se desguardamillaría en la escalera de una choza y tendría por primer ministro a un tal don Zapatos que llevaba en la frente la marca de las siete señas del hideputa. En la mirada inquietante del abacero neoyorquino estaba escrito el mal augurio del derrumbe de todo aquello que yo amaba y en lo cual creía.

Lo real y auténtico sería sustituido por lo sucedáneo: el café por la chicoria, el jabugo por jamón de York. “Guerra y Paz” por los novelones de Vargas Llosa y Picasso ocuparía el trono de Velázquez. Proscribirían el Cascanueces de Tchaikovsky para atiborrar a las juventudes de estridencias cacofónicas. Rock a toda pastilla

 Dios, si existía, iba a escribir con diferentes letras a partir y mandaría a muchos intelectuales, pensadores, escritores, cineastas, artistas al desolladero. Todavía no había saltado a la palestra el botarate de Vargas Llosa que hacía la instrucción como cadete en una oscura academia militar del Perú, pero en aquellos ojos inquietos de aquel judío que miraba como con deseos de dominar el mundo, rodeado de aquellos libros atosigantes de Kafka, advertían que íbamos a convertirnos en cucarachas. Que se acabó lo que se daba. A cambio de un plato de lentejas (el progreso) nos condenarían a la metamorfosis.

 La lección para mí como cristiano no podía ser más amarga pero Baruj seguían pensando que el Nazareno no era más que un impostor, hechura suya, mito judío para acabar con el imperio romano. Detrás de la pluma que escribió los evangelios, las epístolas de Pablo e incluso el Libro del Apocalipsis resonaban como dentro de una caja tonta y alborotada las carcajadas de Israel. Estas risotadas me parecieron blasfemas como blasfemas me parecen las risitas microfónicas que se marca  ese señor tan fascista y tan oráculo que habla por Intereconomía Eduardo García Serrano, el hijo del que fue mi jefe. Jejjjejjjeee. La cosa es demasiado seria para tomarla a broma, sencillamente quieren convertirnos en cucarachas.

Mister Waldbaum se quedaba mirando pensativo como si reflexionara sobre las paradojas y absurdos del destino. “Soy hombre al fin y al cabo y por ende sujeto a error… el arte es largo, la vida breve y las cosas no son lo que parecen” parecía querer decir con la mirada. Luego se ponía a jugar a las cartas con sus colegas los jubilatas del ghetto. Sobre la una y media Sara su mujer le traía el almuerzo en una tarterilla el clásico “borsch” con muchas berenjenas, mas sin tocino ni jalufo. Sara era una matrona de rostro bondadoso, entrada en carne y con las sayas que le llegaban hasta los pies. Iba como mi abuela. Podía haberse escapado de alguna novela de Bashevis Singer. Alta y bigotuda cubierta de una peluca sin adobo ninguno. No frills (sin adornos) como solía decirse.

Ella también olía a judío un olor a carne vieja, a humanidad cansada, inconfundible.

En una ocasión tuve la osadía de preguntarle:

-Sara, cuando estiremos la pata ¿adonde nos llevarán?

La mujer se ruborizó y tras dudarlo un instante trasladó la pregunta a su marido;

-Pregúntaselo a él- dijo en un tono frío marcado por la obsequiosidad, también por la dureza. Al no estarle permitido a las buenas esposas de Israel hablar con extraño, máxime si éstos son paganos (goim).

-La Escritura- repuso éste- pone que los justos serán destinados al Seno de Abrahán. Los tibios al limbo o purgatorio hasta redimir su culpa y a la gehenna (infierno judío) todos los malos y allí en el infierno se torrarán en compañía de todos los diablos, y de los sastres.

 

(continuará)

jueves, 25 de agosto de 2022

 

ISABELA

 

El mundo tiembla acongojado bajo la mirada del Hijo del Sastre de Lvov ojos apocalípticos, el infierno de una sentada the sound and de fury y yo me paso por Medina para honrar a mi reina. Isabel siempre será para mí la reina santa, no la canonizarán y menos en la actualidad con ese rabino argentino que se ha colocado la tiara sobre sus inmundas sienes.

 Isabel de Castilla la viril femineidad. Voy cantando por el camino la vieja letrilla del epitalamio ¡oh aquellas bodas que depararon la unidad de la patria, aunque quede sólo Gibraltar!:

“Flores de Aragón

Que en Castilla son

Tanto monta, monta tanto

Isabel como Fernando”

Ya no queda nada de aquella España heroica pues de noche lo mataron al caballero la gala de Medina la flor de Olmedo.

La gran plaza de Medina sale a saludarme. Un rabino monta guardia en el pulpito al aire libre de la catedral sombra aciaga y vigilante. La estatua de la Reina ha desaparecida o la han puesto en los trascorrales del convento de la Teresona.

Ya expliqué en mi libro quien era aquella supuesta en mi libro “Teresa la judía conversa”. Mis sueños de unidad y armonía se fueron abajo ante la estatua decapitada.

Siento ganas de llorar y presiento la llegada de tiempos de iniquidad. El rabino en lo alto del balcón de la cristiandad no cesa de mirarme e increparme con su voz ronca de fumador borracho. Es el Hijo del Sastre de Lvov arengando a la humanidad propalando mentiras.

Sobre Europa soplan vientos de furia y de fuego. Arden los campos en este lugar donde con dineros de Haceldama se pagaron las guerras de Flandes. Dinero llama dineros. Aquí fue inventada la letra de cambio a ritmo de un trabalenguas que decía: ciudad por ciudad Lisboa en Portugal. Villa por villa Madrid en Castilla y tanto por tanto Medina del Campo.

 Aquí murió. Aquí otorgó testamento la Viril Femineidad. Recuerdo cuando llegué a Inglaterra mi pobre suegro que paz descanse míster Graham Hugh me puso en las manos la biografía de Isabella de Walsh y desde entonces no he dejado de leerlo. Me fascina este personaje. Fue una española carismática cifra y compendio de la catolicidad. Gracias a ella medio mundo habla español y reza el Credo de Nicea. Mas sobre ella crujen los anatemas de la inquisición judaica esgrimiendo las heces de su vomitorio infernal. Los ojos de Zelensky fulgores de venganza que piden sangre contrastan con los de esta mujer carihonda tapada con un velo que destilan quietud y serenidad. Son enterizos. Inspiran paz. Nada zahareños.

El mandamás ucraniano mira para el mundo con ojos de serpiente de cascabel heraldo de la guerra nuclear. Me pierdo en la biografía de Walsh y veo a la reina rubia jugar al corro de las patatas con Beatriz de Bobadilla su amiga inseparable en el patio de armas de Arévalo. Aprender latín con la Galindo, cantar romances, tejer sobre el obrador y la rueca, llorar ante la tumba de su hijo Alfonso muerto en la flor de la edad. Observando llena de piedad los borceguíes manchados de su hermano Enrique comentando gozosa los deslices amatorios del cardenal de España cuando éste presenta a sus hijos bastardos. Ocho mozos y tres mozas Mendozas:

─Ya veo, ya los bellos pecados de Su Ilustrísima.

O echándole un rapapolvo al primado Carrillo esa mala bestia con mitra partidario de la Beltraneja. Dijo la reina:

─Quiero ver a los obispos en pontifical. A los caballeros prevenidos en frontera y a los ladrones en la horca.

Desmochó las torres de los castillos de los nobles levantiscos, echó a los judíos que tenían acogotado al pueblo mediante la usura. Descubrió América y por sic esto fuera poco conquistó Granada 777 años después de la invasión musulmana. Las palabras de aquel abencerraje lamentándose por la perdida de la Alhambra siguen siendo un eco lúgubre en la historia de España. ay de Alhama.

Sigo leyendo la obra de Walsh que me legó mi suegro Mr. Graham Hugh, aunque no sea un libro políticamente correcto porque en Inglaterra y en España las dos naciones que amé son reinos y baluartes del judío errante y Zelenski vuelve a ser aquel moro energúmeno Warfe que descolgó el cartel colocado en un golpe audaz del Ave María en la mezquita de Granada. El caballero se llamaba Hernando Pérez del Pulgar.

 Ya no quedan capitanes así en esta España sin pulso y sin cojones. Medina del Campo es un aduar con multitudes silenciosas que han dejado de ir a la iglesia a rezar y acuden a los grandes almacenes de Alcampo con el mismo fervor religioso igual unción comercial con que sus antepasados acudían a misa cuando las campanas de la iglesia mayor repicaban gordo. Tanto por tanto Medina del Campo Sea esta mi jarcha un lamento por la estatua de la reina Isabel degollada y profanada.

 

jueves, 18 de agosto de 2022

 

2022-08-18

EL PALACIO DE DON BELTRÁN DE LA CUEVA EN LEDESMA GUARDA MUCHOS SECRETOS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA




































 

LEDESMA DON BELTRÁN DE LA CUEVA ERA SU PRÓCER

 

Esta casa humilde con el escudo

Y las enseñas guarda ardientes secretos

De la historia de España

Sabe de las luchas

Y difamaciones judaicas

Contumelias frases acaloradas

Sabe de revueltas en las aljamas

Silos, alhóndigas, cuartos de banderas

Rapiñas y usuras

Y salas de armas

Y don Beltrán pulido y lindo

¿amante de la reina

Con la cual se acostaba

El buen rey don Enrique

El último en enterarse

 siempre estaba de caza?

Era o no era legitima

Doña Juana la portuguesa

Esta casa de don Beltrán en Ledesma

Que hoy visito

Es de un judío inglés

Puerta cerrada

Guarda empero secretos de la historia

De España

Que él se llevó a la tumba

A los judíos traidores y a los nobles

Levantiscos con la cruz alzada

La reina doña Isabel desmochó sus torres

Y cerró sus sinagogas

Por eso quisieron echarla a la Reina Católica

De la historia de España

Antojadizos y tornadizos

Grandes calumniadores

Hijos del mal de la prole satánica

Judas fue de su raza

Mala gente ya digo

Estirpe de Caín

Que nunca pudo con España

 

MI ENCUENTRO CON ANDRES LAGUNA EN SALAMANCA AUTOR DEL LAZARILLO

 





PADRE TORMES RIO DEL IDIOMA. PA SALAMANCA LA BLANCA ME VOY HORIZONTES DEL LAZARILLO

EN MI MIRADA

 

Salamanca la blanca quien te mantiene. Cuatro carboneritos que van y vienen. Me encamino por los pasos de mi juventud aquella novia que tuve en Salamanca. Un pueblo Bogajo y aquella casa a pupilo donde tuve el dolor de tripas. Toda mi vida padecí de estreñimientos y yo creía que tenía cáncer. Los toros, las fiestas, las capeas de Vitigudino vistas desde el balcón. Fue conmigo generosa la fortuna aquel verano. Sigo siendo pobre como mi héroe epónimo el bueno de Lázaro de Tormes un hijo del arroyo como yo pues nació en una aceña. Crucé el puente de mi destino y le hurgué en la barriga al toro de Guisando por saber si dentro había algo. Y no había nada. La caracola del alma estaba vacía. Las aguas del río padre de nuestro idioma bajaban lentas y silenciosas. Al otro lado de la ribera unas lavanderas enjabonaban a una estrella perdida entre cantos ancestrales y reverencias. Sólo ruido y el gran coscorrón del puto ciego que me dio con tal fuerza contra la piedra que por poco me deja la testa hecha astillas. Desde entonces despabiló el Antoñito.

─¿Lázaro, estas ahí? Sal fuera. Caíste en el garlito por gilipollas

las carcajadas del fementido invidente rebotaban sobre las ond



as del río que arrastra la fuerza de nuestra lengua. Un torrente de palabras. Las nereidas y las ninfas que vio Garcilaso salieron a pasear, aunque yo no las viese. Sólo divisaba los cuerpos robustos de las encinas mollares al otro lado. Los toros de lidia que pacían cerca del cascajar mirábanme con ojos enigmáticos. Algunos tenían ya más de siete hierbas. Toda una vida para morir en el albero de una plaza pero la vida es torear. Una vaca torionda mugía llamando al ternero perdido. Los patos se solazaban nadando entre los carrizos, los fresnos y ailantos que sombreaban las dos vertientes. Quedé maravillado al ver cruzar el puente romano a un viejo que llegaba con una cachava de Segovia y un libro en la mano. Venía resoplando sudoroso por el camino. Había hecho el viaje desde Alcalá a Salamanca. Adiviné que era clérigo por el bonete de tres puntas y la borla doctoral. Un grupo de estudiantes se le acercó a besarle la mano y le llamaban "domine" y "magister". Aquella tarde de agosto vísperas de la fiesta solemne de la Dormición de Maria el padre Tormes me permitió en aquella visión conocer al autor del Lazarillo que no era otro que el doctor Andrés Laguna el médico del emperador Carlos V. no se atrevió a firmarlo por miedo a la Inquisición.

Fícele profunda reverencia. Y él me reconoció:

─¿Cómo te va la vida, Antonio. Sé de tus muchos padecimientos porque revelaste para la historia que el lazarillo no era anónimo. Que el autor era yo. No te hicieron caso y hasta se mofaron de ti y te llamaron loco de atar. España es tierra de inquisidores. Son los que mandan y dominan en todos los ámbitos de nuestra existencia en literatura en política, en las artes. Mala raza enaltecida por la soberbia de los que se creen elegidos. Altanería y odio judío. Es una maldición que arrastramos y los peores son los de Segovia. Nunca serías profeta en tu tierra. Tampoco lo fui yo. A mi quisieron quemarme por malquerencia la casa que tenía en Mozoncillo.

─Maestro, decís verdad, pero con estos bueyes hay que ir a arar ─ repuse

─¿Bueyes dices? No son bueyes duendos ni mansos castrados sino auténticos mihura

quedé muy reconfortado por la aparición. Don Andrés el cual se dirigía a cantar vísperas en la catedral cojeaba algo, sus barbas eran de plata y la nariz roma.

 Me dio su bendición y me recomendó perseverancia y nada de desalentarse. Se lo agradecí profundamente.

El Tormes río caudaloso, que nunca se seca en verano y acarrea más agua que el Duero, que parece su afluente, pero unos llevan la fama y otros aportan el agua, fue testigo de nuestro encuentro.

 Muy solaz y agradecido por las palabras del maestro Laguna que bajó desde una nube para contármelo me metí en uno de los muchos garitos con que cuenta Salamanca y yo recuerdo con nostalgia cuando cortejaba a Charo pedí un jarrillo de tinto y me lo bebí entero a la salud de Lázaro de Tormes protector de todos los vagabundos y de los que profesan la libertad sin libertinaje. El héroe epónimo que parió la imaginación de aquel humanista segoviano que nos recomendó tener paciencia ante las adversidades.

 

jueves, 18 de agosto de 2022