LA CAVA
FLORINDA Y EL ORÁCULO DE LA DESTRUCCIÓN DE ESPAÑA
Antonio Parra
La historia del
hombre suele ser muy poco original y a pesar del dicho de Demócrito parece que
se repite. Va por ciclos, va por rachas, golpes de péndulo, socolladas,
naufragios, pecios desastres, reflotes y, una vez la nave sin rumbo recién
carenada, otra vez a empezar.
Hoy día todos
los españoles que tengamos un dedo de frente, a pesar de lo que digan los
“mansos” en su parenética de moderación que nos están metiendo otra vez los pollos
en el corral y predican intolerancia,
memoria histórica que no es memoria historia sino un legrado
precisamente de esa que dicen memoria historia y que cuentan al revés, o
maquillaje de los hechos y retoque de los acontecimientos a petición propia. ¡Fementidos!
Que los fueros que juraron o la bandera que besaron algún día se lo demande.
Aquí están,
llegaron ya, pues se está muriendo la mamá: el victimismo de recia prosapia, el
revanchismo, los poderes del mal y la satánica hueste que se apodera, regresamos
al mito del último godo y su llanto por la pérdida de España. Extramuros ruge
el león y se buscan cabezas de turco y chivos expiatorios y nos azupan el alano
de la islamofobia pero los moros no son los peores como trataré de explicar en
otro artículo [ahora resulta que llevaba mucha razón Matías Ros que nos puso en
autos de la macabra autoría y pérfida conspiración a la matanza ferroviaria
11M] pero el enemigo peor parece ser que se encuentra dentro del recinto.
La sombra de don Opas que es en realidad la
sombra de Caín en la historia de nuestro pueblo es alargada. Así que volvemos
grupas y nuestros pasos nos devuelven a la boca negra de la cueva de la
traición donde de acuerdo con la tradición que ha mantenido muy activos los estros poéticos de las musas a lo largo de
la historia de las letras castellanas a la que llaman la “casa candada” porque
tenía 24 puertas trancadas con otros tantos cerrojos. Está en Toledo en lo alto
del cerro que da coronamiento al caserío empinado y bajo los muros de la iglesia
de san Ginés.
La mandó excavar el propio Hércules que fue
uno de los primeros dioses que adoraban los iberos y en lo más profundo del
laberinto colocó un arca de ciprés madera incorruptible en los que metió
papeles y conjuros. Arriba del todo puso un cartel escrito en hebreo. Danger.
Peligro de muerte. Watch out. Mejor abstenerse. Si alguien un día osara abrir este baúl España
sería un reino perdido. Un mal rey un mal día tuvo la osadía de meter las
narices en aquel sitio.
Don Rodrigo al que las guerras con los
vascones del Norte - seguimos en las mismas- habían arruinado creía que en
tales cofres se ocultaba un tesoro justo el oro que necesitaba para pagar a sus
acreedores en las luchas contra los várdulos que nunca quisieron someterse a
los godos pues al parecer eran de raíz semita y estaban en colusión fraterna
con el Bereber creyó encontrar allí un tesoro. Y no encontró sino huesos
fatídicos, la mueca macabra de una calavera y la inscripción fatídica en
arameo: quien quinche aquí encontrará bienes y malas. Nos hizo polvo.
Y el sucesor de Witiza tuvo la siniestra
ocurrencia de abrir los sellos. Opas el obispo traidor era de esta región
(¿sería el predecesor este malvado felón prelado con el actual Blaquez al que
llaman el “obispillo” no sé si por la voz que tiene algo atiplada o por su
corta talla?) Y entró en contubernio con gente del Rif y les entregó la plaza
de Tarik esto es Gibraltar. Oye que falta de imaginación. No hay tu tía.
Entonces los sarracenos no pararon de venir duro que te pego. En pateras, en
cayucos, en almadías. Y resultó lo de Guadalete y todo lo demás, pero al pobre
Roderick también le perdió el amor por una mujer: la princesa Florinda - esto
pasa con frecuencia- que se resistió a sus requerimientos y la forzó. Ya
tenemos el mejor de los condimentos para la truculencia del serrallo en plan
novelón sudaca. La Florinda al principio protestaba y pegaba patadas y brincos
pero luego acabó diciendo ay, ay, qué gustirrinín. No. Si esto no tiene
enmienda.
La violación
regia provoca las iras de su tío el conde don Julián que ve su honra mancillada
y en venganza, el muy tornadizo y canalla, se pasa al moro reclamando los
servicios de don Opas un señor obispo que también estaba en el ajo y entre los
dos montan una conspiración. Hay un vino por ahí que se llamaba como el tal don
Opas. Debe de venir de Jumilla y a mí que soy de origen godo pero de
adscripción mozárabe esto es que conozco bien al moro desde que hice la mili en
el Hacho y allí tuve amigos del tabor que gastaban alquicel y chilaba y me
profesaban cierto aquel pues decían que yo les daba baraca esto es buena suerte
me hizo daño nada más verlo. Debe de ser la maldición de Mahoma.
Cuando oigo mentar a don Opas yo digo Toledo
para deshacer el conjuro. ¿No las pone usted mirando para Toledo Verumtamen?
Cuando era mozo. Ya no. Pero total que estuve en la Ciudad Imperial empapándome
de magia y de Greco y ya les conté a
ustedes en otro artículo cómo este pintor extranjero fue el caso de inmigrante
que sintió el hechizo de esta tierra donde echó raíces hasta los restos. A
veces pasa. El que viene ya no se quiere. Le ocurre un poco como al que va a
Salamir que dice el refrán que el que va a Salamir es porque no tiene donde ir
pero una vez allí ya no sabe cómo salir.
España es un melting pot de etnias al que
perdió la monarquía gótica por su mala cabeza. Por su desunión aquí nadie
quiere darse a partido de semejante situación. ¿Quién es tu enemigo? Pregunta
un español. Y contestará: otro español. Y eso arranca de entonces. Vierto
entonces un poco como Boabdil el Chico mis lágrimas sobre Toledo. La cual
siempre atrajo a los quirománticos ya que la edificó Hércules, según la leyenda
mítica, mucho antes de que los romanos llegaran al hispano suelo. ¿Y quién era
Hércules? Un hijo de Júpiter y de una mortal pecadora. El que descabezó a la
hidra de Lerna pero que murió envenenado por una cara bonita. Todo casa al
parecer. Consueta vilescunt. El
comportamiento humano es siempre igual y el hilo de sus relaciones y
acontecimientos personales aburre a las mismas ovejas. Y la historia humana
repite más que la cebolla pero el mito de la Cava Florinda está muy relacionado
con una de las primeras divinidades a los que adoraron los iberos en cuyo
territorio se desperdigan las torres y los monumentos a Hércules. En Cádiz y en
Finisterre sin ir más lejos
Su Nuncupatio
fundacional fue fatídica. Y desde entonces fue como un imán para los que echan
la buenaventura, escudriñan el porvenir y se dedicaron a la ciencia
adivinatoria de la estrellería como se calificaba en tiempo de la escuela de
traductores que fundara el Rey Alfonso el Sabio. Se decía en la edad media a
Paris a aprender Teología y Filosofía. A Bolonia, Leyes y a Toledo, Magia.
Bueno pues a siete leguas y media de Madrid como señala la copla todo el camino
llano menos las cuestas y aquel carretero, madre tiene un encuarte de cinco
mulas, tres y dos son del amo y las demás suyas, se nos da todo esa sortilegio
gratis, todo ese misterio que convierte a la ciudad orillas del Tajo el mirlo
blanco de quiromantes, entre ellos al
marqués de Villena que ya digo ni palabra mal ni obra buena el gran iniciado en
el ocultismo de los tiempos de Enrique IV.
Y no se volvió
jigote por chiripa.
Pues yo me largo a Toledo no sólo a ver Greco
sino para retrotraerse al conjuro de la famosa guarida de murciélagos y de
demonios familiares causa de nuestro espanto tan en actualidad en los días que
corren. Desde las rocas tajadas que lame el Tajo el Conde don Julián nos echa
la guija. Carta en la mesa presa. Gemimos bajo el yugo y el poder total de las
sinagogas. La invasión de la Hispania visigótica se produjo de la siguiente
manera: los moros aliados de los judíos enviaban a estos a aposentarse. Los
rabinos en aquella procesión precedían a los cadíes y a los alfaquíes y luego venían
los pobres diáconos mozárabes a la sombra de las mangas parroquiales que sólo
podían lucir como enseñas y símbolos de su fe cuando a los imanes en
connivencia con los rabíes les daba la gana. Esa fue la España de las tres
culturas que ahora tantos invocan para hacer daño todo el que se pueda a la
cruz de Cristo: un perenne sobresalto una arbitrariedad sin tasa. Los reyes de
taifa sólo eran tolerantes cuando los cristianos sometidos pagaban las pechas
establecidas y era tal la desproporción de estos impuestos que a las familias
cristianas les reducían a la miseria y les hacían pagar hasta el largo de los
caminos como reza la copla. Previamente habían levantado gente en Agar.
Tienen poca imaginación. La reconquista al
revés se esta produciendo siguiendo el planteamiento de hace trece siglos. Con
la particularidad de que hoy, mejoradas las comunicaciones y estando España
indefensa con los negreros a sueldo de ciertos sionistas globalistas desalmados
mucho más activos y con el control de las comunicaciones y de la prensa el
finis Hispaniae puede que sea cosa de menos de un lustro de la cruz a la fecha.
La relajación de costumbres y ese mal que atrajo de siempre a los visitantes
exteriores acerca de los españoles y que da en llamarse morbo visigótico
hoy es mucho más grave que en los años de Guadalete. Con el enemigo a las
puertas predominan las facciones, el banderismo, los pleitos, el cinismo, la
apatía y la poltronería del personal a mí donde den y a ver qué me dan. Mala
cosa.
Todos añascan y uno va con los bolsillos
vacíos. La inmoralidad de los trincones y de los adeptos al pelotazo se añade a
toda esta gran perjurio. Asistimos mudos e insensibles a las exequias de
nuestra patria; así que como decía aquel insigne poeta zamorano muchos monteros
la garza combaten, por altos oteros los perros la llaten neblíes muy ligeros
sobre ella se abaten malo será no la maten. En este caso el trofeo será España.
Pero estaba escrito y esto vuelve a ser la crónica de una historia anunciada en
la Leyenda del conde don Julián y la cava maravillada. De ella son los primeros
en dar cuenta los propios cronistas árabes y el Romancero nuestra gran épica
tradicional la convierte en una de sus fuentes de inspiración. “Vino un águila
del cielo que a España vio quemar. Don Rodrigo, don Rodrigo no curaste de tu
mal” etc. Incluso Víctor Hugo pone en boca de Esmeralda la protagonista de Notre
Dame la letra del famoso cantar de la casa encantada de Toledo a la que el
último rey godo no supo guardar.
¿Cómo conjurar el hechizo y ese signo trágico
de autodestrucción que pesa sobre nosotros? España se pierde por una mujer. Por
un obispo libelático y por un mal rey enamorado. El rey moro Abulcasín Traif
Abentarique no es más que el ejecutor de un designio lo mismo que los judíos de
Gibraltar que dan la señal a las naves invasoras para que atraquen por aguas
del Estrecho. Gibraltar. Siempre Gibraltar. Hoy y siempre en manos de los
judíos que dicen actuar en nombre de los intereses de la Pérfida Albión. Como
ven el tema se las trae. Es como una profecía que se repite de forma
intermitente Asunto más suculento no pudo encontrar el Romanticismo y los
anglosajones, Irving y Walter Scott, lo explotaron en sus narraciones
esotéricas con avidez basándose en los trabajos de autores del XVII español
como Miguel de Luna y la gloriosa épica del Romancero donde estas historias de
palacios encantados, cuevas montesinas y mastabas donde hay un tesoro
obtuvieron rango de privilegio.
¿Les suena el estribillo en Madrid hay un
palacio de oro con las puertas de oropel donde vive una señora cuyo nombre es
Isabel? ¿O el dónde están las llaves matarile? Cervantes también lo trata en
aquel pasaje famoso del Quijote que lleva por nombre la Cueva de Montesinos una versión de esta
profecía áurea. La sombra siniestra del maléfico conde don Julián cruza de
arriba abajo la historia de España. Es nuestro enemigo de adentro que a lo
largo de las crónicas nacionales despliega una incomprensible hostilidad de
renegado. Diz que era astuto mañoso ardido y muy recontra jodido. Conocía bien
el percal y el territorio y fue debido a esta copiosa información facilitada al
enemigo - y los españoles que nos vigilamos unos a otros con tesón somos unos
expertos en las artes de disimulo esto es del espionaje mas siempre de puertas
adentro nunca de puertas afuera-el hecho en virtud del cual la conquista de
Alandalus fue tan rápida.
Pero también la cueva de Hércules toledana es
figura del laberinto español. En tiempos del cardenal Silíceo unos cuantos
espeleólogos valientes trataron de explorarla y se encontraron con un enorme
sima que medía varias leguas llena de pasadizos de corrientes de aire de tal
forma que los hachones y velas se apagaban y de brazales de aguas subterráneas
que vedaban el paso. Los exploradores buscaron la salida muertos de miedo. El
miedo dicen guarda la viña y hace las leguas más largas. El susodicho cardenal
Martínez Silíceo mandó tapiar a cal y canto la entrada que estaba en el
callejón de San Ginés y que tenía un letrero a la entrada que ponía: “el que
descubre esta cueva encontrará bienes y males” y debajo otra inscripción en la
que aparecía un guerrero con turbante y una leyenda que decía: “invoco a los
alarbes”.
Y estas palabras las decía un obispo que
estaba en inteligencia con el infiel. ¡Pues vaya; ahora sí que apañados
estamos! Más ominosa no pudo ser la rueda de nuestros vaticinios. Pero dos
leones broncíneos de acuerdo con la crónica mentada “calafateaban” el acceso.
Cristóbal Lozano otro autor de la misma época dice que el arzobispo al que
aludimos mandó “lodar” y taponar el vano en cuestión. De que unos malos
españoles vendieron a España siendo mucho más inanes y depravados que los moros
o los judíos que no quepa duda.
La leyenda de la Cava de don Rodrigo con su
soplonería indecente, La homicida envidia, la incomprensión y el más burdo de
los cinismos vuelve a estar sobre el palenque. Es por esto por lo que volver a
Toledo al que llamaron los antiguos el “Gimnasio de la nigromancia” es como
regresar a las raíces más hondas esas que ahíncan sus pilares en lo más
profundo de esta sima. Hay preguntas que me hago y que no obtienen respuesta en
ninguna parte y que parece que las escucho en esa ciudad donde todo son
cuestas, resquicios, puertas, selladas, callejas misteriosas. Dicen que la
fundó Tubal el primer rey pero a mí que soy un amante de las palabras me gusta
la etimología hebrea que puede haber dado nombre a la sede del catolicismo
hispano y la tercera Roma. Es Tholedoth y que en la lengua de Israel quiere
decir “generación” o partera. Se trata de uno de los pocos vocablos que nos
legara después de Amen y de aleluya nuestro pasado judío. En cuanto a
vocabulario el Corán fue mucho más generoso con nuestros diccionarios que el
Talmud.
¿Por qué será? Eso también es un misterio.
Sangre mora y judía todos tenemos pero no nos pongamos excesivamente tiernos
ante este dato tratando de sucumbir a nuestra propia identidad de españoles
labrado durante casi dos milenios. Somos el resultado de un cruce de razas y la
conclusión de una tenaz pelea histórica que no cesa. Duelos y quebrantos. Odios
en cantidad pero también amor y libertad. Soy español porque puedo hacer lo que
me dé la gana ¿estamos? Caspita, don Braulio, viene Vm. De tiros largos. Tan
imponente como clarividente pero esos caveats y apostillas que les coloca a una
de nuestras tres estirpes no son de recibo. Pueden acarrearle problemas. Muy
bien.
Yo digo verdades enteras. No a medias como don
Cesar Vidal el de la COPE. Claro por eso él tiene abiertas las puertas de las
editoriales y usted es un proscrito don Verumtamen. Que se va a hacer. Tras de
tiempos vienen tiempos y ese es otro de los legados de la embelesadora leyenda
de la cueva de Hércules. Que España volverá a ser nuestra. Que otro Rodrigo el
buen Cid ovetense alzará pendones y moverá su hueste. Miramamolín volverá a
pasarlo mal. Mucho le gustan a usted los moros. Pues sí qué quiere que le
digan. Son raza valiente y estirpe correosa. Hice la mili en Ceuta. Admiro a la
gente del Rif. En esta guerra nos fraguamos. Son más de ocho siglos. Peleando y
perdonándonos o más que perdonar haciendo la vista gorda. A las taifas volvemos
y yo si tengo que renegar me haré moro antes que judío. ¡Qué cosas!
Pero todo esto es puro Bécquer, romanticismo
neto, la leyenda de Maese Pérez el Organista uno de los primeros cuentos en los
que yo me embebí en mi adolescencia tiene por protagonista y marco a la Ciudad
Encantada. Chirridos en la noche de cerrojos que se descorren, osarios y
difuntos y un piano que suena sus teclas accionadas por dedos invisibles. La
cueva donde estaba el castillo encantado es manantial de supersticiones pero el
hidalgo del Lazarillo pasea mientras tanto por Zocodover en un plan más
realista moteando de migajas de pan los bigotes para demostrar que ha comido.
Lucen sobre los tejados grises los jaramagos sus penachos amarillos y clamorean
las campanas en lo alto de las torres. Toledo es cristiana desde 1085. Antes
fue mora y judía y la huella de Roma domina sus construcciones. Allí puso su trono de Atlante el gran
Hércules y sigiló la entrada con un conjuro.
Todo el que se atreva a dar un paso suscitará
loa cólera de los dioses. Así habló Zaratrusta. Fascina por su soledad y por su
silencio enrejado. Unos ojos de mujer pueden estar observándote detrás del
ajimez. Hay trasgos y fantasmas y leyendas de aparecidos por los desvanes. Hay
referencias a esta cueva mítica en el propio arcipreste de Talavera en el
Corbacho: “el que ose entrar en esta espelunca traerá su reino perdido”. La
profanación del suelo sagrado se equipara con la violación de la princesa
Florinda. Los oráculos parecen haberse cumplido pero el lugar está sellado
desde 1546 cuando fue precintado por el arzobispo. Está claro que Rodrigo
buscaba dineros para someter a cántabros, várdulos y autrigones y fue entonces
cuando su gobernador en Al andalusí Teodomiro le envió un heraldo para
anunciarle que España estaba ya en manos sarracenas. Perdimos la batalla de
Guadalete. Los montes desparecen y hay civilizaciones que se derrumban ante el
empuje de los pueblos fuertes. Sangre nueva que viene arrollando. El pez grande
se come al chico pero en la historia de las culturas los pobres se zampan a los
ricos. Decadencia se llama esta figura. Pero la decadencia a la sazón no era
tan pavorosa como ahora mismo.
Rodrigo viola a
Florinda y desata la cólera del conde don Julián. Es la misma trama que
desencadena la guerra de Troya: el rapto de Helena, la rabia de Aquiles que
lucha con Paris. Esto es mitología pero a veces presupone a los hechos reales y
es desencadenante de la evolución de los acometimientos. Bien lo saben todos
aquellos que manejan los escrinarios y los biblioratos. La evolución de los
sucesos no es una línea recta ni un gramil pero tiene que ver con la
estadística. El mito de la Cava Florinda es aretalogía sin más una historia de
héroes y la descripción del enojo de un dios forzudo que se ensaña con los
mortales. No hay tema, argumento ni períoca pero los sucedidos se repiten a
veces sin solución de continuidad. Don Rodrigo en la cava determina la porfía
de don Rodrigo en la horca.
Es el protagonista y don Opas el obispo felón
el deuteragonista. Florinda un simple pretexto. No hay antilogía en este mito
sino una congruencia absoluta de los textos. No hay más que consultar las
epactas y echar un vistazo a los añalejos de lo que ha sido nuestro devenir.
Los trasgos revuelven las ajaquecas de los barrios toledanos que siempre fueron
morada de duendes. A veces las ciencias ocultas nos conducen a la acrosofía o a
la sabiduría de las cosas de dios y esto es un ejemplo real, un barrunto que se
ha cumplido, que se está cumpliendo, una parábola. A veces tengo la sensación
de que España y los españoles arrastramos por el mundo el mal de ligadura.
Alguien nos aojó y la leyenda del último godo subyace en los principios de
tales encantamientos. Iban a producirse después más de medio centenar de
campañas de Almanzor o expediciones en aceifa contra los moradores del norte.
Abajo de la raya del Tajo los templos quedaron desolados, enmudecieron las
campanas, las aras sin reliquias y sin santos las columnas. Es en definitiva el
síndrome de la iglesia vacía y de los templos con olor a micciones gatunas de
las que les he venido hablando. Al parecer, sin demasiada fortuna porque nadie
me viene a hacer caso. Aunque el que avisa no es traidor. Lo que ahora vivimos
es ya muy viejo. Se reproducen casi de calco los contextos de hace mil años
mientras los “señoritos” dependientes de
la zapatería nacional, excrecencias intelectuales del tardofranquismo, orlandos
furiosos muy careados la generación del yogurt que se crió en la cultura de la
queja han cogido una perra con esto de la II República. Quieren echar al rey
que puso Franco pero lo tienen crudo.